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Red Comète

Urdax acogió el pasado fin de semana un acto de homenaje a los mugalaris que colaboraron con la organización de evasión que permitió huir de la zona nazi a casi un millar de pilotos aliados abatidos Un reportaje de Txus Iribarren Infografía Itxaso Mitxitorena

Red Comète

churchill acuñó una de esas frases que pasan a la Historia elogiando el papel de los aviadores británicos que combatieron a los nazis en su intento por invadir Inglaterra y dar un golpe de mano en la II Guerra Mundial. “Nunca tantos debieron tanto a tan pocos”, dijo el mandatario británico. Sin embargo, nada de esos hubiera sido posible sin el trabajo clandestino y arriesgado de un millar largo de colaboradores de la llamada Red Comète que se dedicó a salvar las vidas de los pilotos aliados que caían en territorio francés ocupado a través de la frontera pirenaica. Los vascos en general y los navarros en particular tuvieron un papel destacado en esta historia de película dado su perfecto conocimiento de la muga por el contrabando. El pasado fin de semana recibieron un nuevo homenaje en Urdax y en otras localidades pirenaicas con un encuentro la Red Comète del País Vasco con sede en Anglet en el que se dieron cita descendientes guías y evadidos de la Francia ocupada por los nazis en la II Guerra Mundial.

Un poco de historia Esta organización surgió en Bélgica en 1940, cuando el avance alemán sobre los Países Bajos dejó dispersos y escondidos a numerosos aviadores de las fuerzas aliadas que habían sido abatidos por el enemigo. La joven Andrée De Jongh y su compañero Arnold Deppé, ingeniero de sonido de la firma cinematográfica Gaumont que había vivido en San Juan de Luz en 1928 y había entrado en contacto con la red de contrabandistas del Pirineo, decidieron abrir una vía de escape para dichos aviadores, de más de 2.000 kilómetros, desde Bruselas hasta Gibraltar pasando por el País Vasco. Superado el escepticismo inicial, Michael Cresswell, cónsul británico en Madrid, aportó a la red todo el apoyo financiero necesario para el éxito de la misión, que permitía recuperar a valiosos efectivos que habían superado años de formación y eran una prioridad absoluta para las fuerzas aliadas. De este modo, 878 aviadores fueron evacuados, con mejor suerte que los 700 apresados o los 286 que murieron deportados a campos de concentración o fusilados en París o Bruselas. Para ello, 1.700 personas colaboraron permanente u ocasionalmente como agentes de la red con una gran sacrificio, ya que un tercio de ellos también tuvo un trágico final, como el elizondarra Alejandro Elizalde Iribarren. En nuestro territorio funcionó al principio una línea de paso por el Bidasoa (el navarro Alberto Quintana era una pieza clave), pero tras el arresto de miembros activos de Comète y de tres aviadores, se decidió abrir cuatro nuevas vías por el interior del territorio vasco, a partir de 1943. Estas fueron Dantxarinea, Sara, Bidarrai y Ezpeleta, siendo esta última la que registró el mayor número de evasiones (una veintena) y la que concentró los homenajes más destacados de este año.

Jean Francois Nothomb, alias Franco y número 2 de Cométe durante la guerra, declaró en su día que “como hombre y como miembro de la red”, aquél período de 16 meses de su vida en la frontera franco-española, le marcó profundamente y le convirtió en “un poco vasco”: “conocí a muchos vascos -dijo-, y siempre surgió entre nosotros un lazo muy fuerte de amistad; descubrí poco a poco las cualidades extraordinarias de este pueblo, la fidelidad a la palabra, un coraje proverbial, y virtudes cristianas y comunitarias. Yo creo que había una connaturalidad entre los vascos y el espíritu de Comète: teníamos una afinidad instintiva. Todos quienes han estado en contacto con ese pueblo de contrabandistas no pueden sino amarlo y admirarlo.”

En este espíritu de confraternización transcurrieron los actos de este año, que comenzaron con el homenaje a los contrabandistas Pierre Etchegoyen, Jean Elizondo y Xan Mihura, celebrado el sábado ya por la tarde en Ezpeleta, con asistencia de un hijo y una hija de este último, entre otros familiares y amigos. El punto culminante fue la marcha del domingo desde Ezpeleta hasta Jauregiko Borda, residencia del mugalari Xan Mihura y su familia, situada bajo el pico Lizartzu, a escasos 500 metros del mugarri fronterizo 76, en territorio baztanés lindante con Lapurdi. La jornada concluyó con una multitudinaria comida en la cercana fonda Lezetako Borda, a la que asistieron descendientes de Mihura y de aviadores aliados, simpatizantes y directivos de la red Cométe, con su presidente Jean Dassie a la cabeza, y que tiene un blog con mucha información en http://cometepaysbasque.blogspot.com.es/.