pamplona - Arrancaba la década de los ochenta. Estaba viendo la miseria y sinsabores de las personas confinadas en esa institución macabra que era el manicomio y, al amparo de la reforma psiquiátrica, impulsó una empresa, para él un proyecto social, en Girona, que hoy 33 años después funciona como un tiro, emplea a 270 trabajadores, más de la mitad con enfermedad mental, y está dedicada a hacer yogures, postres y mermeladas.
Si me permite, realmente llamarse Cristóbal Colón y acudir con 14 personas salidas de un psiquiátrico a un alcalde (Olot) para transmitir la idea de que quieren crear una empresa es una carta de presentación cuando menos poco habitual ¿no? ¿Qué recuerdos tiene del abril de 1982, cuando emprende esta iniciativa?
-Los recuerdos, después de haber sobrevivido todo este periplo, son agradables. La situación del país en los años 80 era muy complicada y nuestro proyecto, en el sentido más estricto de la palabra, era de “locos”. Queríamos hacer una empresa con enfermos mentales y eso no parecía razonable y además, si encima dices que te llamas Cristóbal Colon, que eres psicólogo y que vienes de un psiquiátrico... la cara de susto de aquel hombre aún le dura. Todavía nos vemos y nos reímos de aquello. El objetivo era crear estructuras empresariales porque teníamos claro que había que crear una empresa: o eres rentable o desapareces. Durante muchos años tuvimos que trabajar duro y con riesgo de desaparecer pero a partir de 2000 la situación se ha ido consolidando y hemos podido sobrevivir a la crisis con cierto confort.
Usted venía de trabajar en manicomios; vivió la reforma psiquiátrica que no se ha logrado desarrollar.
-Sí. Durante diez años trabajé en varios hospitales, instituciones psiquiátricas, con la intención de arrancar a estas personas de la pasividad y la monotonía del patio del manicomio. Pusimos en marcha un centro de laboterapia, pues para mí es evidente que el trabajo es algo esencial en el proceso vital de las personas, pero la experiencia era muy frustrante. La ilusión inicial se desvanecía a los pocos meses porque, una vez que las personas habían decidido salir del patio, el proyecto era falso; lo que producíamos no era útil para nadie. Era como un vamos a hacer como si trabajásemos, era un trabajo sin sentido. En 1981 decidí cambiar el rumbo de mi vida. Había llegado a la conclusión de que solo se pueden crear puestos de trabajo reales en una empresa real. Estaba viendo la miseria y el sin sentido de cientos de personas confinadas en esa institución macabra que era el manicomio. Se trataba de poner en marcha un proyecto empresarial con alma, donde todos tuviéramos la posibilidad de desarrollar nuestras potencialidades realizando un trabajo útil, remunerado y en equipo. La Fageda es fruto de la reforma psiquiátrica y el trabajo, herramienta terapéutica potente.
¿De dónde obtuvieron el primer dinero?
-De una subvención que nos dio la Diputación de Girona para hacer frente a la entrada. Además, había una mancomunidad de municipios que nos permitió comprar la finca en donde estamos. El nombre del proyecto, La Fageda, viene de haya en catalán, estamos en medio de un hayedo. Es un lugar que es parte importante de nuestro proyecto terapéutico y nos permite desarrollar nuestras actividades en un entorno natural. Había una granja de vacas vacía, pusimos vacas y empezamos a producir leche como un granjero más. En 1993 decidimos transformar la leche y montar una pequeña fábrica de yogures.
La historia de su proyecto va siendo conocida. Arranca en un terreno municipal de Olot, con una plantilla reducida, hacen imaginería religiosa y prendas de ropa... y de pronto cambia el sentido del negocio y despega. ¿A qué atribuye el éxito empresarial?
-A nosotros en el 82 el alcalde lo que hace es prestarnos un edificio antiguo que está en desuso y nos lo cede sin tener que pagar luz, ni alquiler... Nuestras primeras actividades económicas sabíamos que eran de tránsito. No teníamos la voluntad de quedarnos así porque trabajábamos para terceros y teníamos claro desarrollar un proyecto de empresa propio y no ser mano barata para otros pero, como no teníamos dinero ni sabíamos hacer nada, dimos los primeros pasos pidiendo trabajo a empresas de la comarca. El siguiente paso fue comprar la finca.
¿Es posible y rentable trabajar con personas que no van a estar al cien por cien más días que quienes no tienen discapacidad?
-No es fácil. Lo que se desprende de nuestra experiencia es que es posible, si nosotros que somos gente muy normal lo hemos hecho es posible, pero también que es muy difícil. Si una institución o emprendedores quiere hacer algo similar tendrá que saber que se puede hacer pero que tendrán que trabajar mucho. Que tendrá que buscar muchas complicidades en el territorio. Yo no puedo venir a Pamplona y querer montar un proyecto, sino que lo tendréis que hacer vosotros en vuestro territorio con las complicidades que solo alguien de un país o territorio conoce: el cura del pueblo, el alcalde, el rico, el notario... nosotros teníamos un proyecto claro, sabíamos comunicar la bondad del proyecto y el objetivo fue buscar complicidades. Montar un negocio normal no es fácil y si lo quieres hacer con personas que tienen dificultades, añades más dificultad al proyecto.
¿Cómo organizan el trabajo? ¿Cómo suplen la ausencia cuando un trabajador necesita una larga baja laboral o un ingreso hospitalario?
-Disponemos de unos equipos terapéuticos dentro del proyecto y trabajamos de la mano de los equipos psiquiátricos de la sanidad pública que hay en el territorio. Trabajamos en cooperación con el equipo de Psiquiatría. El equipo psiquiátrico es un importante aliado, un cómplice, y nos mima. Por otro lado, intentamos tener los mejores profesionales de aquello que queremos desarrollar. Cuando encuentro un buen profesional y una buena persona, esa persona se encuentra absolutamente maravillada y contenta de poder hacer muy bien su trabajo y, además, ayudando a otros. Tenemos un magnífico equipo de extraordinarios profesionales en su oficio, que, además, son buenas personas. Tienen tres razones para venir a trabajar: hacen lo que les gusta; se ganan la vida; y además están felices de poder ayudar a otros. Eso genera un circulo virtuoso en el que el enfermo mental resulta que está bastante menos enfermo de lo que estaba. Con lo cual necesita menos bajas, menos ingresos.
¿Por qué?
-Porque le hemos cambiado la vida. Ese señor ha pasado de ser una persona de la que se creía no servía para nada a ser uno de los mejores fabricantes del mundo de yogures. Además, tenemos ahora gente trabajando que aporta a la economía familiar la parte más importante de los ingresos. Esa persona, que antes lo único que hacía era consumir recursos de la familia, ahora resulta que es una pieza fundamental en la estructura económica de la familia. Nosotros no curamos a nadie, pero contribuimos a que la situación psicopalógica de las personas cambie sustancialmente.
¿A que personas emplea La Fageda?
-La empresa da empleo a todas las personas de la comarca de la Garrotxa (Girona) con una discapacidad del 33%. Es un centro de trabajo con diferentes actividades empresariales, que se realizan teniendo en cuenta las capacidades de sus trabajadores. De las 168 personas con certificado de discapacidad, 119 tienen capacidad productiva y forman parte del Centro Especial de Empleo. De ellos el 71% presenta discapacidad intelectual (de nacimiento), el 43% trastorno mental severo (sobrevenido) y el 5% discapacidad física. La enfermedad mental más presente es la esquizofrenia. El resto hasta 168 son personas o bien jubiladas o bien sin capacidad suficiente para trabajar, ya que tienen una discapacidad superior al 65% y reciben una pensión. También empleamos a jóvenes en riesgo de exclusión.
La Fageda ¿qué tiene de ONG y que tiene de empresa?
-Siempre digo que La Fageda es fundamentalmente un proyecto social que tiene una estructura empresarial como esqueleto económico y terapéutico. No nos consideramos empresarios; somos un equipo de psicólogos y psiquiatras que nos preocupan las personas y que entendemos que la mejor manera de ayudarles es ofrecerles un puesto de trabajo, con lo cual la proyección empresarial es importante, si no tenemos un medio perdurable, importante y potente no les ayudaremos. Para nosotros la empresa es un medio, el fin son las personas.
¿Cuánto cobran sus trabajadores?
-Los trabajadores cobran de acuerdo con el grupo profesional al que pertenecen, un 25% aproximadamente el Salario Mínimo Interprofesional y el 75% restante se encuentra por encima de esa cifra, pudiendo evolucionar en función del desarrollo del trabajo y el grado de autonomía que van adquiriendo. Todos los trabajadores se rigen por un convenio de empresa.
Además de la actividad empresarial ¿Que otros servicios prestan?
-La Fageda ofrece cinco tipos de servicios asistenciales. Servicio de Terapia Ocupacional (para personas con discapacidad psíquica grave y/o trastornos mentales severos que no tienen capacidad productiva suficiente aunque pueden participar en algunos procesos productivos más como terapia). Servicio de Hogar residencia que ofrece vivienda durante todo el año a 35 personas que no tienen familia o si la tienen no se puede hacer cargo. Servicio de apoyo a la autonomía al propio hogar, que presta apoyo personal a quienes viven en su casa con cierto tutelaje. Servicio de Integración en la Comunidad, creado con el apoyo de los servicios sociales de la comarca para ofrecer trabajadores en empresas ordinarias. Y actividades de ocio y tiempo libre para personas con discapacidad y lograr su integración social. Los pisos y residencia están en Olot, La Fageda es el lugar de trabajo exclusivamente.
¿Quién paga estos servicios? ¿Se trata de la reinversión de los beneficios?
-Efectivamente, los pisos tutelados reciben ayuda de la Administración pública según unos módulos establecidos. En cambio hay otras actividades deportivas, culturales y de ocio que no se benefician de ayudas y que se sufragan con los ingresos de la Fundación. Recibimos las ayudas a las que tienen derecho los Centros Especiales de Empleo en España, según la LISMI de 1982. Actualmente es la mitad del Salario Mínimo interprofesional por cada trabajador con certificado contratado y exoneración de las cotizaciones sociales. También se dispone de una aportación de 12.000 euros por cada puesto de trabajo creado, una sola vez. Lo que ocurre es que en 2011 se congelaron las ayudas y recibimos menos, el Estado ya no financia la creación de puestos de trabajo para personas con estas características.
Hablemos de la empresa. ¿Resultados económicos? ¿Qué presupuesto anual manejan?
-La Fageda ya no es aquella institución a donde iban discapacitados de la zona a pasar el rato. Es una de las empresas más emblemáticas y estimadas de la comarca de la Garrotxa. Al cierre de 2013, la facturación ascendió a 14,4 millones de euros, un 18,9% más que el año anterior. La empresa produjo 55 millones de vasos de yogur. Dispone de 420 vacas lecheras y la inversión anual fue de 1,7 millones.
¿Por qué hay que comprar lácteos La Fageda? ¿Donde se comercializan?
-Sólo vendemos en Catalunya, por una razón de marketing esencialmente y también porque tenemos un compromiso con el territorio. Intentamos hacer los mejores yogures del mundo: cuidando a las vacas (escuchan música barroca durante el día), sus forrajes, la leche que producen y todo el proceso de elaboración del producto es artesanal pero con las mayores garantías higiénicas y sanitarias. Salimos al mercado con un precio que está un 40% por encima del líder. El capítulo de actividades productivas va más allá de los yogures ya que hay sección de jardinería (que trabaja también en el mantenimiento de zonas públicas de la comarca), de horticultura (dedicada a obtener vegetales y fruta con las que elabora conservas y mermeladas que comercializa desde 2012); la explotación ganadera y la planta de elaboración de helados.
Están rehabilitando las instalaciones, ¿se trata de modernizar sin más o es que hay proyectos nuevos de futuro?
-Estamos construyendo una fábrica nueva de yogures, postres y mermeladas que estará para fin de año. La fábrica de yogures que hoy utilizamos es la misma que inauguramos en 1993 y como era la primera vez que hacíamos una fábrica la hicimos con sus limitaciones. Ahora, que ya hemos aprendido, estamos haciendo una fábrica nueva con la tecnología necesaria. Una reforma sin ayudas porque la Administración está quebrada.
¿Está garantizada la continuidad de la actividad de La Fageda?
-Empezamos como cooperativa y nos transformamos en fundación. Tenemos una cooperativa que se dedica a la inserción social y una fundación que gestiona la parte mercantil con el objetivo de preservar el patrimonio del proyecto. El proyecto no es de nadie y la idea es que perdure en el tiempo porque seguirá siendo necesario en la comarca.
Las personas que trabajan en La Fageda, ¿tienen que ser exclusivamente de la comarca?
-Sí. Nuestro proyecto tiene vocación comarcal. Somos gente muy realista, no estamos contaminados por la megalomanía y sabemos que no podemos arreglar el mundo.
¿Cree que la suya es una iniciativa extrapolable a cualquier otra Comunidad Autónoma? ¿La ve factible en Navarra?
-Hace falta personas que se lo crean, alguien que tire del carro, establecer redes de complicidades y rezar mucho. Es muy difícil saber qué actividad puede ser rentable en Navarra. Quien tiene la posibilidad de pegar al clavo adecuado tiene que ser alguien de la tierra.
¿Cómo anima a emprendedores a implantar una empresa similar que de empleo a personas con tarjeta de discapacidad por problemas de salud mental?
-Yo puedo transmitir mi experiencia. El primer beneficiado del proyecto soy yo. Me he podido ganar la vida, tener una familia, me lo he pasado muy bien, he tenido momentos duros pero mi vida profesional está llena de satisfacciones. He podido trabajar en lo que me gusta y además que eso esté “salvándole” la vida a otra gente... ¡caramba que suerte he tenido! Para hacer un proyecto como este hay que tener grandes dosis de humildad, saber que no sabes y buscar al que sabe más.
¿Qué debemos pedir a los partidos para abordar la integración de personas diferentes como pueden ser los afectados en su salud mental?
-Que sepan que hay personas diferentes y que en los años de la euforia económica tampoco hicieron nada para los enfermos mentales. Que sean conscientes de que un puesto de trabajo da la vida a estas personas y que desde el punto de vista económico es más barato crear un puesto de trabajo que gastar en el tratamiento. Siempre digo: nosotros somos una fábrica de salud.
Familia. Cristóbal Colón Palasí nació en Zuera (Zaragoza) en 1949. Casado con la psicóloga Carmen Jordá, de su equipo y dedicada a la parte terapéutica (él a la empresarial) es padre de dos hijos: María, psicóloga y Juan, biólogo.
Trayectoria profesional. Psicólogo clínico por la Universidad Autónoma de Barcelona y de IESE B. School, tras trabajar en psiquiátricos en Aragón y Catalunya, en 1982 fundó La Fageda, iniciativa pionera para desinstitucionalizar a personas con enfermedad mental.
De su nombre. Reconoce, con ironía, que se llama Cristóbal Colón “gracias” al buen humor y “a la poca cabeza” de su padre. “Yo, soy diferente, a mi hijo le he puesto Juan y está muy contento. He llevado bien lo de mi nombre porque soy una persona que intento convertir los problemas en oportunidades”. Vinculado a las juventudes comunistas en su juventud, conocio in situ el París del 68 y la cárcel por sus convicciones políticas.
cristóbal colón “hemos salido de situaciones que no se ni cómo” A la pregunta “¿A quién agradece que su proyecto siga adelante tras 33 años?”, no se corta: “Al Ángel de la Guarda porque hemos salido de situaciones difíciles y no se ni como”.