Ser madre no tiene que ser fácil. Por un lado, experimentas una de las mayores alegrías que el humano puede saborear: crear una criatura con todo por vivir y todo por aprender. Pero por otro, las horas y el esfuerzo que se destinan a criar a un bebé desgastan. Lo haces con alegría y con todo el amor, pero desgasta. Y no es fácil ser madre porque no es fácil ser hijo o hija y crecer. La primera vez que va a al colegio y te tienes que separar de él, la primera vez que le tienes que decir que no, las primeras amistades y relaciones, los primeros exámenes, las primeras dudas... Al nacer, empiezas de cero, y los padres y madres se encargan de que, poco a poco, vayas dotándote de lo necesario para poder afrontar la vida.
Sin embargo, todo esfuerzo y sacrificio vale la pena. Ver crecer y madurar a aquella pequeña cosa que sostuviste entre tus brazos por primera vez aquel día que cambió tu vida no tiene precio. Y de ahí, la figura de la madre. Desde el primer día hasta el último, siempre al lado. Nunca falla. Dan la vida para que otra vida pueda construirse lo mejor posible. Y muchas veces, ese reconocimiento no se da o simplemente se banaliza.
Para que esto no ocurra, con motivo del Día de la Madre que se celebra este domingo, Solera Asistencial puso en marcha la emotiva iniciativa “Tejiendo Vidas”, un proyecto que une a madres de distintas generaciones a través de la empatía, la experiencia y la solidaridad. “Tejiendo Vidas” nació de la fusión de dos necesidades: por un lado, dar visibilidad al compromiso y la participación activa de las personas mayores en proyectos solidarios; y por otro, acompañar y apoyar emocionalmente a las madres que viven la incertidumbre de tener un recién nacido en cuidados intensivos. Porque, ¿quién mejor que mujeres que ya han sido madres, que han vivido todo tipo de experiencias, para transmitir serenidad, cariño y una palabra de aliento?
Veteranas y primerizas
En el marco de este proyecto, un grupo de residentes de Solera Urban confeccionó a mano chupeteros y redactó conjuntamente una carta destinada a madres que actualmente se encuentran en la Unidad de Neonatos del Hospital Universitario, acompañando a sus bebés hospitalizados.
Isabel Trueba tiene 90 años. Tiene tres hijos, y pudo haber tenido cuatro, pero falleció al nacer. “Era la época de cuando se robaban niños y nunca lo vi. Yo creo que no fue robado porque creo en las personas, simplemente falleció y es un dolor que todavía tengo dentro de mí”, relata la anciana. Isabel ha sido quien más ímpetu y más horas ha estado tejiendo para dar este detalle. “En la residencia llevamos tres o cuatro años haciéndolo. Me encanta venir aquí y estar con ellas, me recuerda a cuando era joven”, ríe.
Edurne Gascón, de 33 años, dio a luz a Ian el pasado miércoles. Al nacer de manera prematura, han pasado unos días en el Área de Neonatos para que todo estuviera bien. Atenta a cualquier consejo que le daban las madres veteranas, recibió este detalle con mucha alegría. “Es un obsequio muy bonito, recibir consejos de mujeres que llevan muchos años siendo madres nos ayuda mucho, sobre todo en mi caso que soy primeriza”, señala. “Tengo ganas de ir a casa ya con el pequeño y comenzar esta nueva aventura”, sostiene. Isabel recuerda su primera vez. “Lo pasas mal, pero tienes que seguir adelante por que le quieres con todas tus fuerzas. Es la cosa que más quieres en el mundo”, afirma.
Elvira Beltrán, de 81 años, ha sido la compinche de Isabel en el arte del tejer. Valenciana de nacimiento, sus hijos vinieron a Navarra hace muchos años a trabajar y acabó afincándose en Pamplona para estar más cerca de ellos. “Nos hace mucha ilusión venir aquí y estar con los pequeños y entregarles este regalo que con tanto amor hemos hecho para ellos”, celebra. Elvira se emociona al relatar estas palabras y recordar a los suyos: “Ojalá críen a sus pequeños lo mejor posible porque tener un hijo o hija es la mayor alegría del mundo”.
Con ganas de volver el siguiente año, las madres veteranas, con una sonrisa de oreja a oreja, no solo han participado en un detalle tan bonito, sino que en sus ojos vidriosos se pudo ver que retrocedieron a aquel momento. A la primera vez que fueron madres. A todos los momentos duros que han tenido que pasar criando a los suyos. Y sobre todo, a todas las alegrías que les ha brindado ver crecer y conseguir logros a sus pequeños.
Ahora les toca a madres como a Edurne tomar las riendas y dar la mejor vida a Ian. Llena de consejos y de amor, para iniciar esta nueva aventura. Con mucho amor, de madre a madre.