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Un libro rescata el combativo papel de los comuneros antes de la 2ª República

EL MELIDÉS JOSÉ MIGUEL GAStÓN analiza el periodo 1896-1930 en "¡vivan los comunes!"El autor considera que los opositores a que se privatizara el comunal fueron luego "fusilados durante la Guerra Civil"

Un libro rescata el combativo papel de los comuneros antes de la 2ª República

PAMPLONA. Tenga en este esbozo una buena sesión de historia contada en el libro de la foto por el señor que lo sostiene, una historia de cuando la tierra era un bien imponderable y a la que sólo accedían los poderosos, y el pueblo campesino elevaba su voz en torno a esa injusticia, muchas veces dejando su sangre por el camino. "Se trata de uno de los libros que faltaba en la bibliografía navarra, una obra monográfica que analiza en profundidad un tema mítico que cobró especial virulencia en la Zona Media". Así presentó Jose Mari Esparza, de la editorial Txalaparta, la obra ¡Vivan los comunes! Movimiento comunero y sucesos corraliceros en Navarra (1896-1930), un trabajo del melidés José Miguel Gastón que rescata el papel combativo de los comuneros (aquellos que defendían los terrenos comunales en contra del individualismo agrario) antes de la Segunda República, "su misión inmemorial como mitigadora de la desigualdad" que había impuesto la reforma liberal agraria de finales del siglo XIX.

las cuestiones previas Para entender la cuestión, las posteriores consecuencias -"los que se sentaban a negociar frente a los corraliceros antes de 1930 fueron algunos de los que después, en la Guerra Civil, estaban de pie frente a los fusiles y son aniquilados en las tapias de los cementerios", afirma el autor-, hay que retrotraer la vista hasta el siglo anterior y analizar la sociedad de la época, entender el contexto global, la importancia del uso y el disfrute de la tierra y la cuestión agrícola como medio principal de subsistencia y/o de riqueza. Emilio Majuelo, profesor de Historia Contemporánea en la UPNA y prologuista del libro, destaca que "es imposible conocer lo que ocurre en la Segunda República, su conflictividad, sin hablar de 30-40 años antes de la llamada intensificación del capitalismo agrario".

A tal denominación se acude para hablar de la privatización de los bienes municipales (a las elites, terratenientes, burgueses y corraliceros les sienta de maravilla la legislación) provocada por la reforma agrícola de finales del siglo XIX, que suscitó la airada reacción de los comuneros navarros, que salieron a la calle en Tafalla, Olite y Beire y a los que luego se añadieron los labradores de Miranda de Arga, Larraga, Falces, Peralta, Funes o Marcilla. El corazón de Navarra se agitó para hacer frente a las "desigualdades sociales impuestas por la reforma", una revolución que desembocó en "una crisis agrícola, por la caída de los precios del cereal y por la llegada de la filoxera que asoló los viñedos navarros; y una crisis pecuaria, por la caída de los precios de la lana, hasta que ambas crisis alimentaron los comportamientos individuales".

En el meollo de esas luchas, de una miseria que iba a más, surge el comunero para dejarse oír. Se alcanza así principios del siglo XX, 1906 sin ir más lejos, cuando la situación se atempera, se empieza a ver la luz, pero la protesta por los comunales ya no es una cuestión doméstica, se recrudece, incluso más tarde se sindicaliza, conscientes los comuneros de que la privatización de la tierra no lleva a ningún buen puerto.

el movimiento coge fuerza "Los comuneros fueron viviendo un proceso de empoderamiento", resalta Gastón, "se fueron creando las primeras comisiones de vecinos, surgen juntas comuneras (como en Falces, donde incluso tenían su propia taberna) y a esos jornaleros se fueron añadiendo barberos, carpinteros o comerciantes, conscientes de que formaban parte de la misma clase social". Esta identidad comunitaria terminó por alcanzar cargos concejiles, alcaldías, y a formar incluso partidos comuneros, que tambaleaon los resortes del orden social quepriorizaba la propiedad.

Fijado en el almanaque ese periodo desde 1890-1930, la obra recorre en el avance del peso del campesinado y su labor de concienciación incluso de la Diputación, que se dio cuenta que para aplacar ese movimiento "ya no bastaba con repartir pequeñas suertes en los sotos. No era suficiente con un reparto caritativo, tenían que ser más equitativos", analiza Gastón, que resume que "los comuneros consiguieron en Navarra repartir más y mejor la tierra". Se potenció el papel de los jornaleros, su nivel de vida se benefició de esa lucha, pero "todo esto se rompió en la Segunda República". Una etapa política más compleja, intensa y conflictiva, y que ha dado para unos cuantos libros. Pocos, sin embargo, analizan los capítulos previos como el de los comuneros que sirven para explicar muchas parte de la historia. Así lo hace Gastón.