Dicen que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. En muchas ocasiones he dudado de lo acertado de esa frase tan popular desde el punto de vista de la igualdad entre hombres y mujeres pero en el caso de Begoña Zalduegi es así. Fue una gran mujer, un gran pilar en el seno de una familia que ha sufrido los embates consecuencia de las responsabilidades políticas de su marido Juan Mari Atutxa.

Siempre consideré que era una personalidad ejemplar, digna de admiración y reconocimiento. Tanto es así que le planteé entrevistarla en mi época de estudiante de Comunicación. Su modestia, o su deseo de responder a ese requerimiento devolviendo el cumplido, le llevó a trasladar mi petición a su marido. Finalmente terminé haciendo la primera entrevista de mi carrera a Juan Mari Atutxa en un tiempo en el que muchos y muchas periodistas ansiaban conseguir esa oportunidad.

Estas últimas semanas he tenido más presente que nunca su capacidad de afrontar la vida siempre con una sonrisa, su alegría y su discreción que solamente rompió para dirigirse a quienes quisieron sesgar la vida de su marido a través de una llamada telefónica a la radio: “Soy Bego. Mi marido es el consejero de interior. Quisiera decir a ETA públicamente que nuestra única fuerza es Euskadi, que no cederemos ante el chantaje del terror, que hemos nacido abertzales con mayúsculas y estamos dispuestos a dar la vida por Euskadi. Nuestros padres sufrieron cárcel y represión por ser abertzales, ahora sois vosotros los nuevos dictadores. No hemos nacido para vivir arrodillados. Y un ruego, la próxima vez que intentéis matar a mi marido, os ruego que primero os aseguréis de que le acompaño, porque yo quiero morir con él. Gora Euskadi askatuta!”.

Recuerdo que en una ocasión. Me dijo que se emocionaba viendo cómo cuidábamos a mi ama durante su enfermedad. Unos cuidados de los que ella también ha sido merecedora por parte de su hija, hijos y marido. Estoy seguro que sus últimos días también han sido ejemplo de positivismo, fuerza, valentía y amor hacia los suyos, como siempre.

Espero que más pronto que tarde su humor y sus anécdotas que contaba con una gracia única pasen a ocupar su recuerdo para sus allegados. Todos y todas recordaremos en Lemoa a esa gran mujer abertzale con gran sentido de país que fue Begoña Zalduegi.

Tras su implicación por reconocer a las víctimas de la represión franquista como las presas de Saturraran, los gudaris y los Ertzainas del Gobierno del Lehendakari Agirre, ahora nos toca reconocer la labor de mujeres que como ella se comprometieron políticamente, trabajando siempre con discreción y firmeza.