Cuando a Miguel Ángel Bonel le preguntan “¿qué tal estás?”, suele contestar con rostro serio: “estoy”, pero luego se echa a reír. La verdad es que tiene días buenos y no tan buenos desde que le trasplantaron el hígado en noviembre de 2022, pero está vivo y mucho mejor de lo que estaba antes de recibir un nuevo órgano.

Por eso contesta “estoy”, “porque aunque esté mejor o peor estoy vivo gracias al trasplante y hay gente que no está”, sostiene Miguel Ángel, que este miércoles ha participado en la jornada festiva organizada por varias asociaciones de pacientes en el Paseo Sarasate.

Ahora acaba de cumplir 70 años y a los 42 le diagnosticaron síndrome de Ménière, con 46 le dio su primer infarto y con 48 el segundo. Todo ello conllevó que Miguel Ángel tuviese que tomar mucha medicación que acabó dañándole el hígado: “Empecé en 2017 y fue yendo cada vez a peor y ya en 2022 el médico me dijo que o me trasplantaban o me iba en pocos meses. Me llegaron a sacar 40 litros de la tripa en un mes, tenía un tripón enorme".

A quirófano en una semana

Se conoce que el hígado ya no le funcionaba bien y le echaba el líquido a la tripa. Además, relata, "me salieron varices esofágicas y la verdad es que casi no podía moverme. A finales de octubre de 2022 me metieron en lista de espera y a la semana ya estaba en quirófano, tuve suerte porque fue muy rápido”.

Y ahora, aunque sigue tomando nueve pastillas diarias, asegura que se encuentra “muy bien”: “Todos los días me doy un paseo de 5 kilómetros y voy de maravilla, antes no podía andar 50 metros sin pararme, iba de banco en banco”.