pamplona - La joven oscense, estudiante de Magisterio, que sufrió el desgraciado incidente en la celebración de la Nochevieja de hace tres años en Pamplona, recordó ayer todo lo que ha vivido desde aquel suceso. En un relato conmovedor, la joven explicó las secuelas que padece y por las que reclama una indemnización al acusado. “El día de Año Nuevo fui al hospital. Seguía con mucho dolor. Me dijeron que había perdido el ojo por dentro. Tenía mucha sangre y me mandaron al hospital Miguel Servet de Zaragoza. A partir de entonces he tenido como una decena de sesiones de láser y cuatro intervenciones quirúrgicas. Tengo un agujero negro en la mácula que no se puede reconstruir con láser y también tengo dañada la retina. Inicié un tratamiento con corticoides y recuperé la mitad de la visión. Ahí empecé a encontrar de nuevo el sentido a la vida, pero ese tratamiento que me cerraba el agujero macular me causaba a su vez unas ampollas, unas burbujas en el ojo. Es algo muy molesto y me hace ver borroso, puntos negros y estrellas. Por eso me retiraron el tratamiento y me vine abajo porque volvía a perder visión y me tenían que quitar las ampollas con bisturí. Y el postoperatorio es durísimo, hay que estar un mes boca abajo y necesito compañía hasta para ir al baño”. Su vida es otra desde entonces. “Ahora no me atrevo a conducir. Perdí años de carrera, apenas puedo leer cinco minutos seguidos porque el otro ojo se me cansa y llevo gafas desde entonces, no me puedo ni maquillar ni hacer deporte porque mido mal las distancias y necesito tratamiento psicológico, por la ansiedad y depresión”. - E.C.