córdoba. José Bretón, padre de los pequeños Ruth y José, fue condenado a 40 años de prisión por dos delitos de asesinato con alevosía, los de sus dos hijos en Córdoba. La condena se produce después de que el jurado del caso emitiera por unanimidad un veredicto de culpabilidad tras tres días de deliberación, y tanto la fiscal como la acusación particular había pedido esta pena, la más alta que permite la ley. "Pocos casos habrá en la práctica judicial en que unos delitos de esta naturaleza merezcan con mayor claridad la imposición de la pena máxima", indica la sentencia.

Bretón fue condenado como autor criminalmente responsable de dos delitos de asesinato con la circunstancia agravante de parentesco, a las penas, por cada asesinato, de 20 años de prisión, con las accesorias de inhabilitación absoluta durante el tiempo de las condenas. Además, no podrá acceder al tercer grado penitenciario hasta el cumplimiento de la mitad de la pena.

Asimismo, el magistrado Pedro Vela impuso a Bretón la prohibición de acercamiento a su mujer, Ruth Ortiz Ramos, y a otros familiares como su suegra, Obdulia Ramos, Gallego y su cuñado Estanislao Ortiz Ramos y la prohibición de comunicación con ellos durante 21 años por cada delito de asesinato. En cuanto a la simulación de delito, el juez condenó al acusado a la pena de nueve meses de multa a razón de diez euros diarios.

indemnizaciones El magistrado también condenó a Bretón a indemnizar a su mujer con 500.000 euros por el daño moral sufrido, al Ministerio del Interior con 137.335,65 euros y al Ayuntamiento de Córdoba en 22.567 euros por los gastos generados de la búsqueda infructuosa de los niños. Por último, la sentencia redactada por el presidente del jurado, el magistrado Pedro Vela, sirve para que, casi dos años después de los asesinatos, se ordene la inscripción de la defunción de los niños, acaecida en Córdoba el 8 de octubre de 2011. Con ese trámite, se entregarán a la madre para su inhumación, los restos, custodiados en el tribunal.

En su sentencia, el juez relata que cuando en septiembre de 2011 Ruth Ortiz le comunicó a José que tenía voluntad de acabar con su matrimonio y quedarse a vivir en Huelva con los hijos de ambos, el condenado concibió la idea de darles muerte como venganza. Para ejecutar dicho plan, decidió que el lugar más adecuado sería la finca de Las Quemadillas, de sus padres, y que la fecha adecuada sería el 8 de octubre de 2011, aprovechando que ese fin de semana estaría con los niños.

Con dicha finalidad, el 29 de septiembre compró un ansiolítico y un antidepresivo con los que poder adormecer o matar a sus hijos. Además, entre el 15 de septiembre y el 7 de octubre de 2011, Bretón hizo acopio de leña en la parcela y adquirió un total de 271,11 litros de gasóleo.

El 7 de octubre de 2011, Bretón recogió a sus hijos y los dejó en casa de su hermana para poder ir a la parcela y dejar las garrafas de combustible. El 8 de octubre de 2011, Bretón se dirigió con sus hijos a la finca y les suministró un número indeterminado de pastillas tranquilizantes para facilitar su adormecimiento total y/o su muerte.

Preparó una especie de pira funeraria en un lugar nuevo de la finca, entre varios naranjos y sin visibilidad desde el exterior, donde colocó los cuerpos de sus hijos sin que pueda determinarse si ya estaban sin vida o todavía no habían fallecido. Los cuerpos los colocó junto con una mesa metálica con el tablero en posición vertical y prendió una gran hoguera, que avivó gracias al uso de unos 250 kilos de leña y unos 80 litros de gasóleo, y que llegó a alcanzar hasta 1.200 grados centígrados, un efecto similar a un horno crematorio. Ante la magnitud de la temperatura, quedaron únicamente los restos óseos y ninguna parte blanda. Bretón permaneció junto a la hoguera hasta las 17.30 horas, alimentándola.

A continuación, el condenado condujo hasta el entorno de la Ciudad de los niños e intercambió correos telefónicos con su hermano haciéndole creer que estaba en las proximidades del parque con sus hijos. Cuando consideró que había transcurrido un tiempo suficiente, llamó a su hermano diciéndole que había perdido a los niños, y después llamó al teléfono de emergencias 112 para comunicar la desaparición de sus hijos y presentó la denuncia.

l Fue una venganza. El juez considera que "el acusado concibió la idea de dar muerte a los niños como venganza contra su esposa, dada su negativa a aceptar pacíficamente la ruptura matrimonial, su personalidad refractaria a la frustración y su carácter rencoroso".

l Planeó "adormecerlos". La sentencia apunta a que Bretón compró un depresivo y un ansiolítico para "una vez llegado el momento, adormecer e incluso matar a sus hijos con toda facilidad".

l Preparó la fecha y el lugar. Según el fallo de la Audiencia Provincial de Córdoba, "con la intención (...) de hacer desaparecer los cuerpos (...), entre el 15 de septiembre y el 7 de octubre de 2011, el acusado hizo acopio de leña en la parcela y adquirió combustible en grandes cantidades".

l Hubo una última llamada. El magistrado estipula que Bretón llevó a los niños a la finca y "sobre las 13.48 horas, (...) telefoneó de nuevo a su esposa, sin que lograra comunicar con ella, por lo que decidió seguir con su propósito criminal".

l Creó un horno crematorio. Bretón "preparó una especie de pira funeraria cuyos elementos esenciales ya tenía dispuestos (...) que llegó a alcanzar (...) 1.200 grados centígrados (...) permaneciendo junto a la hoguera hasta las 17.30 horas, alimentándola (...) para mantener la elevada temperatura", según la sentencia.

l Los restos son de Ruth y José. También se considera probado que los restos óseos proceden de la hoguera encendida por el acusado y "tales restos óseos y dentarios pertenecen a los cuerpos de dos niños de seis y dos años de edad, en concreto a los cuerpos sin vida de Ruth y José Bretón Ortiz".