pamplona. El sentido común y unas nociones avanzadas de conducción eficiente son más efectivos que la limitación de la velocidad máxima a 110 por hora, la polémica medida que mañana lunes entrará en vigor y que según varios estudios reduce un 8% el consumo. Disponer en cada depósito de un 15% más de combustible, sin embargo, está a la alcance de cualquier automovilista que decida poner en práctica hábitos más seguros y menos contaminantes. Ese ahorro puede llegar al 40% si el punto de partida es de mayor gasto, motivado principalmente por una conducción muy agresiva.

En tiempos de precios máximos en las gasolineras, apurar cada gota de carburante se antoja cada vez más necesario. La experiencia acumulada en la carretera es suficiente para saber que revolucionar el motor del coche, repetir acelerones y frenazos, etc., son conductas que disparan el consumo, mientras que lo contrario sirve para reducirlo. Sin embargo, existen técnicas más avanzadas que la mayoría de los conductores desconocen y que se enseñan en los llamados cursos de conducción eficiente, impartidos en la Comunidad Foral por el Crana (Centro de Recursos Ambientales de Navarra).

El año pasado, tan sólo 452 automovilistas y 352 camioneros acudieron a realizar una de estas formaciones, cuyo objetivo es implantar una nueva forma de conducir que suponga un ahorro significativo de combustible y de las emisiones contaminantes que se generan. Los asistentes a estos cursos completan un recorrido sin recibir instrucción alguna y, tras ser formados teóricamente en la conducción eficiente, vuelven a repetirlo para demostrar lo aprendido.

El controlador de consumo del vehículo con el que se realiza la práctica (un ordenador de abordo que ofrece información sobre el gasto de carburante en tiempo real, cada 100 kilómetros, etc.) evidencia que las enseñanzas de estos cursos surten efecto. De hecho, el ahorro medio que alcanzaron los automovilistas formados por el Crana el año pasado fue del 16,2% y del 13,3% en el caso de los conductores de vehículos industriales.

buen mantenimiento Tener el coche en buenas condiciones es el primer paso para reducir el consumo. Verificar la presión de las ruedas e hincharlas convenientemente, o cumplir los plazos de revisión para mantener el filtro de aire limpio son pautas que condicionan a la baja el gasto de combustible.

Sin embargo, es al volante donde mayor ahorro se puede lograr. Arrancar el motor sin el acelerador pisado (lo regula la inyección electrónica), pero sí el embrague (menor rozamientos), es la mejor forma de emprender la marcha. La cadencia del cambio de marchas es fundamental, así como el régimen de vueltas al que gira el motor. La primera sólo se engrana para lanzar el coche y, a los dos segundos o seis metros, conviene cambiar a segunda. A partir de ahí se deben aumentar las marchas progresivamente, antes de las 2.500 rpm.

fluidez, ante todo Acelerar de una forma ágil, inmediatamente después de soltar el embrague al realizar un cambio de marchas, y mantener la velocidad de circulación lo más uniforme posible, son principios fundamentales. En este sentido, la anticipación es determinante, ya que permite acompasar el ritmo de la conducción a las circunstancias del tráfico, con lo que se evitan frenazos y acelerones innecesarios.

Para ello es de vital trascendencia conservar la distancia de seguridad con los vehículos precedentes para así contar con un amplio campo de visión (tres coches por delante), lo que posibilita pensar en el comportamiento previsible del vehículo y de los conductores circundantes, para así buscar carriles adecuados, por ejemplo, para mantener la fluidez de la circulación.

Los especialistas recomiendan circular en la marcha más larga que permitan las condiciones de la vía y el tráfico, a bajas revoluciones (entre 1.500 y 2.500 rpm) y utilizar el llamado salto de marchas. Y es que la inercia es otro de los conceptos básicos de la conducción eficiente. Aprovechar la velocidad del vehículo ya lanzado permite levantar el pie del acelerador si se mantiene una marcha engranada. Con esta técnica, que se utiliza también para decelerar ante cualquier situación que anticipe la posibilidad de detenerse, se consigue eliminar el consumo de carburante de forma absoluta. Es decir, 0 litros por kilómetro, o lo que es lo mismo, el súmmum de la eficiencia.