pamplona - No se lo pensó mucho. A Juana Marco Goñi, una experta en museos, -es técnica superior de museos y trabaja en el Gobierno de Navarra-, de 50 años de edad recién cumplidos, se le presentó una circunstancia en su vida y no se lo pensó mucho. A su marido, Koldo Andueza Sánchez, de 48 años, se le diagnosticó una insuficiencia renal y “nos explicaron con tanta naturalidad qué soluciones había que optamos por la donación en vida”. Y así, como si fuera tan simple, Juana hoy está pletórica por la solución. Koldo se tiene que someter a controles y hacer seguimiento de su enfermedad, se tiene que cuidar pero ha mejorado notablemente su calidad de vida.
Conversar con Juana es hablar con una persona alegre, satisfecha y que relata su experiencia como si fuera lo más normal del mundo. “En la consulta del Complejo Hospitalario de Navarra nos han hablado siempre con tal naturalidad de la posibilidad del trasplante y de la donación que no he sentido miedo”. Asegura que no se puso a pensar si ella perdería calidad de vida por vivir con un riñón, “lo veo como algo normal Sabía que hay otras opciones como la diálisis pero también era consciente de que si donaba un riñón a Koldo iba a mejorar mucho su calidad de vida. Qué mejor que regalar calidad de vida a la persona con la que vivo, regalar calidad de vida a mi marido, persona a la que quiero”.
Y es que este gesto solidario y generoso se da en una persona “absolutamente positiva. En esta vida estamos de paso -afirma radiante- y es mucho mejor pensar en positivo” y añade “ser creyente también ayuda y no oculto que he rezado para que todo salga bien”.
juana, koldo y mikel Juana y Koldo tienen un hijo, Mikel, de 9 años, y fue cuando tenía 4 cuando su padre empezó con los problemas de salud. ¿Que dice el chaval?, le preguntamos a Juana. “No se, habrá que preguntarle a él, lo que si puedo decir es que está totalmente implicado. Le recuerda a su padre cuando tiene que tomar las medicinas, está al tanto de todo”, asegura Juana.
El gesto de Juana refleja el cariño, el amor que se tiene la pareja. “Nos queremos un montón y ahora más”, reconoce la donante, y añade tan contenta “les quiero mucho a los dos pero le digo a Mikel, y a mis amigos, que primero a mi marido porque sin él no habría nacido él, no habría nacido Mikel”. Su hijo le preguntaba si todo esto es bueno o no y, a la vista está, que para Juana es bueno.
Recibió el reconocimiento con la misma alegría que transmite en esta conversación-entrevista aunque reconoce que “no me ha quedado otro remedio. Me lo pidieron desde Alcer y acepté porque quiero contribuir a que si hay alguien en la sala que está dudando si donar o no, no lo dude y se haga donante. Eso, quiero animar a la gente porque regalar vida es muy gratificante”.
Tan gratificante, además, que la vida les ha cambiado bastante. “Ahora podemos hacer viajes y actividades que hasta ahora no podíamos. Además, hemos vuelto a la vida social que la habíamos tenido que abandonar por la salud de Koldo. Hemos recuperado la vida social los dos, los tres”.
desde 2012 La insuficiencia renal crónica de Koldo se remonta al año 2012 y hace un par de años estaban ya dispuestos a la intervención, ella donaba y él recibía su riñón. Pero “los niveles de creatinina dieron resultados decentes y se pospuso la operación”. El año pasado, la salud de Koldo volvió a flaquear, “en San Fermín tuvimos que ir a Urgencias y una apendicitis le descompensó”. Pruebas, analíticas, de nuevo el periplo asistencial hasta que en octubre de 2016 se procedió a la operación, donación e implante del riñón.
Durante este tiempo, Juana también tuvo que cuidarse más de lo normal. “Lo más complicado para mí era el control de peso. Tengo mucho apetito y es difícil de llevar el control pero estaba dispuesta a llevar una vida sana y cumplí. Siempre he sido una persona sana, con buena salud y eso nos ha ayudado mucho”. Ahora, se encuentra perfectamente, no nota que ya no tiene un riñón y vive con total normalidad con uno de los dos con los que vino al mundo. Cree que fue en enero de 2015 cuando les hablaron de la donación en vivo, “fue la típica consulta del Complejo Hospitalario de Navarra. Total normalidad, así nos lo contaron y así es. Nunca me he planteado que pudiera salir mal, todo lo contrario. Así es la vida, es lo que toca y a nosotros nos ha tocado esto”.
Juana es agradecida y por eso no quiere pasar por alto los apoyos que ha tenido en todo este tiempo. “Tenemos que dar las gracias a un montón de gente pero a mi me gustaría especialmente reconocer el gran apoyo, información e implicación que hemos tenido por parte de nuestras médicas del centro de salud de la Chantrea, al que pertenecemos. En concreto a Mariló García de la Noceda, mi médica que ya se ha jubilado, y a Teresa Sagredo, que ahora nos lleva a los dos. Es de agradecer su disposición y cómo hemos podido llevar todo esto con total normalidad”.
Tampoco olvidan a sus compañeros y compañeras de trabajo. Juana Marco, que fue coordinadora cultural en Barañáin, trabaja en el Gobierno foral al servicio de los trece museos de Navarra. Koldo Andueza es trabajador de mantenimiento en la Volkswagen. “Nuestros compañeros y compañeras de trabajo se han portado genial con nosotros. Hay que tener en cuenta que hay que hacer pruebas, algunas no exentas de dificultad, y tener la complicidad de los compañeros es importante”. Para Juana, el suyo no es un gesto de generosidad. “La generosidad está en nosotros. Cada uno tiene que hacer frente a lo que le toca. La vida me ha traído hasta aquí y estoy muy contenta, muy satisfecha de poder regalar vida”.