PAMPLONa - En junio de 2016, la Confederación Hidrográfica del Ebro, con presencia de su presidente Raimundo Lafuente -no hay que olvidar que se trata del ingeniero jefe de origen de la obra de Yesa- compartió con la comisión interdepartamental de técnicos del Gobierno de Navarra a cuenta de las obras de recrecimiento del embalse una novedad de calado. A los técnicos se les informó entonces de que la CHE ya había proyectado unas medidas de bastante envergadura en la ladera derecha del embalse como obras complementarias, unos trabajos que califican como fase III de la ladera y que, a su juicio, serán suficientes para asegurar la estabilidad de dicha loma en la situación definitiva, pero que también presentan una complejidad técnica y un coste de ejecución muy elevado, lo cual puede tener problemas de validación y financiación desde el Ministerio de Medio Ambiente. Palabras de 2016. Por entonces, hace año y medio, no disponían del proyecto de las mismas y tan solo pudieron exponer unos esquemas, sin poder concretar fechas. Los técnicos del Ejecutivo foral ya advirtieron por entonces que para analizar la ideoneidad de dichas obras y los coeficientes de seguridad que se alcanzarían con las mismas “necesitaremos que se nos facilite dicho proyecto”. A día de hoy, lo único que se sabe de dichas obras es que consisten en una lámina de 30 centímetros de hormigón para impermeabilizar la ladera del embalse, además de la excavación de unos drenajes para que las escorrentías de la lluvia procedente de la Sierra de Leyre no vuelvan a hacer algún chandrío en la montaña. El caso es que el proyecto, según informó el pasado mes el propio Lafuente, está en periodo de redacción, pero de dichas obras se desconoce la envergadura y el coste, hecho este último que al parecer no va a ser ningún problema, porque tal y como afirmó la semana pasada la ministra Tejerina, el Estado “no va a escatimar dinero en Yesa ni en sus garantías medioambientales ni de seguridad”. Pero eso sí, Yesa, según ella, ya es seguro. Después de casi dos décadas desde que se iniciaran las obras de recrecimiento, eso, que el dinero no era problema, ya había quedado también bastante claro. Las cifras oficiales de los presupuestos generales del Estado de 2017 contemplan que el coste total del recrecimiento será de 425,5 millones de euros y su proyección anual era a razón del siguiente importe: 25 millones para 2018, 30 para 2019 y 38 para 2020. El problema es que el presidente de la CHE ya ha anunciado que la obra no estará concluida hasta finales de 2021 y resultaría sorprendente que a razón de un año más de obras se ahorrara más en costes. Y, como queda dicho, no hay coste conocido aún para las obras complementarias, esa fase III de actuación en una ladera que se dice segura por todos lados, pero que al parecer hay que reforzar todavía de más seguridad porque quizás los cálculos puedan fallar o ser demasiado benevolentes como en toda gigantesca infraestructura relacionada con los vaivenes de la naturaleza. Cuando se empezó a meter maquinaria en 2001, Yesa parecía mucho más fácil de recrecer y eso que se quería triplicar su volumen. El presupuesto de la obra era de 113 millones de euros y también se fijaban cinco años de ejecución. Por lo tanto, dicha previsión ya se ha cuadruplicado tanto en gasto como en anualidades.

EL CÓMPUTO DE EMERGENCIAS Una cuestión interesante ahora suscitada es que si el Ministerio financia de manera paralela ambas obras -por un lado el recrecimiento y, por otro lado, el asentamiento de la ladera- los números quedan todavía más dispersos e igualmente los cálculos del coste. Y de eso parece que saben bastante. En el presupuesto de las obras del Pacto de Yesa, por ejemplo, no se tiene constancia de que se hayan contemplado los 55 millones de euros que se han inyectado desde 2013 para corregir los deslizamientos del monte, donde no hay que olvidar que se desalojó y expropió a más de un centenar de familias. En este caso hay que recordar que se gastaron 25 millones para las obras de emergencia de 2013 después de que se detectara el movimiento. Otros 24 millones se destinaron al pago de las indemnizaciones a los afectados de las urbanizaciones de Lasaitasuna y El Mirador de Yesa. Y, por último, este enero se ha conocido una partida de 6,4 millones para el derribo de dichas casas y el acondicionamiento de la zona.