vecinos de Bidaurreta, un pequeño pueblo de 160 habitantes ubicado en las faldas de la sierra de Etxauri y con una larga tradición de proyectos en auzolan trabaja en una nueva iniciativa, pionera en la Comunidad Foral, con miras a organizarse de cara a la vejez en vida comunitaria. Hace cuarenta años, los entonces veinteañeros y veinteañeras de Bidaurreta habilitaron un local social, la clásica sociedad de vecinos, que aun pervive y hace un par de años, fruto de las actividades que con más o menos intensidad han desarrollado durante estos años, los hoy sexagenarios constituyeron la Asociación Mendiko Artea para Personas Mayores, que agrupa a 46 personas.

Ayer, su presidente, José Mª Tabar Berrondo, y la trabajadora social, experta en cohousing y colaboradora de Mendiko Artea, Maite García García, presentaron en el Congreso Internacional Erasmus+Caremploy de ANEL el proyecto que ocupa y preocupa en el municipio y que tiene como finalidad organizarse en común de cara a la vejez, eso sí siendo la vida activa la columna vertebral del proceso. José Mª Tabar, directivo de la empresa Tabar Sistemas Eficientes SLL adherida a ANEL, explicó que se plantea dos formas de trabajar: A corto y a largo plazo. A corto, mediante la organización y participación en actividades dirigidas a mantener un envejecimiento activo, desde charlas a la propia práctica. A largo plazo, sentando las bases de lo que en el futuro puede ser organizarse una vida en común. “Estamos en los cimientos de la mente”, dice Tabar, “es decir, debatiendo sobre como nos gustaría vivir en el futuro y para ello hemos conocido de primera mano experiencias ya en marcha en Suecia, Cantabria, Madrid...”.

No hay planos, de momento, de como pueden ser los apartamentos, los espacios comunes, los servicios o la atención que se quieren prestar; no hay concreción de cómo puede aportar cada usuario y usuaria sus conocimientos y destrezas en bien de la colectividad y no hay, de momento, modelo de cómo se participará en esta especie de comuna de mayores, pero hay ideas y, sobre todo, ganas de conocer experiencias ya en marcha para copiar los modelos más idóneos. Maite García destaca que hay en la geografía estatal 700 apartamentos, autosuficientes en el más amplio sentido de la palabra, que se rigen por esta filosofía de vida y acceso a la vivienda. En siete territorios, el cohousing está ya en marcha (Málaga. Torremocha (Madrid), Valladolid, Tarragona, Cáceres, Teruel y Jaén) y en otros cinco se ponen cimientos (Cantabria, Bilbao, Córdoba, Galicia y Bidaurreta).

trabensol y brisas del cantábrico De la mano de Maite García, seis vecinos de Bidaurreta viajaron el año pasado a Suecia para conocer in situ cómo grupos de personas mayores se organizan para vivir en modelos residenciales que compaginan pequeños espacios privados con grandes espacios en los que comparten momentos de su vida y actividades -desde la cocina, cuarto de estar, salas de actos, gimnasios y otras instalaciones-. Como reconoce Maite García “cada vez hay más personas que piensan como quieren envejecer y como quieren vivir la última etapa de sus vidas”, un tema recurrente, realmente, en charlas de cuadrillas e incluso de familias cuando las canas empiezan a aflorar.

El cohousing, de larga tradición en países europeos avanzados socialmente, se articula generalmente en torno a cooperativas promotoras de los propios apartamentos residenciales y modelos de gestión de servicios comunes para cada comunidad.

Modelos como el proyecto social Trabensol, montado por un colectivo de personas mayores en un pueblo semi deshabitado de la Comunidad de Madrid (Torremocha del Jarama), son un ejemplo de lo que gusta en Bidaurrera. Se trata de una comunidad de “gente amiga, solidaria, socialmente activa, amistosa, acogedora, con vocación cooperativa?”, que se ha organizado en cooperativa “sin ánimo de lucro, democrática, para darnos una respuesta colectiva posible y satisfactoria a nuestras necesidades de personas mayores”, indica en su web. Una gente que apuesta por “una vida rica en interrelaciones y actividades que nos ayuden a mantenernos en forma física e intelectualmente; una forma satisfactoria de vivir la convivencia, la cultura y el ocio activo; una independencia en compañía; un clima afectivo de amistad y cooperación; cultivar las cualidades y aficiones de cada uno; participar de las actividades del pueblo; y favorecer las relaciones familiares gratuitas y cercanas sin que supongan una carga”.

El modelo no es único y el 23 de julio, Mendiko Artea viaja a Meruelo (Cantabria) para asistir a la presentación de “Brisas del Cantábrico”, donde “un grupo de personas que, pensando en cuando seamos mayores, estamos poniendo en marcha un proyecto que nos sirva de hogar, donde pasar voluntariamente los últimos años de nuestra vida sin tener que depender exclusivamente de la ayuda que nos puedan dar los familiares y la administración.