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El vídeo de la reconstrucción de Yllanes

grande-marlaska defiende en pamplona las instrucciones "públicas" salvo excepciones Plantea declarar secretos temporalmente hechos noticiables concretos y critica los juicios paralelos "sin verdad judicial"

El vídeo de la reconstrucción de YllanesFoto: patxi cascante

pamplona. Agotó el papel. Bilbaíno de 48 años, Fernando Grande-Marlaska, juez de la Audiencia Nacional, finiquitó con su sola presencia, sin divinidad alguna por cierto, las invitaciones a las jornadas de Comunicación y Justicia que organiza el TSJN. Quizás el lleno lo motivara su consideración de juez estrella que le pisará siempre los talones, "ese sonsonete -como dijo Joaquín Galve, magistrado de lo Contencioso en Pamplona y presentador del acto- que se usa en sentido peyorativo, ignorando que tal consideración proviene de la trascendencia de los asuntos que instruye".

Marlaska, juez aperturista y transparente con los medios, a los que calificó de garantes del "control social de la judicatura" y de exigencia imprescindible para ejercer su profesión con responsabilidad, se vino arriba conforme avanzó la conferencia en la que recordó la relación difícil pero necesaria entre la Administración de Justicia y los medios. Al respecto, terció que "la verdad social de los informadores no es la misma que la verdad judicial de los jueces. En el procedimiento está la verdad normativa, no podemos lograr la verdad de cualquier forma y eso a los medios les da igual". Recordó que hay actuaciones generadoras de juicios paralelos que "han supuesto un riesgo porque pueden afectar a la presunción de inocencia. Se puede trasladar opinión pero no dar un paso más allá, hasta la voluntad real e indisimulada de sobrepasar la actuación de los tribunales".

Sin embargo, respecto a la instrucción de los casos, Marlaska definió su ideario: "La regulación actual no se corresponde con la realidad. El sumario no puede ser secreto para terceros hasta que se abra el juicio, pero eso procede de una ley decimonónica. Entiendo que debe ser pública toda la instrucción, no soy un ferviente defensor de ello, pero no tengo ninguna postura de negación absoluta", aclaró el juez, a la vez que señalaba que sea el propio magistrado quien decidiera sobre el secreto de sumario según los casos.

"En muchos supuestos, la regla general no debería ser el secreto sino la publicidad, que debería valorarla el juez" y planteó que "ese secreto no se limitara a las actuaciones judiciales" y que incluso "pudiera acordarse que no se publique nada sobre el objeto de enjuiciamiento, siempre que sean "casos excepcionales" y se justifique en "la gravedad del delito". Pese a como pudieran interpretarse sus palabras, el pensamiento nuclear de Marlaska siguió gravitando en torno al aperturismo.

A la hora de las críticas, el juez de la AN no se mordió la lengua. En el caso de Marta del Castillo, dijo que la profusión de declaraciones ante los medios en los primeros días de la instrucción pudo suponer un "menoscabo" de la acción de la Justicia y un perjuicio "real y evidente" para la misma. Además, aludió al menor apodado El Cuco, acusado en dicho proceso, que ha sido "perfectamente identificado" en los medios, y se preguntó si eso no perjudicará su futura "resocialización".

Por ello, propuso una reforma "clara y evidente" de la regulación del secreto durante la fase de instrucción para evitar situaciones, indicó, como la difusión de transcripciones telefónicas en el caso Gürtel, que "nunca deberían haber aparecido" en los medios, algo que el juez "debería haber evitado".

El magistrado aludió a otros casos concretos para ilustrar la necesidad de una regulación sobre este asunto y se refirió a la filtración "indebida y absolutamente preocupante" de la condena al ex presidente de Banesto, Alfredo Sáenz, porque procedió "de los propios tribunales". Esa filtración, señaló, puede afectar incluso al funcionamiento del propio Tribunal Supremo, debido a la "falta de confianza" entre los magistrados que puede ocasionar lo sucedido.

En el turno de preguntas, a Grande-Marlaska se le cuestionó por su opinión respecto al vídeo de reconstrucción de los hechos que se exhibió durante el juicio por el crimen de Nagore Laffage. Ahí se veía al acusado, José Diego Yllanes, tembloroso y llorando en el baño intentando recrear lo que pasó. Ese vídeo, cuya exposición en sala provocó que lo difundieran televisiones a nivel nacional, fue muy criticado en ciertos medios e incluso recibió opiniones contrarias de jueces navarros. Marlaska, que ya conocía el caso, recibió durante su respuesta más información in situ del presidente del TSJN, Juan Manuel Fernández, que presidió el tribunal de apelación del caso. Una vez conocidas las circunstancias, Marlaska dio su apoyo a ese tipo de difusiones. ¿No vulnera el derecho de imagen del acusado?, se le preguntó: "Era una diligencia importante y es aséptica, porque no es la escena violenta del crimen. El acusado no se desdijo de lo que opinaba en el vídeo y no se incrementó su perjuicio porque las imágenes pudieran emitirse por televisión".