Comenzar la universidad no solo es cuestión de elegir carrera, sobre todo si los estudiantes deciden iniciar el primer curso fuera de su ciudad de origen. Los preparativos son largos, y uno de los más costosos es la búsqueda de un alojamiento. Algunos como Marta Esnaola, tolosarra graduada en Periodismo en la Universidad de Navarra, se decantan por pasar los primeros años en una residencia. "Los pasé en La Providencia porque mi prima me la recomendó. Además, no conocía a nadie que fuese a estudiar a Pamplona así que pensé que era mejor ir a residencia y conocer a gente, que meterme en un piso directamente", comenta Esnaola. En tercero de carrera, la tolosarra alquiló un piso cerca de Pío XII con otras tres amigas de la residencia. "No nos costó mucho encontrarlo porque el hermano de una de mis compañeras había vivido allí y llamamos a la casera directamente. Yo pagaba 275 euros al mes, era amplio y estaba muy bien situado", explica la joven, que apunta que ahora "no lo dudaría" y si tuviese que elegir, "iría a piso directamente".

de voy y vengo a estancia fija Por otro lado, hay otros universitarios que viven en pueblos cercanos a Pamplona y que deciden mudarse a la capital antes que ir y volver todos los días en autobús o en coche. Es el caso de Rut Martínez, vecina de Tudela graduada en Magisterio de Primaria por la UPNA y que vivió en tres pisos diferentes durante la carrera. "Primero, decidí ir y volver a clase todos los días en autobús. Debido a los horarios del primer semestre, tomé la decisión de buscar un piso compartido en la Milagrosa", explica la joven, que nunca contempló la opción de ir a una residencia ya que prefería tener independencia y no depender de horarios. A veces, el tema de la convivencia puede dar pie a conflicto. El segundo año, Martínez alquiló un piso más barato y contactó con una nueva inquilina a través de Internet. "Realmente fue un error. Poca limpieza y orden y mucho alboroto. Estuve nueve meses soñando con que llegase el verano", comenta que, finalmente el último año se mudó a otro piso muy cercano al anterior con otras dos amigas. "Fue un año de convivencia magnífico. Considero que vivir con otras personas me ha enriquecido y he aprendido a ser más tolerante", dice.

María M. Orbegozo, bilbaína estudiante de Periodismo decidió optar por vivir en un CET (Cualificación, Estudio y Trabajo) en el que colabora el colegio mayor Belagua de la UN. "La principal diferencia es que en un colegio mayor pagas por los servicios que te ofrecen, como la lavandería o la manutención, y en el CET te costeas el alojamiento con el trabajo que desempeñas atendiendo el colegio mayor en el que está integrado el proyecto", comenta la joven. Por otro lado, también señaló que el programa estaba organizado de tal manera que pudiese compaginarlo con los estudios y el tiempo libre.