"El haber sufrido un infarto no puede ser un obsesión que paralice"
Un médico que sufrió oclusión de una arteria cuando se disponía a operar aconseja recuperar la actividad
pamplona. El jueves se cumplió un año del infarto que sufrió Javier Reparaz cuando se disponía a realizar una intervención quirúrgica. Tenía 48 años, su colesterol no era alto, fumaba ocasionalmente, "dos o tres paquetes al año", practicaba deporte con asiduidad, quizá sufría algo de sobrepeso, "pero no cometía grandes excesos", es decir, en teoría, no tenía boletos suficientes para que le fallara el corazón. "Me pasó de forma sorpresiva porque en medicina no todo es matemática", reflexiona en su consulta del Centro de Especialidades Príncipe de Viana.
"Fue a las nueve la mañana, sin previo aviso, había pasado una noche normal, sin molestias o sintomatología traicionera, pero cuando iba a entrar en el quirófano noté un dolor brusco, precordial e intenso, al minuto me empezó a doler el brazo y me fui a Urgencias. Allí me hicieron un electrocardiograma y me diagnosticaron un infarto brusco, agudo e importante", recuerda. Su condición de médico le hizo sospechar que sus síntomas predecían algo grave. "Sabía que se trataba de una cosa extraordinaria, importante. Al principio era malestar pero cuando el dolor se irradió al brazo pensé en algo como un infarto, quien no tuvo muchas dudas fue el médico que me atendió". Precisamente esta rapidez en el diagnóstico y el posterior tratamiento fue clave en la recuperación de Reparaz. "Mi caso es excepcional, no hubo pérdida de tiempo porque me encontraba en el recinto hospitalario. Desde que experimenté los síntomas hasta que me realizaron el cateterismo pasó sólo una media hora, además el trato fue estupendo porque estaba entre amigos, conocía a todos los cardiólogos, mi mujer es médico... Estaba en casa", resume. Según admite, el susto fue tremendo, pero no temió por su vida. "Es una sensación de angustia, el dolor te paraliza, pero en ese momento no te haces planteamientos excepcionalmente profundos, eso sí, recuerdo que tenía miedo a perder el conocimiento".
Ahora se encuentra bien, de hecho, a los dos meses de sufrir el infarto ya estaba de vuelta en su consulta. "Me quedan sensaciones ligeras precordiales, me acuerdo, siempre lo tengo un poco en mente porque sólo ha pasado un año, pero de las cosas que puedo transmitir es que el reincorporarse o volver a la actividad normal es importante". Y va más allá: "El dar demasiadas vueltas al problema no te conduce a nada. El infarto deja una sensación de temor, pero el hecho de haberlo sufrido no se puede convertir en una obsesión que paralice".
Él mismo lleva a la práctica sus recomendaciones. "Sigo las pautas de los cardiólogos. Dejar de fumar no me ha costado ni evitar el sedentarismo porque siempre me ha gustado el deporte, lo que sí se me hace duro es el cambio de hábitos alimentarios. Tengo buen apetito y ahora no puedo comer todo lo que quiero", admite resignado. Reparaz finaliza con un reconocimiento al papel clave de su entorno. "Contra el miedo lo fundamental es la confianza en la gente que te apoya"
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