tras unos años en los que parecía que las fotos en papel habían desaparecido de nuestras vidas, ha llegado el momento de recuperarlas. La gente vuelve a acudir a los comercios especializados para que se las impriman, aunque el sobre lleno de instantáneas ya no sea el formato más solicitado.

“La clientela está empezando a revelar fotos en papel porque se está dando cuenta de que en digital o en el teléfono las ves de vez en cuando y, además, no sabes bien ni lo que tienes”. Quien así se explica es Nora Heredia, encargada de Foto Ikatz, en la plaza Gipuzkoa de Donostia.

Muchos son los que se decantan por los fotolibros, formato muy en boga. Este fue el modelo elegido para inmortalizar el día de su boda por Alekos Aguirre. “El papel es el papel”, reflexiona, y para recordar ese día tan especial considera que resulta más sencillo acudir al álbum que sentarse delante del ordenador a ver “500 fotos o más”.

La selección, además, la realizó la propia pareja con sus fotografías favoritas, por lo que las instantáneas adquieren un doble significado. Y es que, añade Heredia, “lo que más se revela son vacaciones, niños y bodas”, dependiendo de la época del año. “Va por rachas”, apunta.

mayor seguridad Además de la mayor o menor pereza que pueda dar repasar cientos de fotos en el ordenador, positivándolas se evita el riesgo de perderlas. “Coges el teléfono y sin querer las borras todas, el ordenador se estropea y las pierdes todas o las guardas en un pendrive que tienes olvidado en una esquina”, explica la encargada de Ikatz.

De forma parecida se expresa Ana Iturriza, de Foto Miki, en el barrio del Antiguo de Donostia, que aconseja a los clientes que “guarden las fotos en más de un sitio” para evitar así el disgusto de perderlas.

El público, asegura Heredia, aprovecha las promociones para hacer los revelados y, además, de este modo “se hace una selección” de las imágenes, “porque más de la mitad de las que guardamos o están repetidas o las sacamos sin querer o no tienen calidad”. Los álbumes digitales, como ventaja añadida, “ocupan menos espacio que los de siempre” en las estanterías.

“Le gente es selectiva, elige las fotos antes de imprimirlas y se queda con las más bonitas o significativas”, añade Iturriza. “Y es que si enseñas a un invitado 1.000 fotos en un ordenador, se levanta y se marcha. No hay quien lo aguante”.

Aunque ha habido años en los que “no se imprimía nada o muy poco”, Iturriza también tiene claro que es una buena opción. “De lo contrario no se ven, pasa como antes con las diapositivas, que por no montar la pantalla se quedaban en el olvido”, explica.

Además resulta muy frecuente que los clientes soliciten otro formato, como los grandes cuadros y lienzos realizados con fotos que, en algunos casos, han comenzado a sustituir a las pinturas en las paredes de los hogares de Gipuzkoa. “Cada vez se está tendiendo más a decorar tus espacios con tus propias fotos”, señala la encargada de Ikatz.

Aunque se revele más foto digital, todavía “hay quien viene a revelar su carrete”. Las personas “más mayores que no se han desecho de sus cámaras”, siguen fieles a este sistema aunque también, curiosamente, se han sumado a esta práctica los jóvenes “más modernos, de rollo hipster y fanáticos de lo antiguo”.

Aunque, en estos casos, los resultados no son siempre todo lo buenos que se desea. Pero se sigue insistiendo y, todavía, en alguna boda “se ponen cámaras desechables en las mesas”.

Ana Iturriza ha visto cómo “ha vuelto la Polaroid con un formato pequeño que saca unas fotos mini”, pero también que “hay un montón de personas que han vuelto al carrete”. A diario comprueba que hay “gente muy joven” con este tipo de cámaras, aunque considera que son personas “que tienen ya de todo y utilizan estas máquinas para fotos muy concretas, más artísticas o que intentan serlo”. Y es que “ a veces se pierden, no están acostumbrados a que sean 36 fotos y no haya más, que no se vean cuando las haces. Hay que pensar mucho la fotografía que tiras porque el revelado es mucho más caro”.

A la hora de revelar, cuando hablamos de pasar del formato digital o del teléfono al papel, el precio va bajando cuanto mayor número de copias se haga.

Fotos como regalo Pero, además, se siguen vendiendo marcos y otros soportes con una o varias fotos, “sobre todo para regalar”, rubrica Heredia.

En Foto Miki aseguran que la foto en papel ha vuelto con fuerza como presente. “Son muchos quienes hacen pequeñas composiciones y van regalándolas”, asegura Ana Iturriza, que también ha constatado que el álbum digital se impone aunque “hay a quien le sigue gustando el tradicional, con sus hojitas de seda y su cartón”.

Para sobrevivir a los tiempos más difíciles, indican desde Ikatz, ha sido necesario “evolucionar como ha evolucionado la fotografía” . “Muchas tiendas se centraron en el carrete. Pero posteriormente, de la cámara digital se ha pasado a la cámara del móvil y quienes hemos sabido evolucionar hemos aguantado”.

“Sacamos fotos del móvil con cable o no y tenemos incluso una aplicación para pasar las fotografías y montar tu propio álbum desde casa. La verdad es que es poca la gente que viene con pendrives o disquetes con las fotografías”, puntualiza.

“Hacemos cosas con las fotos, cosas diferentes aparte de revelarlas. Una imagen se puede incluir en puzles, cojines, tazas... Son muchos los productos que ofrecemos”, asegura Nora Heredia, que dice que aunque ahora “está un poco más visto”, hubo un tiempo en que todo eso era novedad. Siempre se trata de ofrecer nuevos productos, como la “impresión en aluminio”.

Pero de una forma o de otra lo que parece evidente es que a la gente le gusta tener sus recuerdos a mano, recrearlos sin que interfieran los destellos de una pantalla, sentados en el sofá y compartiendo los momentos vividos sin que un corte en la electricidad o la falta de batería puedan impedirlo.