Pilar Ramos asegura que cuando despertó en quirófano tras haber sido trasplantada de hígado sintió “un abrazo inmenso” al verse rodeada de tanto cariño y tanta profesionalidad. “Fue como volver a nacer, yo creo que ese momento fue parecido a lo que sentí cuando mi madre me dio a luz y me abrazó por primera vez”, ha comentado Pilar este miércoles en el Paseo Sarasate, donde varias asociaciones han celebrado el Día Nacional del Donante de Órganos y Tejidos.
Durante su segundo embarazo, Pilar sufrió una enfermedad inmunológica: colangitis biliar primaria, que, aunque le supuso un shock inicial, no le impidió continuar con su empleo como filóloga e incluso aventurarse en un proyecto europeo. “Pero llegó un día en el que mi hígado no podía más y ya me metieron en lista de espera y a los 6 meses me trasplantaron”, rememoraba.
Pilar iba siempre "pegada al móvil" por si recibía la llamada y, cuando la recibió, fue "impresionante". "Me daba la sensación de que iba a tener un pánico terrible, pero cuando me llamaron es que fue como una salvación. No fue pánico, estaba mi marido al lado que estaba metiendo la vajilla en el lavavajillas y yo estaba agotada". Su marido le preguntó qué ocurría, si le habían adelantado alguna cita médica: "Que vayamos dentro de un cuarto de hora", respondió.
Aprovechar el tiempo al máximo
Ahora lleva dos años con un nuevo órgano y asegura que intenta vivir el presente y aprovechar el tiempo al máximo: “Puedo viajar, estoy aprendiendo inglés, doy charlas y disfruto mucho de mi familia”, aseguraba ayer en la carpa mientras sujetaba en brazos a su nieta Maiane. “También he aprendido a no darle importancia a nimiedades y agradezco mucho a la persona que me donó el hígado”, apuntó.