“El poder no corrompe; desenmascara”. Saber mandar
La complicada gestión del poder
pamplona - Claro que tampoco tiene por qué ser necesariamente así. Hay quienes ejercen el poder con discreción y sin sembrar insidias a su alrededor. Por supuesto, estas últimas personas están mejor preparadas para afrontar lo que tarde o temprano suele llegar: la pérdida del poder.
J.V.: Para algunas personas, el poder es un fin en sí mismo. Para otras, una herramienta para mejorar la situación de los demás. Nos quedamos con estas últimas, ¿verdad?
-I.Q.: Sí, yo al menos, sí. Hay diferentes formas de detentar el poder, y la que más me gusta es aquella que deriva del conocimiento. Puedes perder todo lo que tienes en la vida, pero mientras no te quiten lo que has aprendido, lo que sabes, siempre puedes ir a parar a algún sitio. Además es un equipaje ligero y que puedes guardar para usar solo cuando es necesario.
J.V.: Comencemos hablando, en todo caso, de las primeras. Su vida consiste en acumular poder y, en general, al precio que sea. Poco bueno podemos esperar.
-I.Q.: Pues sí, porque te dejan espacio para poco y porque no comparten aunque no sepan ni por qué, pero este perfil de persona tampoco puede conseguir lo que tú sabes porque cuando te lo copia, siempre llega a un límite que depende solo de tu capacidad y del que no puede pasar sin ti. Suelo decir que en esto, para cuando ellos van, el que sabe ya está de vuelta.
J.V.: A veces, es muy evidente lo que buscan esos tipos. Otras, actúan de un modo más taimado. ¿Cómo descubrimos sus verdaderas intenciones?
-I.Q.: Esa es una pregunta difícil de responder, y si tuviese la receta mágica, me la habrían jugado algunas veces menos en la vida. Yo creo que las personas que expresan una debilidad continua y al mismo tiempo una necesidad marcada de estar cerca de los centros donde se toman las decisiones son como para tenerlas siempre bajo sospecha. Mejor no perderlas de vista porque se alían siempre con la persona que les ofrece mantenerse en posiciones para las que no están dotadas.
J.V.: Si son hábiles, los poderosos se rodean de un ejército que, además de rendirles pleitesía, les hace el trabajo sucio.
-I.Q.: Es lo que te venía diciendo. Se sitúan a rendir pleitesía como bien dices tú, a todos los posibles capos que les puedan dar unos minutos de gloria. Luego se van con el que les asegura mantenerse en una posición que habitualmente les queda grande. Venden a quien haga falta. Son los orcos de esta película, mamporreros a sueldo.
J.V.: También se puede llegar al poder por medios limpios y ejercerlo tratando de hacer el bien, como decíamos al principio.
-I.Q.: Es la llegada de las personas sabias, de aquellas que basan lo que hacen en el conocimiento y en su difusión. Aquellas personas que no temen a nada porque, como te decía al principio, son las que portan un poder incoloro, inodoro e insípido, pero que cambia la realidad y normalmente, a mejor. Son las personas que te ayudan a experimentar lo que es realmente la trascendencia.
J.V.: Se dice, sin embargo, que el mero hecho de tener poder cambia a las personas. ¿Crees que es así?
-I.Q.: Hombre, en mi humilde opinión, todo en la vida, si se hace con interés, te cambia. Lo que no quiere decir que solo sea para mal. Hay personas a las que la responsabilidad y el poder inherente que lleva las convierten en mejores personas; otras, sin embargo, no. Estas últimas están muy bien representadas en El Señor de los Anillos a través de la metamorfosis desagradable que van sufriendo cada vez que hacen uso del poder del anillo y que se concreta en la figura de Gollum, o Schmigol, como prefieras.
J.V.: ¿Cómo evitar esas tentaciones asociadas al poder?
-I.Q.: Pues siendo una persona íntegra y sabiendo que las malas artes, como la mentira, no son para siempre. Suelo decir, como un proverbio francés, que me gusta dormir sobre mis dos orejas y para ello resulta imprescindible ser una persona íntegra y no sucumbir a los cantos de sirena que van asociados al ejercicio del poder por parte de muchas personas.
J.V.: En ocasiones, sí cambian las personas que rodean a quien llega al poder. Muchos conocidos se vuelven amiguísimos.
-I.Q.: Estoy de acuerdo, pero eso ocurre con todo. Si de repente surge un o una piloto de carreras que gana mundiales, se llenan teatros para emitir las carreras, que se van quedando vacíos cuando el brillo se oscurece. Que nos sale un equipo de canicas que se sale, a jugar a las canicas todos y todas, hasta que pasa la fiebre. En general, las personas se apuntan al caballo ganador. Es lo mismo que pasa con las personas que, por alguna razón, son famosas o adquieren alguna notoriedad, que si estuviesen acusadas de un crimen ya no las querrían para sí y le atribuirían su origen al pueblo vecino.
J.V.: Y si de verdad eres amigo de uno de esos que tiene una parcela de poder y ves que está cambiando de forma de ser, ¿cómo se lo explicas?
-I.Q.: Pues dependerá de la cercanía que tengamos con esa persona. Si es grande, podemos expresárselo con afecto y directamente. Si su respuesta es el rechazo y la hostilidad, ya no tienes dudas: ha cambiado y seguramente ya no puedes hacer nada en su favor. Pero sí en el tuyo: ¡Cuídate!
J.V.: Algo con lo que algunos no cuentan: ese poder no dura siempre. Hay que saber volver a la vida anterior.
-I.Q.: Sí a la primera pregunta, y a la segunda, también, solo que aquí el paso por la cárcel, que a algunos les toca, te dificulta mucho volver a tu vida anterior.
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