pamplona - Psicólogos y especialistas en Salud Mental abogan por no culpar, juzgar o criticar las potenciales ideas suicidas que, en un determinado momento, se le pueden aparecer a una persona por la cabeza, es decir, no responsabilizarle de un acto que no exige culpa y sí respuesta, y del mismo modo piden que dicha situación ni se banalice ni se le quite hierro ni importancia, porque puede ser el germen de una conducta posterior con consecuencias más graves.

Los especialistas Alfredo Martínez, gerente de Salud Mental del Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea (SNS-O), y Alfonso Echávarri, psicólogo y coordinador de programas del Teléfono de la Esperanza en Navarra (948 24 30 40 y 902 50 00 02), hablan en estas líneas, en la celebración del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, precisamente de eso, de cómo evitar una conducta suicida. No se trata de un imposible. Los planes preventivos son capaces de detectar estas ideaciones y de ponerlas a salvo a tiempo, pero hay que estar siempre alerta. Los dos expertos dicen que es un falso mito aquello de que no se suicida el que repite muchas veces que lo va a hacer. “Claro que se suicida, es que lo está diciendo de manera explícita”, señala Alfonso Echávarri. “Hay muchos mitos en torno al suicidio. La realidad es que la persona que se suicida lo dice. De entrada hay que hacerle caso y explorar. Puede que lo diga como una llamada de atención, o que no lo sea”.

En esta línea, Martínez añade que “no debemos culpar, criminalizar o juzgar, ni tampoco banalizarlas, porque a veces tenemos la idea falsa de que el que quiere suicidarse no avisa o que el que lo dice no lo hace y la realidad es al contrario, que normalmente cuando las personas tienen esta idea siempre intentan comunicarse con alguien. Hay que hacer una escucha activa y a veces hay que objetivarlo desde fuera, porque cuando uno tiene ideas de suicidio está en una situación de angustia y tristeza que le impide un análisis más racional y emocionalmente está tan implicado que no sabe cómo reaccionar, pero el que lo escucha y recibe puede tener las ideas más claras para saber cómo afrontarla y entonces podemos buscar los motivos que pueden llevar a alguien a esa situación y, a partir de ahí, podemos empezar a buscar la ayuda especializada a los problemas detectados”.

Por lo tanto, se pueden anticipar conductas y reacciones drásticas. Echávarri señala que “el suicidio se puede prevenir, pero no todos los suicidios. A lo largo de la historia de la humanidad la gente se ha suicidado, se suicida y lo seguirá haciendo. Es un hecho. Por miles de causas. Pero podemos tener planes preventivos que disminuyan el número de suicidios. ¿Cómo detectar un riesgo suicida? Primero porque lo dicen explícitamente, de manera directa te dicen que lo están pensando, y otros de forma indirecta, que es más difícil de detectar. La mejor prevención es dotar a la persona de herramientas personales para que pueda hacer frente a las crisis que le pueden venir a lo largo de su vida, crisis que a veces pueden llegar a ser muy severas”. Martínez señala que para trazar el posible planeamiento preventivo hay que tener primero un croquis que dibuje el conflicto y, a partir de él, conocer los puntos de partida que han llevado a dibujar ese laberinto. Es un camino que hay que encontrar entre todos los implicados, desde el propio afectado, familia y compañeros, a los médicos, servicios sociales....

visualizarLO Dice el gerente de Salud Mental que “un primer paso para prevenir estas conductas es hacer visible esta realidad del suicidio que afecta a muchas personas, y transmitirles a ellas y a todo su entorno que hay situaciones en las que aparecen ideas de suicidio pero que también hay maneras de prevenirlas. ¿Qué más podemos hacer además de visualizar e informar sobre los mecanismos de ayuda? Hay un elemento que tiene que ver con una cierta formación, que nos evite unas ideas estereotipadas sobre el suicidio, como que el que se suicida es una persona débil, o que por algo lo hará, como atribuyéndole una conducta culpable por algún motivo, cuando en realidad si una persona se plantea el suicidio no es fruto de un hecho concreto sino de múltiples circunstancias que llevan a ese planteamiento, que puede ser desde su salud mental, salud física, a la situación laboral, económica, familiar... Esta formación que nos lleva a desigmatizar la idea de suicidio tiene otros elementos que como sociedad nos lleva a arropar o apoyar a los que se han visto afectados por el suicidio o los familiares cercanos. Ahí intervenimos servicios de salud, sociales, educativos, Teléfono de la Esperanza, policías que intervienen en el apoyo o rescate de esas personas, entorno laboral donde se detectan situaciones de riesgo. Todos estamos implicados en esa prevención”.

Echávarri coincide igualmente en que la formación de los especialistas es clave para encauzar el problema. Recibimos llamadas de todo tipo, dentro de esas llamadas suicidas hay un pequeño porcentaje de suicidios en curso que nos exige que nos pongamos las pilas y una formación constante y minuciosa a todos nuestros voluntarios. No es cualquier cosa. Hay que canalizar bien una crisis suicida, movilizando recursos. No podemos hacer experimentos con las personas. Determinado aporte médico es necesario en muchas ocasiones, pero no es suficiente, se necesita una relación humana y terapéutica. En el Teléfono hay también una atención presencial de psicólogos que muchos de los que llaman terminan acudiendo a nosotros”.