Se presentan como firmas de éxito en la gestión de recobros, aunque para ello utilicen los métodos más insospechados, y proceden de los lugares más recónditos como la noruega Lindorff, la luxemburguesa PL Salvador SARL o Aiqon Capital, que tiene su sede en Malaysia. Ahora son estos fondos buitre extranjeros los mayores generadores de pleitos monitorios en los juzgados navarros y que han hecho aumentar considerablemente la carga de trabajo en la jurisdicción civil. Estas sociedades extranjeras han ido adquiriendo a las entidades bancarias españolas grandes lotes de deuda que dieron por incobrable y que las sociedades compraron a precio de saldo. Después de adquirirla, la deuda no vincula al moroso con la entidad bancaria, sino con el fondo buitre, que utiliza todo tipo de artimañas para que finalmente el monitorio consiga saldarlo con éxito. Entre estas maniobras no escatiman en advertir al deudor de las dificultades para obtener otros préstamos o financiaciones o incluso amenazan con que su aparición en una lista de morosos le podría dificultar la contratación de algunos suministros.
La diversa casuística a la que puede obedecer este tipo de reclamaciones ha hecho, sin embargo, que a día de hoy sean varios los sectores que más deudas reclaman y, entre ellos, no podía faltar el sector financiero. Ahora han surgido multinacionales especializadas en recobros que compran a los bancos su cartera de deudas y luego acuden a los tribunales para reclamar a los morosos. La noruega Lindorff es una de las más habituales en acudir a los juzgados. Por tanto, la deuda ya no la tendría el cliente con el banco sino con la empresa de recobro. Además, las empresas de telefonía y proveedores de Internet son otras de las grandes especialistas en el cobro de monitorios a cualquier precio y muchas de estas reclamaciones terminan siendo saldadas porque el deudor no se opone, ya que en caso de que lo hiciera es posible que tuviera razón porque la deuda que se le reclama es injusta. Cada vez se reclama por cantidades más pequeñas, en cuanto una factura es devuelta de la entidad bancaria correspondiente, ya sea por 80 o por 800 euros.