conocer los animales de la granja, comprender la importancia de la existencia del medio en su estado natural o asimilar la necesidad de la energía para acciones cotidianas son algunos de los objetivos planteados por Gure Sustraiak, una granja escuela situada en el valle de Ollo.

Tras ocho años trabajando en el campo de la Educación Ambiental, sus dos promotores, Raúl Pilar, biólogo y técnico en la materia, y Pedro Azpíroz, monitor de tiempo libre y educador ambiental, han optado por constituir el centro como cooperativa de iniciativa social, con la entrada en ella de Gorka Cubelos, animador sociocultural.

Con ello, el proyecto pasa a tener una finalidad social y sus socios renuncian así al lucro personal. Raúl Pilar afirma que este cambio en la forma jurídica responde "a la filosofía que tenemos a la hora de hacer las cosas" y que posibilitará dar un sentido social a su trabajo. "Gure Sustraiak, significa nuestra raíces y lo que queremos mostrar a los visitantes es cómo se vivía tradicionalmente por medio de la autogestión", añade.

Cada año pasan por sus instalaciones unas 2.800 personas. La gran mayoría son escolares aunque también se acercan hasta ellas personas con discapacidad, diferentes colectivos y asociaciones, y familias, especialmente durante los fines de semana.

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El programa con más demanda

Los programas que lleva a cabo Gure Sustraiak tienen nombres diferenciados pero todos comparten una misma metodología y están enmarcados en el proyecto educativo: Educando para la sostenibilidad.

Dentro de este proyecto, el programa de la granja es el que más demanda tiene entre los visitantes. El objetivo prioritario de todas las actividades que incluye es que "los visitantes descubran la procedencia de algunos alimentos y los métodos utilizados para su obtención y su posterior transformación", aseguran desde Gure Sustraiak.

Para ello, la granja cuenta con una amplia variedad de animales distribuidos en diferentes hábitats, según sus necesidades. En el estanque se encuentran las ocas y varias especies de patos. Por su parte, en la zona de aves domésticas conviven en jaulas de doce metros cuadrados dos razas de gallinas, diferentes especies de palomas, varios ejemplares de canarios y un pavo común de nombre Bartolo. "Casi todos los animales tienen nombres graciosos o llamativos -dice Pilar-, es una forma de captar la atención de los más pequeños".

En la zona del establo, los visitantes pueden observar a varios conejos junto a sus crías, a una pareja de burros, Peluche y Princesa que hace unos meses fueron padres de Paca, a la cerda Manchitas y a varios ejemplares de cabras enanas y de ovejas de la raza merina. "La idea es ampliar esta familia de animales", anuncian desde la granja. Los visitantes que optan por este programa pueden participar en talleres de elaboración de pan o de reciclaje.

Pero además de la granja, Gure Sustraiak oferta a sus visitantes otros programas relacionados con el Medio Ambiente. En uno de ellos se da a conocer el bosque y el entorno más inmediato de la granja, también hay otro en el que se muestra el cultivo y la siembra en una huerta. Todos tienen en común una misma idea: "Mostrar el día a día de nuestros antepasados como una forma de vida sostenible con el medio".

Como novedad, este año Gure Sustraiak incorpora un programa para trabajar en las aulas de los colegios y conseguir profundizar así en sus objetivos de educación para la sostenibilidad.

turismo sostenible

Una alternativa al sol y playa

Los visitantes de esta granja escuela suelen ser alumnos de colegios de Primaria pero Gure Sustraiak también cuenta con actividades adaptadas a los cursos de Secundaria o programas específicos para personas con algún tipo de discapacidad. "Debemos de facilitar y dar ocio de calidad, teniendo como parámetro la inclusión social", aseguran.

Todos los años, durante los meses de verano, distintos centros y asociaciones pasan varios días de vacaciones en el albergue de Gure Sustraiak. Durante esos días, la plantilla de trabajadores se amplía hasta las veinticinco personas con la inquietud de aumentar la sensibilidad hacia el entorno de esos visitantes.