La resolución in extremis del asesinato de Eva Blanco ha abierto una puerta a la esperanza para familias e investigadores que luchan contrarreloj para encontrar al verdugo antes de que prescriba el caso o caiga en el olvido.

Imposible precisar el número de asesinatos sin resolver que van a prescribir, pero el presidente de la Asociación Nacional de Víctimas de Delitos Violentos (ANVDV), José Miguel Ayllón, asegura que en su despacho hay una carpeta repleta de casos, sobre todo de cuando las brigadas policiales no daban abasto.

El capitán Álvaro Montero pertenece al Grupo de Delitos contra las Personas de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. A él y a sus compañeros llegan los casos más difíciles, aquellos que las unidades territoriales no han podido resolver.

Su grupo tiene activas en estos momentos investigaciones de sucesos ocurridos en 2004, 2007, 2009... “Trabajamos sin calcular los años. No dejamos de investigar nunca”, asevera tajante el capitán.

el olvido ¿Deberían prescribir delitos graves como el asesinato? Ayllón lo tiene claro y opina que España debería seguir el ejemplo de países de su entorno como Francia o Alemania, donde no prescriben, y cree que una reforma legal en este sentido sería muy fácil, pero “no hay conciencia social ni política ni presión popular”.

A título personal, el capitán de la UCO también se muestra partidario de esa no prescripción. “Legalmente, el delito prescribe, pero para la Guardia Civil no” y, de hecho, “si descubriéramos al asesino a los veinte años y medio del delito (éstos prescriben a los 20), lo daríamos a conocer”.

Mientras, tanto la ANVDV y el grupo de Montero acompañan a las familias en su particular calvario en espera de resultados. En el caso de las desapariciones, por esa necesidad de encontrar el cuerpo de su allegado para poder enterrarlo y saber dónde llevarle flores el 1 de noviembre, señalan ambos.

Hay muchas familias que desisten. “Se echan la culpa, no quieren revivir esos momentos, les cuesta mucho trabajo permitir que les ayudemos. Es una opción personal que respetamos al máximo”, explica Ayllón.

Montero, por su parte, asegura que los agentes de su grupo son muchas veces “el paño de lágrimas” de las familias, que viven con “altibajos” esas largas investigaciones que en el caso de su unidad acaban casi siempre con la resolución del caso.

“Acabamos siendo lo único a lo que agarrarse. Siempre les cogemos el teléfono. Lo saben”, continúa Montero, “las familias agradecen que nunca les dejemos de lado”, aunque a veces se derrumban y “critican nuestro trabajo, pero es lógico”.

Ayllón cree que las víctimas no están lo suficientemente amparadas y que deberían aumentar las cuantías de las indemnizaciones.

Sea como fuere, el caso de Eva Blanco abre un “portillo” a la esperanza, porque puede concienciar de la necesidad de alargar la prescripción, subraya Ayllón. Y sobre todo, infunde optimismo a las familias, concluye Montero.