la imagen que lo adorna quiere emular el dibujo animado de Bob Esponja, pero bajo su apariencia cuasi infantil esconde un cañón capaz de disparar proyectiles del calibre 6,35 mm, con potencial letal a uno o dos metros de distancia. El mechero-pistola que la Guardia Civil encontró en el taller de Javier F.N., en Artica, sorprendió a los propios agentes especializados en armamento. “Nunca habíamos visto nada igual. Conocemos los bolis-pistola, pero no el artilugio novedoso que teníamos entre manos, un encendedor corriente modificado para disparar”, destaca uno de los responsables de la operación Ruger, que se saldó en agosto con la detención del considerado como “uno de los mayores traficantes de armas cortas de Internet” y el decomiso de abundante material ilegal.
Las habilidades que el joven navarro adquirió para fabricar pistolas a partir de armas detonadoras a las que incorporaba cañones que él mismo producía en el garaje de una vecina, también le sirvieron para llegar a ingeniar un mechero-pistola. “Encontramos los diseños del arma en un cuaderno. Tenía anotadas las medidas para fabricarlos, dibujos del sistema de disparo... También hallamos materiales para producirlos y varios cañones preparados para ser montados en otros mecheros”, explican las mismas fuentes.
Además del cañón que se introduce en el compartimento del gas, convenientemente vaciado, el mechero cuenta con un ingenioso sistema de disparo: una aguja percutora enroscada en la recámara, y que se activa con un sistema retractil o muelle unido a una anilla, que golpea el fulminante y dispara el proyectil. “No es un arma para usar a distancia, pero disparada a uno o dos metros tiene el poder lesivo suficiente para matar a una persona”, aseveran los expertos de la Guardia Civil. Y tan pequeña que cabe en un paquete de tabaco.