“Sentimos una gran impotencia, caían piedras por todas partes”
Miguel Ángel Andrés resultó ileso, al igual que su pareja, Amaia Lasa, de ‘Euskalerria Irratia’, y su amiga Edurne Arrizibita
Pamplona - Miguel Ángel Andrés Pascual tiene un larga experiencia en la montaña al igual que todo el grupo empezando por el guía Pitxi Egillor. Se ha recorrido los Pirineos, conoce los Alpes y había realizado varios trekkings en el Himalaya. Pero como el mismo reconoce, “cuando la Naturaleza golpea fuerte no hay experiencia que valga”. Y eso sucedió a primera hora de la mañana de ayer cuando de repente toda la ladera por la que transitaba su grupo se vino abajo después de que la noche entera se hubiera pasado lloviendo. “Sabíamos que era un sitio complicado, no por la altitud (1.000 metros) sino por la inclinación y las condiciones meteorológicas. Por eso (como se suele hacer en los terrenos propicios a aludes de nieve), íbamos pasando de uno de uno para evitar que si se producía un corrimiento de tierra nos cogiera a todos, pero es que ¡se hundió la ladera entera, casi 100 metros de terraplén! Fueron segundos eternos en el que empezaron a caer grandes piedras por todas partes provocando un ruido terrible. En ese momento intentas protegerte y buscar cobijo y sobre todo sientes una impotencia terrible. Mi compañera Amaia iba más adelante y salió corriendo para otro lado tratando de evitar la avalancha. ¡Uf! Tardé 10 minutos en volver a verla”, explicaba ayer a la noche recordando cómo se refugió bajo una roca para evitar los impactos.
Miguel Ángel acudió a esta expedición en compañía de su pareja Amaia Lasa (44 años y profesional de Euskalerria Irratia) y una amiga de ella: Edurne Arrizibita. Ayer a la noche se encontraban ya cenando en el hotel sanos y salvos, aunque muy impactados tanto por lo sucedido como por la buena respuesta de la organización del trekking, la velocidad el rescate (en 5 horas ya estaban en la capital de Nepal) y la solidaridad de los habitantes de un pequeño pueblo cercano que se volcaron en las labores de atención de los heridos. De hecho la avalancha atrapó también a tres chicas de esa localidad. Por desgracia, dentro del propio grupo no sólo hubo heridos sino fallecidos: tres nepalíes y el pamplonés Adolfo Ripa. Miguel Ángel no conocía personalmente al fallecido, aunque las horas de caminata (habían empezado el sábado la ruta circular por la base del Manaslu) dan para mucho y habían intercambiado sus trayectorias montañeras. “Me dijo que había hecho el Aconcangua, el McKinley, el Kilimanjaro... Había andado mucho pero como decía, en estos sitios y con estas situaciones, realmente la experiencia no cuenta mucho”. De hecho es la buena o la mala suerte la que determina el acabar en un hospital, en un sitio peor o reponiéndose en el hotel desde el que poder tranquilizar a la familia. La noticia del accidente sorprendió a los padres de este joven de 45 años en su casa natal de la Rochapea. La eficacia del consulado, las instituciones navarras y la empresa también sirvió para que desde el primer momento la información hacia las familias llegara rápido, lo mismo que en el caso de sus compañeras. Ahora dudan si volver a Pamplona o intentar permanecer allá para acompañar a los heridos. “En el momento del accidente intentamos también hacer lo que pudimos, pero sientes una impotencia terrible”, recuerda Miguel Ángel, que lleva 20 años trabajando en una fábrica de la Comarca de Pamplona. Hoy será otro día. Ayer volvieron a nacer.
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