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“A esta Selectividad no se le ha dado una vuelta sino dos, para al final volver al punto de partida”

El profesor de Gestión de la Empresa Martín Larraza es el coordinador de la Selectividad en la UPNA. Aquí repasa el cambio de este año, las dudas y los nervios del alumnado.

“A esta Selectividad no se le ha dado una vuelta sino dos, para al final volver al punto de partida”

pamplona - La Universidad Pública de Navarra (UPNA) volverá esta semana a acoger la prueba de acceso a la universidad en la Comunidad. Para el coordinador general del acceso a la universidad del centro desde hace más de siete años, Martín Larraza Kintana (Arbizu, 1970; residente en Lakuntza), este paso supone el colofón a las reuniones mantenidas entre representantes de la universidad y de los centros educativos para coordinar la prueba. Son las de todos los años, aunque esta vez, reconoce, ha sido un ejercicio atípico, por todas las dudas que ha habido en torno a la prueba. ¿Su deseo? Este profesor del departamento de Gestión de Empresas utiliza una frase común entre los árbitros: “Que todo marche bien y que se hable de nosotros lo menos posible”.

¿Cómo se presenta esta recta final hacia la prueba de acceso? ¿Se le acumula el trabajo?

-En un año más normal, con la legislación más asentada, los coordinadores y asesores de materia hablan, se reúnen con el profesorado de los centros para saber por dónde se orienta el temario y el tipo examen, y así se sabe, por así decirlo, por dónde van a ir los tiros. Por eso desde el punto de vista organizativo al principio del curso la carga de trabajo parece menor, pero al llegar abril, mayo y junio, al acercarse la prueba, la exigencia es mayor. En la Selectividad colabora mucha gente: el personal que trabaja con las matrículas, el personal de administración de los centros, dirección, orientadores... Y, ahora, en unos días tendremos a los alumnos aquí.

Para muchos, supondrá su primer contacto con la vida universitaria. ¿Se llegó a imaginar a los centros acogiendo cada uno su prueba final de Bachillerato y que no se celebrara en la Universidad?

-Cuando se habló de la prueba final de Bachillerato, no estaba muy claro qué papel jugaba la universidad. Nosotros tenemos muchos años de experiencia en la organización de este tipo de pruebas, y las universidades de forma estatal, pero ahora recaía sobre las administraciones educativas de cada comunidad la función de organizarla, así que la universidad ya no era el eje central. Pero creo que pronto se vio que para organizar una prueba de este tipo, con casi 3.000 estudiantes, el hecho de tener mucha dispersión geográfica [si se realizaba en cada instituto] era una dificultad.

Se habló de que se tratara de un examen tipo test, de que fuera clave para obtener el título de Bachiller... Y, al final, parece que se ha vuelto al punto de partida.

-Solemos bromear con que se ha dado un giro de 720 grados. No hemos dado una vuelta sino dos, para al final volver al mismo punto. Es verdad que el planteamiento principal conllevaba unos cambios importantes en el concepto de acceso a la universidad, con sus efectos académicos, con asignaturas de 1º y de 2º, que el examen fuera el mismo para todo el Estado... pero la aplicación práctica de eso se ha encontrado con muchas dificultades y barreras, y eso ha generado mucho retraso. También influyó la situación política, con las elecciones y la formación del Gobierno...

¿Y, ahora, cómo se presenta esta Selectividad? ¿Cree que al final será un cambio importante, al nivel del que hubo en 2010, cuando se separó la prueba en dos fases?

-Para empezar, es un cambio provisional. Todo queda supeditado a si se firma o no el Pacto de Estado por la Educación; porque si se firma, se supone que se hablará de la evaluación. Es verdad que para el acceso a las universidades, sobre todo a las públicas donde hay más demanda que oferta, es necesaria algún tipo de prueba. Y algo parecido a lo que hay ahora existirá. ¿Si tendrá esta estructura? Pues no lo sé decir. Lo que tenemos ahora es muy parecido a lo que había. No se puede hablar de cambios menores, pero sí puntuales en la estructura. El cambio anterior fue más fuerte: de repente la nota máxima era 14. Nos costó acostumbrarnos.

Profesorado afectado por los cambios de este año, como por ejemplo el de Tecnología Industrial o el de Artes, ha sido muy crítico con la falta de opciones al elegir asignaturas. ¿Es factible ofrecer más?

-Antes el Bachillerato marcaba qué tenías que hacer, después se abrió la posibilidad de elegir asignaturas... y ahora, tras el cambio, hay asignaturas que ganan relevancia de cara al acceso, y otras la pierden. Es cierto que en Artes tienen menos opciones.

¿La Selectividad debería mantenerse como una prueba de tres días? ¿El coste de esta EvAU es similar al de la Selectividad?

-El número de alumnos y correctores será similar. Más asignaturas habrían exigido más correctores y quizá más días. Desde el punto de vista del estudiante, lo que le marca es el número de asignaturas en las que le obligas a examinarse. Ahora pueden hacer cuatro o cinco materias [cinco si se es estudiante de educación en euskera] y superar la EvAU, y luego elegir si hacen más. Pero inicialmente se planteó una prueba que obligaba a hacer ocho asignaturas. Ese esquema habría sido más costoso, y más exigente para el estudiante.

En plena recta final hacia la prueba, ¿qué consejo le daría al alumnado?

-Si han superado en sus centros estas materias, a pesar de las dificultades, aquí también las superarán y los resultados serán muy parecidos.

El año pasado, el porcentaje de aprobados en Navarra en la convocatoria ordinaria rondó el 96%. Es un dato a tener en cuenta, pensando en el estrés que la prueba supone para el alumnado.

-El alumno y su familia, y eso nos ha pasado a todos, viven con la incertidumbre de qué caerá o dejará de caer en el examen. Y, desde fuera, les recordamos que se examinan de unas materias que han superado a lo largo del año y que ahora repiten. Tienen que confiar en sus posibilidades.