"Pedir ayuda ante la agonía de una enfermedad terminal y no recibirla, eso es morir indignamente"
El doctor Montes, que ayer visitó Pamplona, se vio implicado hace cinco años en el mayor escándalo de la sanidad pública en décadas, el caso de las sedaciones en Leganés. Fue denunciado por 400 eutanasias que en realidad fueron sedaciones terminales legales. El juez archivó la causa
pamplona. El ex coordinador de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés, invitado por Derecho a Morir Dignamente-Duintasunez Hiltzeko Eskubidea, ofreció ayer una charla sobre la disponibilidad de la propia vida. "Morir sin dolor es un derecho universal", defiende Montes, quien invitó a las familias de enfermos terminales a luchar contra el encarnizamiento terapéutico. El anestesista, que vivió un calvario en 2005 tras una denuncia anónima y llegó a ser tachado de asesino -"como consecuencia de la alarma social generada entonces se ha muerto peor en España"-, acusa a los políticos de frenar el debate de la eutanasia y sostiene que las connotaciones confesionales de algunas instituciones sanitarias son incompatibles con el tratamiento del dolor y el confort en la muerte. "La vida es de cada uno, no del médico", asevera.
¿Tras el vía crucis profesional y personal que padeció hace cinco años a qué se dedica ahora?
Soy anestesiólogo. Tengo mi plaza en propiedad en el hospital Severo Ochoa de Leganés, donde me cesaron como coordinador de Urgencias. Tras la destitución volví al servicio de Anestesia y Reanimación.
¿Cómo concluyó judicialmente el caso de las sedaciones de Leganés?
La consejería de Sanidad de Madrid llevó a los juzgados de Leganés una denuncia y fui investigado. El juez archivó el caso pero en el contenido de la sentencia se hablaba de una mala práctica médica por eso la recurrimos. La Audiencia Provincial de Madrid ordenó retirar cualquier mención a mala práctica médica en la sedación de pacientes en agonía. No se puede recurrir porque es sentencia firme, es decir, que el caso acabó con un archivo en firme y la retirada de cualquier mención a malas prácticas en el hospital.
Pero no fue restituido en el cargo...
Era un puesto de libre designación. La consejería de Madrid lleva la gestión y la política de tal forma que no puede reconocer un error, no cabe ningún acto de restitución o pedir perdón no ya al hospital sino a los pacientes.
Usted ha afirmado que tras el escándalo se muere peor en los hospitales de este país.
Como consecuencia de la alarma social que se generó han muerto peor los pacientes en España. Hubo un primer tiempo, con una campaña mediática desde mi destitución hasta el verano, en que la situación fue terrible, todos los días en las portadas de la prensa. La práctica habitual era tratar la agonía, pero a raíz de aquello entre los médicos hubo reticencias para una práctica que está dentro de la lex artis, una práctica normal y cotidiana. También hubo una respuesta ciudadana con el caso Leganés y películas como Mar Adentro que se tradujo en la apertura del debate. Ahora estamos en plena discusión sobre el plan de cuidados y la muerte digna. Me gustar pensarlo así por sentir alguna gratificación, pero creo que se ha abierto el debate y que está ahí, en la ciudadanía.
¿La sociedad está madura para este debate?
Sí. Los políticos nos dicen que no estamos preparados, pero es una falacia. La sociedad lo está, pero el debate tiene que ser tranquilo y sereno. Si no estamos preparados en 2010, pero no hacemos nada, tampoco lo estaremos en 2013, y si no hacemos nada en 2013 seguiremos sin estar preparados en 2017. Ese argumento de si estamos preparados o no es una falacia. El debate está abierto y hay que canalizarlo. Es un tema que interesa: el debate sobre la eutanasia, el suicido asistido, la muerte digna y la disponibilidad de la propia vida convoca a los ciudadanos.
Entonces, ¿por qué el Congreso no está trabajando ya en esta cuestión?
La petición llega al Congreso todos los años a propuesta de IU, este año también de ERC. Me llama la atención la postura del PSOE, centrado en los cuidados paliativos. Parece que no se puede hablar de eutanasia hasta que no se haya dado esa universalización de los cuidados paliativos. Esto es otra falacia: la eutanasia y el suicidio asistido van de la mano del desarrollo de los cuidados paliativos. Iniciar el debate de la eutanasia y el suicidio asistido estuvo en el programa del PSOE hace dos legislaturas, pero supongo que por tiempos o cartera no quieren acumular discusiones que puedan suponer pérdida de votos. La oposición, por su parte, tiene una postura de francotirador. Hay miedo a abrir otro debate como el del aborto, la ley de dependencia o el matrimonio gay.
¿Es posible morir sin dolor?
Por supuesto. Es un derecho universal. Todo el mundo se merece morir dormido. Se puede inducir un coma, pero siempre tras una petición de ayuda, con la característica clara de voluntariedad y en un contexto de una enfermedad grave, terminal, con un pronóstico de vida corto y, además, con la previsión de que habrá un terrible sufrimiento físico y psíquico. La medicina ha avanzado y se puede morir dormido.
¿Se confunde sedación y eutanasia?
La sedación se aplica cuando el enfermo está agonizando, el pronóstico de tiempo de vida es de horas mientras que la eutanasia puede ser en un contexto de terminalidad, pero en el que la muerte no se prevé de forma inminente. Todo el mundo entiende el momento en que la muerte está presente, la agonía con sus terribles síntomas. La sedación, que es la eutanasia indirecta, está despenalizada, es una práctica médica cuando está indicada por los síntomas del paciente y debe ser una práctica habitual. La distinción está clara: la muerte está presente, es la agonía, el momento final de la vida.
¿La sedación terminal mata?
No. Mata la enfermedad de la que el paciente se esté muriendo. Mi experiencia es que con sedación se tarda más en fallecer, se muere mucho antes con un shock doloroso que dormido, pero se muere con mucho más confort. ¿Se adelanta unos minutos o unas horas la muerte? Si se hiciera una encuesta, todo el mundo preferiría morir dormido aunque durara tres horas menos. La sedación puede adelantar en algunos casos la agonía, pero es un bien necesario que la acorte porque es terrible.
¿Es una cuestión de proporcionalidad en la dosis de sedante?
La dosis depende de muchos factores: de la enfermedad, de sus síntomas, de cómo te plantees el confort, que consiste en desaparezcan los síntomas que provocan ese disconfort. En unos casos será una dosis y en otros otra, por ejemplo, si se trata de un paciente oncológico de larga duración y tomando analgésicos, se necesitará una dosis mayor. No hay dosis estándar. Hay que dar la que se precise.
¿Las familias deben denunciar el encarnizamiento terapéutico?
Alargar el esfuerzo terapéutico cuando éste no está produciendo una recuperación y lo único que hace es alargar la enfermedad y el sufrimiento es lo que se conoce como tratamiento fútil o desproporcionado. Si no produce ningún beneficio y sólo prolonga unas horas o días la vida es un encarnizamiento terapéutico claro, una mala práctica médica. Esto se tendría que evitar. En estos casos la actitud del médico es terrible.
¿Qué pueden hacer los familiares?
Pueden hacer todo. Trabajo a diario en un hospital y veo las reacciones de médicos y pacientes: no pueden aceptar la información que reciben y se refugian en eso de que mientras hay vida hay esperanza o en que están por la vida de los pacientes... El contenido de la medicina no es la vida, sino la salud. La familia juega un papel fundamental porque, si el paciente no es autónomo y competente tiene que defender los valores de su familiar enfermo y luchar para que se limite el esfuerzo terapéutico. Los derechos están ahí, pero se tienen que pelear, conquistar. No sé por qué, en caso de prácticas médicas que se acompañan de consentimiento informado, la familia firma siempre. Los ciudadanos tenemos que tener una postura más activa ante la muerte, sobre todo, para que ésta sea lo más confortable posible.
Pero en esos momentos la familia está confusa, desamparada...
En un primer momento la familia recibe información y se crea un clima de confianza médico-paciente. En un momento dado, en esta relación se va a plantear las alternativas: qué vamos a lograr con el tratamiento o qué bien está produciendo, entonces la familia tiene que empezar a reaccionar. Al principio te sientes impotente, estás en pleno duelo, puede que pierdas a un ser querido, estás bloqueado, pero pasan los días -el encarnizamiento terapéutico se prolonga durante horas o días- y ves que se va acercando el final de la vida y hay que tener una postura más activa.
¿Se muere peor en los hospitales católicos?
Recuerdo el caso de Inmaculada Echeverría (la navarra con una enfermedad degenerativa obligada a vivir enganchada a un respirador), que había pasado su últimos cinco años en un hospital de la orden de San Juan de Dios en Granada y había pedido de forma reiterada su derecho, amparado por nuestro marco jurídico, a rechazar el tratamiento. El caso llegó al Tribunal Superior de Andalucía, que dio la razón a la enferma, pero en el último momento el hospital hizo objeción de conciencia porque ellos "están por la vida". Es impresentable dejar en desamparo total los derechos de los enfermos. Es una línea de actuación. Las connotaciones confesionales, si conciben la vida como un don recibido y lo único que creen que deben hacer es llevar ese don todo el tiempo que sea posible, son incompatibles con el tratamiento del dolor, con el confort en la muerte.
¿Cómo se muere en este país?
En este país se muere fatal. El Consejo de Europa ha recomendado modificar los comités deontológicos y que se retire de los códigos deontológicos que el contenido de la medicina es la vida. La vida es de cada uno, no del médico. Es importante abrir el debate.
Hablan de muerte digna, pero un enfermo que renuncia a la sedación ¿tiene una muerte indigna?
No. La muerte digna es la que sucede de acuerdo con los valores del paciente. A mí me han rechazado sedaciones y he visto morir a gente muy dignamente de acuerdo con sus ideas y valores. Los que es indigno es pedir ayuda en una situación terminal y que no se proporcione. Eso es morir indignamente.
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