pamplona - Desde que fue nominado al Global Teache Prize, la agenda del maestro César Bona (Ainzón, Zargoza, 1972) echa humo. Está recorriendo toda la Península para dar conferencias y presentar su libro La nueva educación. Los retos y desafíos de un maestro de hoy. Atiende a este periódico desde Vigo, en quince minutos libres entre reunión y reunión.

Desde que a finales de 2014 fue elegido uno de los 50 candidatos al Global Teacher Prize, el premio Nobel de los profesores, no para de hacer entrevistas y dar conferencias. ¿Ha dejado el aula o compatibiliza la docencia con las conferencias?

-No, no. Pedí una excedencia por dos años ya que estoy viajando por un montón de sitios de España dando conferencias, colaboro con Aldeas Infantiles y estoy recorriendo todas las aldeas, conviviendo con los niños... Hoy por ejemplo le hablo desde Vigo. Con esta actividad me es imposible compatibilizar.

¿Y tiene ganas de volver al aula?

-Sí, la excedencia la tuve que pedir por todo esto pero sé que voy a volver al aula porque es lo que me gusta.

El mejor maestro de España, ¿siempre quiso ser maestro?

-Lo primero me incomoda mucho que digan que soy el mejor maestro de España. Hay muchas personas, y lo estoy comprobando estos meses, que siguen siendo anónimas y están haciendo cosas extraordinarias. Pero volviendo a la pregunta yo no tenía vocación. Estaba estudiando COU y no sabía lo que quería hacer. Estudié Filología Inglesa porque pensé en otras carreras y no había. Solo en el momento en el que me encontré con 25 alumnos en un aula descubrí que eso era lo que quería hacer. Y entonces estudié Magisterio.

¿Qué importancia cree que tiene la vocación a la hora de ejercer la docencia? Lo digo porque con la crisis muchas personas de diferentes profesiones se han animado a hacer el Máster de Secundaria para tener otra salida laboral.

-Para mí algo más importante que la vocación es la actitud porque considero que te dediques a lo que te dediques hemos de dar nuestra mejor versión cada día, especialmente si eres docente. Dar tu mejor versión para sacar la mejor versión de los niños.

Usted aboga por enseñar de otra manera, ¿Qué cree que falla en el actual sistema educativo?

-¿Qué falla? Pues siempre falla algo pero a mí me gusta más verlo del lado positivo y ver qué podríamos aportar los maestros. Pero si debo decir qué falla diría que no escuchamos demasiado a los protagonistas a los niños y adolescentes, que las programaciones son enormes y no dan tiempo a estimular la curiosidad de los niños ni a conocerles. Sería interesante implicarles más no solo para que aprendan sino para que miren a la sociedad e intenten cambiarla.

¿Y eso es posible? Porque luego hay que cumplir con el currículum, con los objetivos de cada curso... ¿Qué margen de maniobra tiene el docente para aplicar lo que muchos comparten como teoría?

-He de decir que en estos meses he conocido a cientos de maestros y maestras que llevan a la práctica este tipo de iniciativas y si creen que deben recortar algo de programación lo hacen porque consideran que es más importante el factor humano que cualquier otra cosa.

Precisamente el presidente del Consejo Escolar de Navarra aseguró hace unos días que en esta comunidad hay muchos y muy buenos proyectos educativos que están en el anonimato porque la agenda se centra en dos o tres cuestiones y se olvida de esas iniciativas.

-Así es. Se focaliza muchas veces en nuevas metodologías o en programas específicos y se olvida de dar importancia a lo que ya se está haciendo. Siempre se pone a Finlandia como modelo excepcional y sí que se pueden tomar cosas de allá pero no se tiene ni la más remota idea de los proyectos espectaculares que se están haciendo en nuestras comunidades autónomas.

¿Por qué no se les da más publicidad? ¿Quizá el profesorado está tan inmerso en su trabajo diario que no considera que debe darlo a conocer?

-Cuando hacemos algo no es para sacarlo a lo público sino porque creemos que es bueno para los niños. Pero sí que considero que hay que compartirlo. La educación es un bien social y tenemos que aprender a estar orgullosos de lo que hacemos y a compartirlos con los demás. Eso es fundamental la tarea de compartir lo que hacemos y eso no depende solo de los maestros sino también de las propias administraciones.

Antes la figura del maestro tenía un enorme reconocimiento, pero parece que se ha perdido.

-Creo que sería interesante dar un giro hacia lo positivo. Creo en el contagio positivo tanto de los adultos como de los niños y pienso que si los modelos que son muy interesantes salen a la luz podrán ser imitados, y habrá gente que dé el paso adelante y diga: “Anda, yo también hago algo parecido, voy a darlo a conocer”.

Sin embargo, la educación está últimamente rodeada de un aura negativa. Y los recortes no ayudan a que se hable en positivo...

-Hace años que está rodeado de un clima negativo y estamos metidos en una inercia en la que parecía que todo se focalizaba hacia lo negativo. Por eso veo importante sacar las experiencias positivas a la luz, que hay muchas, y servirnos de ellas para que sirvan de ejemplo para otros.

Últimamente cuando se habla de educación se cita el trabajo por competencias, la cultura de la evaluación y la calidad, y, sin embargo, apenas se escuchan aspectos que usted pone de relieve como la creatividad, el diálogo, la empatía o la implicación del alumnado en el aula.

-Muchas veces basta con echar mano del sentido común. A los niños se les subestima en muchos casos y se les invita a reproducir en lugar de a producir lo que tienen dentro. Y es entonces cuando se les invita a compartir lo que tienen dentro con esa creatividad, esa curiosidad, esa imaginación cuando la motivación sale sola, cuando ellos se sienten a gusto y la cosa empieza a funcionar.

Pero para que el alumnado esté motivado es necesario que el profesorado también lo esté y su actual situación laboral no es un acicate...

-Eso entra dentro de la actitud de la que hablábamos antes. Si vives con pasión tu profesión eso se contagia y lo mismo ocurre si vives con desidia. Y esto ocurre en cualquier trabajo.

¿Cree que las familias comparten esa necesidad por potenciar la creatividad o la empatía? A veces tengo la sensación de que a la hora de elegir un centro solo se fijan en los idiomas y en los resultados...

-No tengo hijos pero si tuviera que elegir una escuela para mi hijo tendría muy claras cuáles serían mis prioridades. Sería un lugar donde estimularan su creatividad, le permitieran expresarse, donde estimularan la comunicación oral y le enseñaran a gestionar sus emociones. Y luego valoraría que pueda decir lo mismo en distintos idiomas.

En el libro cita “dos obviedades”. La primera, que la educación está por encima de cualquier gobierno y la segunda que para diseñar una ley educativa hay que contar con los docentes. Dos afirmaciones obvias pero que, por ejemplo, en el caso de la LOMCE, no se han cumplido. ¿Qué opina de esta polémica ley?

-Si quiero hacer una casa intentaré llamar a un arquitecto, pues con la educación es lo mismo. Me gustaría que hicieran una ley real que contaran con maestros, con padres y madres y niños, porque hay que tener en cuenta la opinión de todos.

Apuesta por aprender de los niños y de los que están alrededor para enseñar mejor. ¿Hay que mejorar la formación que se ofrece en las universidades?

-Sí. Creo que hay que revisar ciertas materias que se dan en la facultad de Educación y preguntarse si todas las cosas que se dan para ser futuros maestros son necesarias y qué cosas faltan.

Por último, un tema del que se debate con frecuencia y que recientemente las federaciones de apymas sacaron a la luz: las tareas escolares. ¿Tienen sobredosis de deberes?

-Hablo todos los días de los deberes y digo que los niños tienen que seguir siendo niños, tenemos que darles tiempo para ser niños, y a los padres darles las posibilidad de disfrutar de la infancia de sus hijos. Lo importante en Primaria es crear los hábitos pero dentro de esos hábitos debe haber tiempo libre para que sigan estimulando su curiosidad y usando su creatividad.