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“Tenía miedo de que no conectásemos, pero las dudas se disiparon enseguida”

“Tenía miedo de que no conectásemos, pero las dudas se disiparon enseguida”

pAMPLONA - Idioa Ilzarbe ya había tenido la posibilidad de trabajar con niños en ludotecas y como monitora en campamentos, por lo que ya sabía lo que es relacionarse con niños y adolescentes. A pesar de eso, confiesa que las inseguridades estaban muy presentes: “Tenía miedo de que no conectásemos”. Un quebradero de cabeza que, por suerte, duró poco. “Desde el primer minuto conectamos súper bien, estaba muy relajada y tranquila -apunta-. La verdad es que cada vez tenemos más confianza, esas dudas se disiparon enseguida”.

Cuando conoció el proyecto, asegura que lo primero que le atrajo fue precisamente la relación que se puede mantener con el chaval. “Lo interesante era que podía estar con un txiki en un periodo más largo y mantener con él una relación más horizontal, en la que las dos partes tienen un papel importante a la hora de tomar la iniciativa”, explica.

“Cada vez se refuerza más la relación y últimamente lo que más nos ha surgido es pensar en el final”, expresa con cierto aire melancólico. A pesar de que considera que intenta centrarse en el presente, ve que es inevitable echar una mirada hacia el final del curso. “Sabemos desde que empezamos que esto tiene un principio y un fin, pero nos preocupa qué va a pasar después. Tengo un poco de miedo porque le he cogido mucho cariño y al final se ha terminado convirtiendo en una persona muy importante en mi vida”, afirma.

“Solemos quedar los viernes por la tarde y hacemos actividades que nos gusten a las dos”, afirma, añadiendo que para ella muchas de las tardes son toda una experiencia, ya que visita sitios a los que hacía mucho que no iba y a los que nuevamente puede acudir como, por ejemplo, el planetario. Aunque suelen pasar sus tardes en solitario, comenta que también hay ocasiones en las que realizan actividades en grupo con otros mentores y compañeros de clase. “De vez en cuando nos gusta hacer esto para cambiar”, apunta.

Ilzarbe considera que es complicado tomar perspectiva acerca de las transformaciones que se están produciendo en ella misma, aunque sí asegura haber mejorado en ciertos aspectos como a no tener ella la iniciativa, ya que, observa, “normalmente es el adulto el que dicta y el niño el que acata”. Además, señala, está aprendiendo a escuchar a los más pequeños. “A veces no hacemos caso de las cosas que nos dicen los niños porque parecen tontería, pero no lo son”, indica. Algo que, confía, también le ayuda a empatizar con la menor. - L.H.