pamplona. ¿Hay motivos para temer a las redes sociales?

Hay muchos motivos para temer a las redes sociales. De partida son buenas, porque nos permiten relacionarnos con las personas. Lo que ocurre es que el uso que se puede hacer de la información que se encuentra en las redes sociales puede ser muy perjudicial. Por eso hay que buscar un equilibrio entre las potencialidades de las redes sociales y la peligrosidad de la información que se encuentra en ellas.

Pero eso es complejo...

La gente no sabe la tecnología que hay detrás, el negocio, las consecuencias... Y sin embargo, el ciudadano salta a la piscina pensando como en la vida real. Si yo le pido una foto a una persona en la calle me va a mirar raro y, en cambio, puede que tenga miles de fotos suyas colgadas en Internet. Las consecuencias de lo que hacemos en la vida virtual no son las mismas que en la vida real. Colgar las fotos de una juerga en una red social puede tener sus consecuencias a la hora de ir a buscar trabajo.

¿Los peligros se pueden resumir en la pérdida casi total de intimidad?

Estamos hablando de varios riesgos, de un control social muy fuerte: todos controlan a todos. Es muy difícil borrar los rastros. Una vez que se cuelga un dato en Internet es muy difícil ir hacia atrás. También hay problemas con la pérdida de empatía y no nos ponemos en el lugar de los demás, ya que cargamos información de otros, la etiquetamos, sin pensar en las consecuencias.

¿Qué papel desarrollan las autoridades de control de datos?

En primer lugar, hay que vigilar a los servidores de redes sociales. A las autoridades de control les compete exigirles a estas entidades que sean cuidadosos con el cumplimiento de la normativa y el tratamiento de los datos personales y los derechos, tales como información, seguridad, acceso, cancelación...

¿Y en lo que respecta a los usuarios?

Es una tarea de fondo. Hay que sensibilizarles hablándoles de la trascedencia de lo que hacen constar en las redes sociales. Hay que tener las mismas premisas de cautela en la vida virtual que en la vida real, incluso ver más peligros. Se les debe sensibilizar para que sean respetuosos con su intimidad y con la de los demás, que sean conscientes de que cuando uno realiza una acción, tiene muy difícil la vuelta atrás. Tienen que pensar que esa información que normalmente destinan a sus amigos la pueda ver su jefe, su profesor, su marido, su mujer, etc. Lo que se hace en el mundo virtual tiene efectos en la vida real, por eso hay que ser prudentes en aquel.

La legislación actual, ¿es suficiente para regular las redes sociales?

Falta mucho por regular. El problema que tiene la regulación en lo que respecta a redes sociales es que no se limita a la soberanía de un Estado, porque estamos hablando de un fenómeno globalizado. Por eso se requiere que haya unos stándares mínimos de protección de datos, que es uno de los últimos logros que se han aprobado en la última conferencia internacional de autoridades de control. La protección de datos es un derecho fundamental en Europa, pero en otros países ni siquiera es un derecho. Poco a poco vamos dando pasos hasta alcanzar unos stándares mínimos.

¿Qué compromiso están mostrando los gestores de redes sociales en materia de protección de datos?

Hay de todo. Estamos acostumbrados a hablar de las redes sociales famosas, como Facebook, Twitter o Tuenti, pero hay miles de bases de datos. Hay algunas muy respetuosas y hay otras que son absolutamente delictivas, con menos importancia, pero que han cerrado, aunque no es lo habitual. Entre las 20 ó 30 redes famosas que conocemos y utilizamos las hay con mayor o menor compromiso con la privacidad. De hecho, Facebook, que es la más importante, tiene altibajos.

¿Se pierde algún derecho al colgar una foto o un vídeo en una red social?

Cuando alguien cuelga un material propio, de lo único que tiene que ser consciente es de las consecuencias que eso puede tener para su propia vida e imagen. Cuando se cuelgan los vídeos o fotos de otra debe pedir el consentimiento, porque se puede llegar a cometer un delito. Estamos hablando de redes mundiales y los derechos de acceso, rectificación y cancelación no están vigentes en todo el mundo. Lo que estamos haciendo las autoridades de control es que, al menos, nos den una dirección o lugar de referencia para poder realizar las quejas correspondientes.

¿Qué dimensión se vislumbra para el fenómeno de las redes sociales?

Lo que hoy se dice queda viejo para mañana, porque estamos ante un fenómeno social de arranque. En estos momentos hay una exhibición de la vida privada que hasta ahora no se había dado nunca en la Historia y veremos a dónde nos lleva todo esto, pero además sin reflexionar, que es lo duro. Cada uno debemos ser nuestro propio editor, así que eso también tiene que ver mucho con la educación, con la ética.

¿Qué va a depararnos el futuro?

Yo soy un optimista preocupado. Vamos hacia una sociedad de la vigilancia, una sociedad que nos vigila y que nosotros vigilamos. Una sociedad de mucho más control, más transparente, pero no en sentido positivo, sino una sociedad que no olvida porque deja rastro, una sociedad más compleja. Los de mi generación hemos sido más libres que nuestros hijos en ese aspecto. La identidad de una persona ya no es la que ella hace, sino la que también le hacen los otros.

¿Y qué ocurre con los menores?

Los menores son el eslabón débil de todo este hecho social. Son más vulnerables porque no ven su futuro y menos su presente. Las acciones son dos: unas educativas, para que sean conscientes y conozcan la dimensión del mundo tecnológico. Hay que sensibilizar a los jóvenes desde la familia, el centro educativo y desde la propia sociedad; y por otro lado, con las empresas de redes sociales debemos ser muy beligerantes para que respeten los derechos de los jóvenes. Se está haciendo de manera global en toda Europa y la exigencia cada vez es mayor. Una red de jóvenes como es Tuenti en España está haciendo muchos esfuerzos para que no entren menores de 14 años, que es el límite de edad más habitual.

¿Algún mensaje para los padres?

Estamos ante un fenómeno nuevo lo que hace que algunas familias vean las redes sociales con desconfianza e incluso prohíban a sus hijos utilizarlas o conectarse a Internet. Y tampoco vamos a educar a hijos frikis, que sean los raros de la clase. Lo que tenemos que ser es luchadores a la hora de decirles y exigirles unos principios éticos y ser vigilantes, igual que somos en la vida real.

¿Cuál es la magnitud que ha alcanzando el fenómeno?

Sin lugar a dudas, hoy por hoy uno de los problemas principales que puede haber en materia de protección de datos para las autoridades de control son las redes sociales. El número de denuncias van a aumentando en la medida que la gente se va sensibilizando. Las autoridades de control podemos hacer cosas y se están haciendo, pero cada uno debemos ser editores de nuestra propia identidad, con los mismos miedos y premisas que en la vida real y ser respetuosos con los demás.

Ante un problema relativo a la protección de datos en la red social, ¿cómo se debe reaccionar?

Cuando se quiere denunciar una práctica en redes sociales hay que escribir un escrito de denuncia, y la Agencia Española de Protección de Datos tiene modelos para ello. Además, se deben recopilar las evidencias mayores para que el instructor pueda llevar a buen término esa denuncia.

¿Qué garantías pueden dar las autoridades de control a los usuarios de que esas denuncias van a ser eficaces?

Como en cualquier denuncia, se puede decir que se va a hacer todo lo posible por evitar que se produzca ese hecho, por sancionar a quien ha hecho mal uso de esos datos personales, etc. Siempre vamos a reaccionar de la forma más eficaz posible.