pamplona - Sus alumnos de la Escuela de Minas de la Universidad Politécnica de Madrid le suelen llamar Indiana Jones y le valoran como uno de los mejores profesores del centro. Tiene 80 años y se le han quedado cortos. Adolfo Eraso, investido doctor honoris causa ayer en la Universidad Pública de Navarra, no ha pasado un verano caliente en 13 años, porque cuando no está en el Ártico, se marcha a la Antártida. Su aspecto es inmejorable, quizás tanta escalada, buceo y espeleología contribuyen a ello, y la mente de este estellés hace que su charla sea tan profusa en matices como datos recoge en sus sondeos. Su proyecto Glackma (Glaciar Criokarts Medio Ambiente) donde los utiliza como sensores naturales de la evolución del calentamiento global. Con el agua que se desprende dentro de ellos, es capaz de proporcionar datos que contribuyen a observar con crudeza el calentamiento global. Dice que los fenómenos meteorológicos que se avecinan serán cada vez más dañinos y que ustedes, el que escribe, y lo que les rodea en casa, mucho tienen que ver con ello.
Fue nombrado estellés del año en 1994, pero no le queda la sensación de que le pasa como a los grandes, que les reconocen en su casa a última hora, cuando cumple 80 años (la Academia de Ciencias de Nuevas York le premió en 1994 y por la Academia Rusa de Ciencias Naturales en 2002).
-No, no tengo esa sensación. Ser honoris causa ha sido una sorpresa tremenda, inesperada. Yo, las cosas que hago, no las hago para recibir nada, son cosas que he elegido porque me gustan y con ellas soy feliz. Si además me dan premios pues es un chollo, pero no los busco. El hecho de que sea además una universidad pública la que me premia, que no es algo elitista o diferente, lo valoro más. Prefieron los entornos abiertos.
¿Qué sensación le deja que ahora se jubile obligatoriamente a médicos, profesores...? A usted no le pasa.
-A mí no me ha ocurrido porque estando jubilado sigo ejerciendo. El hecho de seguir dando clase es porque al parecer en la evaluación secreta que hacían los alumnos de los profesores, por lo visto, había salido como de los mejores. Tengo muy buena relación con ellos. Nunca me he aprendido un libro y se lo cuento. Les narro vivencias personales y eso parece que entra más y mejor. Por eso yo no sabía que podía ser buen profesor. Sigo dando clase en la figura de ad honorem. Yo no he querido ser funcionario, por si me mandaban en comisión de servicios y me coincidía con alguna expedición.
No quería estar atado.
-Para nada. Soy un espíritu libre, sé lo que quiero y lo que me gusta, y lo hago. El problema de eso es que eres más feliz, o que encuentras antes la felicidad contigo mismo, pero tiene un defecto, es que ni dios te entiende. Alguien me comenta alguna vez que por qué me cambio de trabajo si gano menos dinero, pero es que ni lo había considerado.
Y ¿qué es lo que le gusta?
-La actividad que estoy haciendo, la exploración de los glaciares. Sigo siendo practicante de la espeleología, que es lo primero que empecé a buscar y a mirar en el Diapiro de Estella, una escultura geológica que tiene muchos minerales particulares y en la que empecé a meterme por sus cuevas. Y ahora lo que hago es meterme dentro de los glaciares, que los glaciólogos no se meten dentro. Estos piensan desde fuera lo que puede haber dentro y se equivocan. La información de los glaciares está dentro de ellos. Hemos encontrado cosas ahí que son desconocidas.
En 2001 nació el proyecto Glackma, que codirige con la profesora de Matemática Aplicada de la Universidad de Salamanca, Karmenka Domínguez.
-Tenemos una serie de estaciones de control de la descarga líquida glaciar en ocho latitudes diferentes, cuatro en el Ártico profundo y otras cuatro entre la Antártida y la Patagonia, siempre en glaciares (para instalarlas se pasan largas temporadas allí, duermen en tiendas de campaña, se alimentan de comida liofilizada y descienden con cuerdas por mitad de las cuevas). Así nos permite comparar un glaciar con otro, el caudal de agua que sale metro cúbico por segundo referidos a un kilómetro cuadrado de agua glaciar. Así podemos comparar glaciares pequeños y grandes y uno de la Antártida con uno del Ártico. Para utilizar estos parámetros, antes hice exploraciones en los que encontré once glaciares aptos para medir y tenemos mediciones en ocho. No hemos podido hacer los once por problemas de financiación. Porque a la ciencia nos han dejado con el culo al aire.
Ahora se encuentra por primera vez con financiación cero por parte del Ejecutivo español.
-Así es, este Gobierno ha recortado los proyectos científicos de la mayoría de la gente. No le interesa la ciencia. Pero hemos tenido un poco de suerte por el momento, porque justo habíamos cambiado las sondas de medición que tenemos en los Polos, por otras de pilas de más duración y mayor capacidad. Eso nos ha evitado tener que ir allí rápidamente a cambiarlo para no perder los datos. ¿Qué pasa? Que no podemos perder esa información. Tenemos que volver a vaciar los datos, que no se tomen unos encima de otros.
Cuántas cosas se está perdiendo este gobierno con esa política
-Pero bueno, si no le importa, qué pena. Yo no te puedo decir otra cosa...
¿Y pueden perder esos datos?
Hemos hecho una siembra, de que eso se está midiendo y medirlo es útil. ¿Por qué? Porque las condiciones atmosféricas como consecuencia del calentamiento global son cada vez más virulentas, más peligrosas, y entonces eso va asociado a la pérdida de masa glaciar, al aumento de temperatura y esa energía mayor de la atmósfera es algo que está viniendo. Ahora la Tierra no puede absorber todo el CO2 que fabrica y estamos saliéndonos del equilibrio anterior. Si aumenta el calentamiento global, sube el nivel del mar. Y también hay que tener en cuenta la energía generada por la atmósfera. Con esto quiero decir que las gotas frías empezaron hace dos o tres décadas, que ahora hay olas gigantescas de 20 metros que nunca se habían visto, hay ciclogénesis explosivas que hace volar los diques de los puertos, son cosas que no se habían visto. Eso hace que la energía de la atmósfera con el calentamiento va asociado a eventos meteorológicos cada vez más violentos. El futuro no es alentador.
¿Y qué le dicen los datos?
-Que la fusión de los glaciares va exponencialmente creciendo en todos los glaciares. Así ocurre con el nivel del mar, que todavía crece a centímetros por década, o milímetros al año. El dato que tenemos de la boya oficial de España que está en Alicante es que cada década se triplica el valor (de 1980 al 90 creció 1,3 cm, del 90 al 2000 subió 3,8 cm y del 2000 al 2010 unos 10 cm). Si se fundiera toda la Antártida, el mar subiría 70 metros.
Ese proceso parece irreversible. ¿Se le puede dar la vuelta?
-El deshacerlo no es fácil. El control de la evolución es lento por la inercia térmica de las aguas del mar. Las corrientes marinas, cuando se calientan, transmiten el calor por todo su recorrido. Los rusos dicen que una corriente marina tarda en hacer su recorrido en todo el planeta unos 800 años (y desde hace 200, con la Revolución Industrial, se nota el calentamiento). Sube la temperatura, el nivel del mar y por tanto la superficie que se evapora. Para volver atrás tendríamos que reducir nuestro consumo energético a nivel de reducir las emisiones de CO2. Estas no habían bajado de 180 partes por millón que se daba en las glaciaciones, y nunca habían subido de 280 partes por millón en las épocas cálidas. En mayo de 2013 llegamos a las 400 partes por millón. Empezó a subir a principios del siglo XX. Somos nosotros los que estamos provocando esto, ya no es la causa natural. Nos hemos pasado. Y volver para atrás, ¿quién va a dejar sus cositas para ir cómodo? ¿Quién se va a privar de energía, de contaminantes? Estamos muy cerca de la irreversibilidad, suponiendo que no nos hemos pasado. La descarga líquida glaciar se duplicó entre 1987 y 2000. Y se volvió a duplicar entre 2000 y 2006. El hecho de que nos hayamos pasado la raya parece sospechosamente que es cierto.