Luciérnaga solicita una unidad para adultos afectados por trastorno de espectro autista
La asociación pide un piso para que jóvenes con Asperger puedan emanciparse
pamplona - La asociación Luciérnaga de familias con personas con síndrome de Asperger y TEA (trastorno del espectro autista) de Navarra solicitó ayer que se cree “una unidad multidisciplinar y especializada de trastorno del espectro autista para adultos, que son los grandes olvidados”. Así lo indicó Silvia Iso, presidenta de esta asociación, que aglutina a 70 familias y que nació en el año 2009 para dar servicio terapéutico y difusión a este trastorno, en la Comisión de Salud del Parlamento.
La presidenta explicó que “las familias nos veíamos impotentes por la falta de recursos terapéuticos que se ofertaban desde la sanidad pública, y aunque han pasado años y se ha mejorado mucho, son escasos los recursos que se ofrecen dentro de la Unidad Infanto-Juvenil, porque no duran más de dos años y siempre son en horario escolar de los chicos”.
Por su parte, Eva Garraza, de la junta de la asociación y madre de dos hijos con Asperger, remarcó que “el problema” llega cuando los pacientes cumplen 17 años. “Te dan de alta en la Unidad Infanto-Juvenil y pasan a Salud Mental para adultos”, donde reciben citas “cada dos o tres meses”. “Los que están cumpliendo años están perdidos y necesitan una unidad de TEA multidisciplinar para adultos”, sostuvo, y añadió que “lo ideal sería que se ocupase de ellos a lo largo de toda la vida”, para que “tengan una continuidad”.
Por otro lado, el coordinador de la asociación, Ignacio Delgado, explicó que las personas con síndrome de Asperger o autismo de alto funcionamiento “tienen una percepción distinta de la realidad” y remarcó que “con esto se nace, no es una enfermedad”. Se trata de un trastorno que afecta a una de cada 68 personas y que se traduce en dificultades en la comunicación, sociales, cognitivas, sensoriales o motoras. Entre las características que presentan, está la torpeza motriz, las dificultades para la resolución de problemas o para diferenciar lo importante de lo secundario, su incapacidad de entender la ironía o las bromas, así como el lenguaje no verbal, la sinceridad extrema, los intereses específicos y obsesivos o la falta de comprensión de las normas sociales. Así, indicó que para “las familias hasta que tienen un diagnóstico es un calvario”.
Este pedagogo criticó, además, que estas personas “son carne de bullying”, y alertó de que “los índices de depresión se disparan”, así como los “intentos y consecución de suicidios”. Para intentar cambiar esto, Luciérnaga trabaja para que “el mundo neurotípico se acerque a su mundo” y vicecersa. Finalmente, Delgado solicitó un piso de apoyo a las familias y de ayuda a la emancipación para “explicarles las tareas cotidianas o ayudarles a buscar un trabajo”, porque “bien orientados se puede sacar mucho de ellos”.
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