Síguenos en redes sociales:

Así han vivido los Sanfermines en La Mañueta

Emotivo comunicado de la churrería más famosa de Pamplona

Así han vivido los Sanfermines en La Mañueta

La Churrería La Mañueta ha publicado un post en redes sociales haciendo balance de los últimos Sanfermines:

Ahora que lo más moderno consiste en decir que San Fermín no era de Amiens ni tampoco obispo, que era de una secta y que fumaba ligarza. Ahora que parece que hay que borrarlo de nuestro imaginario festivo y sustituirlo por una entusiasta celebración del solsticio de verano o de no se qué, me siento especialmente orgulloso de emocionarme al ver al santo en la calle; tan orgulloso como cuando veo a los gigantes y a los mocés corriendo delante de los kilikis; a las mulillas y a los chisporros; a todos los que llenan las calles de música: la Pamplonesa, los txistularis, los joteros, los gaiteros, los mariachis y los acordeonistas; a las peñas y a la gente disfrutando en la terraza del Baviera (y un largo etcétera).

Sé que los tiempos cambian y que hay que adaptarse, pero hay muchas cosas en las fiestas de Pamplona que me provocan rechazo: los mangantes, la mierda en la calle, los bocazas, los irrespetuosos que no saben aceptar al diferente… Y en este rechazo sobresalen los que pretenden imponer un modelo de fiestas que creen que es el mejor: con santo o sin santo, con toros o sin toros, con sifón o con gaseosa, en euskera o en español. Quiero creer que todo es compatible; aquí va un testimonio de andar por casa: mi señora es de sifón y yo de gaseosa, y llevamos 31 años de ininterrumpida felicidad.

En nuestras fiestas ha habido siempre espacio para todos: los de las barracas, los del tenis, los de Antoniuti, los de Jarauta, los de Marceliano, Plaza del Castillo o Estafeta; incluso los de Iturrama, Larraina y el Cali. Y nunca unos han ido a meter el dedo en el ojo de los otros. Y resulta que ahora parece que defender tu fiesta es impedir que otros hagan la suya (pobricos… Y encima se les llena la boca con el pamplonesismo).

Y tras esta reflexión solo quiero dar gracias infinitas a quienes venís a visitarnos. Una vez más vuestro cariño, paciencia, tolerancia, aguante y empatía (podría seguir con otras tantas virtudes) ha sido de 10. Tras dos horas de cola, aún tenéis el temple y el corazón de darnos las gracias. Os diré que varias veces me he emocionado hasta las lágrimas al recibir esas muestras de cariño. Este año, además, pasó una cosa muy especial: una señora que vive por la zona de Jabugo en Huelva quiso ver el interior de la churrería; se lo enseñé y empezó a emocionarse porque le recordaba a su abuelo, y terminamos los dos llorando al unísono.

Como siempre os diré que, si en algo hemos fallado (una mala respuesta, una mala atención, un grito fuera de lugar o cualquiera de esas torpezas que cometemos a menudo), os pido perdón. Prometemos enmendarnos.

Doy las gracias a nuestro equipo, a propios y ajenos, todos familia, y como buena familia, mal avenida.

Gracias a la música: a la Jarana en la diana del 7; a Andoni Cortizo, txistulari de Tafalla, y sus dos atabalaris, que al incluir obras de Sarriegi acercaron el 19 de enero al 7 de julio; a Kike con su portentosa voz y sus fieles escuderos; a Iban Goñi, que viene con los de Tarazona y nos regalan un poderoso “Rey” (gracias Raquel por chivarme el nombre); y cómo no a La Pamplonesa, la “filarmónica de Pamplona”.

Me vais a permitir que me dirija desde aquí a alguien especial: gracias, Jesús Garisoain. Tu cariño hacia nosotros ha sido muy gratificante. Vuestra visita es un honor y nos sentimos orgullosos de recibiros. Y sí, nos hace sentirnos importantes en Pamplona, y eso, para nosotros, es lo más que se puede desear (no quiero ser importante ni en Madrid ni en Oklahoma, quiero ser importante en Pamplona).

Este año ha habido grandes ausentes. Los hemos recordado, homenajeado y llorado como se merecen.

Y para terminar, quiero mencionar a una periodista, Pilar García Muñiz, que, a raíz de una entrevista que me hizo en la calle Mañueta a eso de las 10,30 para emitir en el programa La Tarde de Cope, se despidió así (y con esto me mostró que había entendido a la perfección lo que somos): “La pregunta inevitable llega al final: ¿hasta cuándo seguirán? Fermín tiene la respuesta clara: “En 2027 cumplimos 155 años, y a partir de ahí veremos venir”. Mientras tanto, Pamplona seguirá encontrando en La Mañueta un sabor a pasado que nunca caduca. Una historia viva, contada a través del aceite caliente, el crujir del churro y el corazón de una familia.”.

Toca brindar por todos vosotros, por nosotros, por los que nos faltan y por Pamplona. ¡Viva San Fermín! Gora San Fermín!

(Como dice mi amigo Quitito de La Plata: “Por favor, no se me mueran”)