PAMPLONA. Navarra vuelve al mapa del Pirineo con la rehabilitación del refugio Ángel Olorón de Belagua, cuyas obras comenzaron ayer y se espera que estén terminadas antes de 2020. El proyecto -“un sueño hecho realidad” según sus impulsores- es una iniciativa que trasciende el mero ámbito del montañismo por su contenido (incluye actividades de educación, medio ambiente.... y efectos sobre el empleo, el turismo, el desarrollo local...) y sobre todo por sus impulsores: en pocas ocasiones se habían puesto tantas entidades e instituciones locales, autonómicas e internacionales a empujar en favor de un mismo objetivo aunque sólo unos pocos pioneros (como quienes preservaron en los años 60 para construir el edificio original de 1971 y cerrado en 2014) creyeron en él desde el principio. Al final, la subvención europea del POCTEFA (proyecto Belarouat) ha sido decisiva para convertir este anhelo colectivo en algo tangible que ayer saltó del papel a la realidad con el acto simbólico y emotivo de la colocación de la primera piedra.

No fue extraño que este honor lo compartieran Koldo Aldaz y Paquita Bretos. Koldo fue uno de los primeros y más longevos guardas de este refugio en sus buenos tiempos y una de las almas de esta nueva etapa desde la vicepresidencia de la Federación de Montaña. Paquita, que hoy cumple 92 años y espera “poder ver reabierto el refugio”, es la viuda de Ángel Olorón, uno de los pioneros del montañismo navarro y que dio nombre a este emblemático refugio cuando se reinauguró tras una rehabilitación muy importante a inicios de los 90, aunque no tan profunda como ésta que se aborda ahora y que pondrá al refugio no sólo en el mapa europeo del montañismo, sino en el propio siglo XXI.

Ayer fue una jornada para discursos, agradecimientos y promesas. Todas ellas se escucharon a las puertas del viejo y desangelado edificio mientras la niebla acechaba desde el Lakora poniendo el termómetro muchos grados por debajo del Rincón de Belagua. Los 1.428 metros no perdonan y la meteorología de este enclave parecía avisar a autoridades, arquitectos, invitados y constructores que no se lo piensa poner fácil en los dos intensos años en los que se espera ejecutar esta parte del proyecto que tiene que ver con la rehabilitación del refugio. Según adelantaba Koldo Aldaz, el objetivo es reabrirlo para el invierno de 2019 o en su defecto, a inicios de 2020.

Pero eso es hablar de futuro. El presente se dibujó ayer con un acto en el que fueron muchos y muchas los que tomaron la palabra en función de su cargo pero en el que otros tantos y tantas asistieron al evento con una emoción contenida y saludos cruzados. Eran sobre todo gente de la montaña en general y del club deportivo en particular. Históricos como Gregorio Ariz, Juan Mari Feliu, Agustín Setuain, Joaquín Salbotx, Carlos Goñi... que saben lo que significaba para el orgullo del montañismo vasco poder decir que el Pirineo navarro tendrá de nuevo un refugio. Martín Montañés, presidente de la Federación Navarra de Montaña y Escalada, recordó este simbolismo del refugio (final de la GR-12, nudo de senderos y base para muchas ascensiones) así como los “cuatro años de esfuerzo colectivo” que han permitido llegar hasta aquí. En este sentido, como también lo subrayaron tanto la consejera de Cultura, Deporte y Juventud (Ana Herrera) como el delegado de montaña de Pirineos Atlánticos (Jean Pierre Miranda), en pocas ocasiones se logra sumar fuerzas de instituciones y entidades tan diversas de varias autonomías y estados. Aunque los socios de este proyecto son la Junta del Valle de Roncal, NICDO, La Ligue de L’Enseignement des Pyrénées Atlantiques, la Mairie de Lescun y la Federación Navarra de Deportes de la Montaña y Escalada como jefe de filas, lo cierto es que hay muchas más entidades e instituciones implicadas de una manera o de otra. Así, por parte del Gobierno foral está cofinanciado a través de los Departamentos de Cultura, Deporte y Juventud, de Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Administración Local y de Desarrollo Económico. El valle del Roncal ha trabajado desde la Junta pero también desde ayuntamientos como el de Isaba y diferentes colectivo mendizales y deportivos. Lescún, en la parte francesa donde el protagonismo se lo lleva el refugio Laberouat, ha sumado energías desde su ayuntamiento que ha sido arropado por Pirineos Atlánticos. Pero sobre todo han estado ahí, tirando del carro la Federación de Montaña, diferentes clubs y muchas personas a título particular que han puesto su grano de arena para que se colocara la primera piedra soñando con el día en el que ponga la última.