Protagonistas Recuerdos de cómo nació la UPNA
Pedro Pascual, Mª José Quintana y David Galán echan la vista atrás para recordar su llegada a la UPNA, institución que los dos primeros han visto crecer desde dentro y a la que todos auguran un futuro brillante Un reportaje de María Olazarán Fotografía Unai Beroiz
“Apenas éramos ocho bibliotecarios y estaba todo por hacer. No existía el edificio de la Biblioteca, trabajábamos en un lateral de la planta baja del Aulario. Alrededor todo era tierra removida y decenas de camiones descargando materiales para los nuevos edificios. Vimos crecer la Universidad palmo a palmo hasta llegar a ser el campus que es hoy en día”. María José Quintana de Uña, bibliotecaria de la Universidad Pública de Navarra, recuerda con mucho cariño sus primeros años en Arrosadia. Aterrizó en la UPNA en septiembre de 1991 y tuvo la oportunidad de participar en la creación de una biblioteca “que nacía casi desde cero”. Ese mismo curso comenzó su labor docente el profesor Pedro Pascual Arzoz si bien su primera contribución a la UPNA fue como integrante de la comisión gestora entre 1989 y 1991. “Viví esta etapa desde primera línea, con una dedicación muy intensa y mucha ilusión. Las expectativas que se habían generado eran elevadas y se requería hacer todo el esfuerzo por cumplirlas”, recuerda. Su trabajo, como el de otros tantos, dio sus frutos, y la UPNA se convirtió en “una puerta al mundo exterior” para miles de estudiantes. David Galán Boñar fue uno de ellos. Este pamplonés comenzó Administración y Dirección de Empresas en 1994, justo el año en el que se estrenó la Biblioteca, y su formación y dedicación le han llevado hasta Nestlé, en Suiza.
Los testimonios de Pedro, Mª José y David, que representan a los tres sectores que conforman la UPNA (profesorado, personal de administración y servicios y alumnado), son sólo una muestra del caleidoscopio de recuerdos y vivencias de las miles de personas que han estudiado o trabajado en esta universidad, que impulsó el Parlamento foral hace 30 años.
Los inicios
Entusiasmo por formar parte de algo nuevo
Pedro Pascual vivió el nacimiento de la UPNA desde dentro. En aquella época era el director del servicio de Enseñanzas Universitarias e Investigación del Gobierno foral y que tuvo que realizar un “intenso” trabajo de gestión académica. “Mi tarea principal estaba focalizada en contribuir y facilitar gestiones académicas para la puesta en marcha de lo que era el proyecto UPNA. Además de ser miembro de la comisión gestora asistía a las reuniones de la comisión de planificación del Consejo de Universidades donde estábamos todas las CCAA que habíamos asumido las competencias en materia de enseñanzas universitarias. Allí se debatían los nuevos planes de estudio de las titulaciones que se iban a implantar”, recuerda Pascual y añade “viví esa etapa con dedicación e ilusión”. Después, en octubre de 1991, Pascual que era profesor de la Universidad de Zaragoza y también impartía clases en la Escuela de Empresariales de Pamplona (centro propio de la anterior), se integró en la plantilla docente de la institución naciente.
María José Quintana también vivió “con mucho entusiasmo” sus primeros años en la UPNA. “En el terreno laboral significaba una gran oportunidad para una joven bibliotecaria y suponía poder participar en el arranque del proyecto de una universidad nueva y pública en Navarra”, afirma Quintana que en aquel momento trabajaba en la Universidad de Santiago de Compostela. “Me llegaban noticias sobre la creación de la UPNA y fue imposible negarme a participar”. Los primeros años trabajó en la planta baja del Aulario hasta que se levantó la Biblioteca. “Los primeros años eran frecuentes las visitas de estudiantes de Arquitectura para conocer la Biblioteca, concebida por Sáenz de Oiza según unos patrones muy audaces para la época”, explica esta bibliotecaria y añade que “lo más destacado es la bóveda que la cubre inspirada en la que el arquitecto francés de la Ilustración, Étienne-Louis Boullé, soñó, aunque no llegó a construir, para la Biblioteca real de Francia”. Sus primeras funciones se centraron en la adquisición de libros y revistas. “Hubo una dotación inicial del Gobierno para crear un fondo bibliográfico básico que diera sustento a la actividad de profesores y alumnos”.
David Galán aporta otra visión de sus inicios. Este pamplonés se matriculó en la UPNA porque “me pareció una universidad con recursos para el estudiante, sin la masificación que existía en otras universidades públicas y donde la Facultad de Económicas y Empresariales estaba bien considerada dada su extensa trayectoria”. Licenciado en ADE, Galán guarda un grato recuerdo de sus compañeros “con quienes compartía apuntes en la biblioteca y largas conversaciones en los jardines” y de los profesores Jorge Nieto y Manuel Rapún. “Con el primero empecé a leer y a entender la sección de Economía de los periódicos y del segundo recuerdo su asignatura Estrategia Empresarial, llena de casos prácticos, y su apoyo para ir de Erasmus”, afirma este exalumno y destaca “la disponibilidad del profesorado a escucharte y a aconsejarte siempre que lo necesitabas”. “La UPNA despertó mi curiosidad para seguir aprendiendo del mundo que me rodeaba”.
La trayectoria
Tres décadas de cambios y progresos
Para Quintana y Pascual, la UPNA es su segunda casa. Llevan más de 25 años trabajando en esta institución, la han visto adaptarse a los nuevos tiempos, tropezarse, progresar. “Los cambios han sido radicales”, afirma la bibliotecaria, que señala como “hitos fundamentales” la implantación del Plan Bolonia o de la plataforma virtual de enseñanza-aprendizaje, Mi Aulario. Asimismo, Quintana se refiere a las modificaciones vividas en su espacio. “Hemos pasado de una biblioteca con muros en sentido tradicional a una biblioteca abierta 24 horas al día, 7 días a la semana. Esto ha sido posible gracias al esfuerzo realizado para dotar a la comunidad universitaria de contenidos en formato electrónico”. Por su parte, Pascual considera que la UPNA “ha mejorado considerablemente en muchos aspectos” como, por ejemplo, la oferta de dobles titulaciones, los grados en inglés o incremento de las asignaturas en euskera. También han mejorado el funcionamiento y la organización docente, de investigación y de gestión de centros y departamentos.
Con el paso de los años, el tamaño de los grupos se ha reducido, lo que ha llevado a modificar espacios en el Aulario. “Los estudiantes no son muy diferentes. Antes tenían más capacidad para seguir las clases magistrales y ahora la clase permanece menos en el anonimato, son más participativos. Antes la evaluación de la asignatura se basaba casi exclusivamente en los exámenes y ahora se basa en la evaluación continua”, recuerda Pascual, quien reconoce que ahora son más hábiles con las herramientas informáticas. En esta misma línea Quintana cree que los estudiantes “son más activos por la propia evolución de los estudios. Necesitan más formación, lo saben, la piden y se la damos. Hay menos apuntes y más ordenadores y la UPNA se ha ido adaptando a sus necesidades: wifi, salas de ordenadores”. Asimismo, esta bibliotecaria cree que “en general son más tolerantes” y el campus “se ha enriquecido con estudiantes de otras nacionalidades”.
Ambos guardan excelentes recuerdos de su paso por la UPNA. “Me quedo con uno: la satisfacción de poder observar cómo progresan mis estudiantes, cuando te saludan por la calle, recuerdan tus clases y te hablan de su trabajo...”, considera este catedrático. Para Quintana resulta muy satisfactorio “leer en prensa importantes logros en proyectos de investigación de la UPNA, publicaciones científicas de investigadores que son referente a nivel mundial en sus áreas, exalumnos en destacados puestos profesionales... Somos una universidad pequeña, nos conocemos casi todos y esos logros se palpan en el campus”.
Ninguno se moja para elegir al mejor rector. “Me quedo con todos. Puedo estar más o menos de acuerdo con algunas de las decisiones y/o proyectos desarrollados, pero es de justicia reconocer que todos han dedicado su esfuerzo y contribuido a la consolidación de esta institución”, asevera Pascual. La misma opinión tiene su compañera. “Todos los rectores y sus equipos tuvieron su aportación. Lo que es hoy la UPNA es fruto de esa historia, pero sí creo que es ahora cuando está más presente en el mapa local, nacional e internacional”.
El futuro
Universidad consolidada con retos por delante
Y 30 años después, ¿cómo ven a la UPNA?. “Es una universidad muy dinámica, abierta, y consciente del papel que representa. Ha tendido puentes con la sociedad y el tejido empresarial e industrial de Navarra, ha promovido la cultura de la internacionalización. El plan estratégico es una declaración de estos y otros principios que demuestra su fortaleza y su entrega a la generación, difusión y transferencia del conocimiento”, asegura Quintana. Para Pascual, la UPNA es una universidad “consolidada” pero que requiere impulsar nuevos retos “si no queremos quedarnos rezagados”. Este profesor apuesta por dinamizar los nuevos institutos de investigación y contratos de investigadores, profundizar en la internacionalización y hacer frente al envejecimiento de la plantilla del PDI. “Es necesario desbloquear y dotar de nuevas plazas de acceso a los cuerpos docentes y de investigación”.
Por su parte, el exalumno de la UPNA cree que “el gran reto es la diferenciación, mantener y reforzar aquello que hace a la UPNA especial, tanto en la investigación como en una oferta de grados alineados con las necesidades de Navarra”. Galán ve a la UPNA participando “activamente” en la revolución tecnológica que se avecina. “Me consta que tiene un buen posicionamiento investigador en las ingenierías, la agroalimentación o la inteligencia artificial, y en los ámbitos jurídico, sociológico y económico. La aplicación de esas investigaciones será fundamental para alcanzar una prosperidad sostenible en Navarra”.