MADRID. Vive a escasos cien metros de la sucursal bancaria de la calle Rafaela Ybarra de Madrid, en el barrio de Usera, que ha intentado atracar a primera hora de esta mañana. No se sabe qué le pasaba por la cabeza, pero sí que está "muy solo" y tiene problemas psicológicos y de alcoholismo.

Así definen sus vecinos a Antonio, el vecino de 55 años que ha retenido durante una hora a los trabajadores y clientes de un banco amenazándolos con una pistola de aire comprimido que había sido modificada para disparar.

"Si me cabreáis volamos todos", ha llegado a decir mientras mostraba un paquete con cables que luego se ha demostrado inofensivo.

Antonio lleva viviendo toda la vida en el piso de su madre, en el barrio, donde se le conocía como un hombre "depresivo", en general, "tranquilo" excepto cuando bebía y "le daban arrebatos", ha contado a Efe una vecina del detenido, que hoy protagoniza las comidillas del barrio.

"Decían que tenía problemas de deudas, pero deudas tenemos todo el mundo y no nos ponemos a hacer eso", comentaba un grupo de residentes congregados entre la multitud de curiosos y periodistas reunida frente al banco en el que apenas unos minutos antes se estaba produciendo el atraco, en la esquina de Rafaela Ybarra con Dolores Barranco.

Sus vecinos señalan que no superó la muerte de su madre unos años atrás y desde entonces "estaba muy solo" y sumido en una depresión en la que sus problemas con el alcohol eran cada vez más evidentes.

Así lo atestigua la camarera del bar, a medio camino entre su casa y el banco, del que era asiduo y en el que esta mañana, poco antes del atraco, ha hecho una parada para tomar una copa de ron, ya "con síntomas de estar bebido".

También la noche anterior había ido al mismo bar y había intentado robar un cuchillo. "A lo mejor ya estaba preparándose para lo de hoy", especulan varios asistentes en el establecimiento.

Con todo, sus vecinos digieren "con sorpresa y pena" los acontecimientos que ha protagonizado este vecino de Usera, que han terminado con la impactante imagen del hombre encañonado al director el banco con una pistola y tapándole la boca, hasta que se ha rendido ante los agentes que negociaban con él y ha sido detenido.

Llevaba una chaqueta de camuflaje, gorra y gafas de sol, como un atracador profesional.

En ese lapso de tiempo, alrededor de una hora, las calles aledañas al banco -una intersección llena de comercios y con un gran volumen de actividad- han visto una imagen inusual de la zona en un día laboral por la mañana: las calles desiertas, sin coches ni personas, solo con policías "secretas y GEOs".

"Ciérrate, apaga las luces y no salgas, porque va armado", relata una comerciante cuya tienda de colchones se encuentra enfrente del bar que le dijo uno de esos agentes cuando ella acababa de abrir el establecimiento.

El dependiente de la tienda de alimentación situada a su lado ni pudo abrir su local y tuvo que refugiarse en el comercio de esta vecina durante una hora en la que, dicen, pasaron miedo, sobre todo al oír "cuatro o cinco disparos".

"Había montado escándalos, pero nunca había llegado a amenazar a nadie" describen los vecinos al hombre, que, según fuentes de la investigación contaba con algunos antecedentes policiales, pero no por atracos ni delitos graves, sino por problemas familiares y no presentarse en el juzgado.

Pero las emociones no han terminado ahí para los vecinos de este barrio del sur madrileño, en el que, una hora después de que la Policía se hubiera llevado al atracador, las calles colindantes al banco se han vuelto a acordonar y los comerciantes, de nuevo, se han visto encerrados en sus establecimientos bajo órdenes de la policía.

La razón era un as en la manga del atracador: un paquete "sospechoso" que había dejado en el interior del banco y que, tras ser analizado por varios especialistas en desactivación de explosivos (TEDAX) se ha visto que solo contenía varios cables.

Tras la aventura de hoy, Antonio ha sido trasladado a la Jefatura Superior de Policía de Madrid, donde se le tomará declaración antes de su paso a disposición judicial.