Una multitud de fans uniformados al más puro estilo hard rock y heavy metal —con vaqueros, tatuajes y camisetas negras de los grupos más emblemáticos del género— aguardaban ayer en las puertas del Navarra Arena esperando el inicio de un concierto histórico por el sesenta aniversario de Scorpions. La banda, fundada en Hannover, Alemania Occidental, en 1965, formó parte de la primera ola de heavy metal en los años 70 y, durante las décadas posteriores, se ha consolidado como uno de los grupos más míticos de esta música —con un acercamiento hacia el rock en sus épocas más recientes— que acumula a sus espaldas más de 110 millones de álbumes vendidos.
Plagado de manos cornutas (el típico signo del heavy metal que se hace con la mano), el Navarra Arena acogía a cuadrillas de metaleros de diferentes partes de España que acudieron a Pamplona para disfrutar de un concierto memorable que consiguió vender alrededor de nueve mil entradas, aproximadamente el 76% de la capacidad total del pabellón. Entre las canciones más esperadas de quienes aguardaban en la fila se mencionaron éxitos como Wind of Change, Dynamite o Rock You Like A Hurricane.
No es la primera vez que Bitton, que vino desde Bilbao a disfrutar del deleite rockero, escuchaba a la banda en directo. En efecto, es la vigésimo primera vez que lo hace. El bilbaíno prácticamente no concibe una vida sin ser seguidor de Scorpions. “Soy fan desde los 12 años y tengo 56. Creo que esta será la última vez que les podré ver actuar y por eso he venido”, contaba ilusionado. Bitton lleva tantos años acompañando al grupo a lo largo de sus giras que horas antes del concierto era capaz de predecir la alineación y los movimientos de cada integrante: “El de la izquierda, el más mayor de todos, no va a parar de mover la guitarra de un lado a otro”.
Aunque había una evidente predominancia de un público de unos cincuenta y sesenta años, también sorprendieron con su presencia personas jóvenes como Vanessa Ibañez, de 23 años, o Sheila, su hermana, de 30. “Llevamos toda la vida escuchando a Scorpions porque de pequeñas, nuestro padre nos ponía sus canciones en el coche”, recordaba Sheila con nostalgia. Vanessa, por su parte, explicó que Scorpions es su grupo favorito y que Wind of Change es un tema que le obsesionaba cuando era niña. De hecho, mencionó que reproducían tanto el disco de la canción en el coche que terminó por rayarse.
El responsable de la pasión de Sheila y Vanessa por la banda es Miguel, su padre. Él lleva desde los 18 años siendo fanático del grupo y disfrutando de sus actuaciones en multitud de lugares distintos. “Desde los 80, 90 hasta los dos mil, dos mil diez, dos mil veinte...Toda la vida he escuchado la música de Scorpions y toda la vida la han escuchado mis hijas porque yo no paraba de ponérsela en el coche”, relató.