“Al llegar al juzgado, me sorprendió encontrarme con gente tan joven en situaciones de maltrato”
Por el despacho de Esther Fernández Arjonilla pasan todas las sentencias de violencia de género de Navarra en las que se pidan menos de 5 años de cárcel
pamplona - ¿Cuánto tiempo lleva en este juzgado?
-Desde enero de este año.
¿Había pasado antes por algún juzgado especializado en violencia?
-En Estella estuve siete años y llevé casos de violencia en instrucción.
¿Es muy distinto?
-En la instrucción investigas, y aquí juzgas, es decir, te lo dan todo hecho y tienes que ver las pruebas, escuchar a las partes y ver si procede la condena en visos a las acusaciones que existen. Instrucción es más frustrante porque se quedan muchos casos en el camino. Si no hay testigos, no hay pruebas, no quiere declarar o retira la denuncia, no tienes margen para actuar. En Penal 5 nos encargamos de los asuntos de violencia de género de todo Navarra en los que se pida hasta cinco años de prisión. Somos el juzgado penal que más asuntos ha recibido de los cinco juzgados penales existentes. En teoría tenemos un 8% de asuntos de otras materias, pero los números de ahora no dan para ello, porque hay tantos casos que nos dedicamos en exclusiva a violencia sobre la mujer.
¿Cuántas resoluciones pasan por su mesa?
-Generalmente celebramos juicios tres días a la semana y, por lo general, suele haber un mínimo de cuatro vistas, con lo que a la semana son 15 juicios y alcanzan los 60 al mes. Creo que rondamos las 330 sentencias este año.
¿Es un número muy alto para una materia como esta?
-En las estadísticas nos llamó la atención que en el primer trimestre tuvimos 45 condenas con conformidad, 22 sin conformidad y 15 absoluciones, un total de 82. Son cifras elevadas, más que las de otros juzgados similares de otras provincias.
¿Ha cambiado su imagen y perspectiva en estos meses de la violencia sobre la mujer?
-Cambia la perspectiva. Como instructora siempre te implicas más, te lo tomas personalmente y eres quien empuja el asunto, junto al fiscal, si es que hay visos para ello. En el órgano juzgador estás más aséptica, más limpia por no haber visto previamente el procedimiento. Te implicas para resolver y aplicar la ley, pero hay veces que te frustra un juzgado penal porque crees a la víctima, pero no hay prueba suficiente y hay que dictar una sentencia absolutoria. También, tras estar aquí, si luego volviera a instrucción, probablemente cambiaría algunas cosas. Me refiero al grado de detalle de la declaración, a atar bien las cosas, a pulir más esos testimonios porque se producen cuando la víctima está emocionalmente muy afectada. Todo delito causa perjuicio a la víctima. Pero en este delito, la víctima recibe un daño doble: primero por el daño en sí y luego porque se lo produce la persona en la que más confía. Por ello, el estado emocional influye, no están en condiciones muchas veces de declarar todo lo bien o todo lo necesario que exige un proceso penal. Luego, en el juicio plenario, suelen estar más tranquilas y hay que ver cómo cambia esa declaración, si son pequeños detalles o cambios sustanciales.
¿Asusta un poco el encontrarse con estas cifras en esta materia?
-Sí, sin duda, y me preocupa y me asombra encontrarme con gente tan joven. Eso me ha sorprendido. No esperaba encontrarme con gente tan joven.
¿Y qué falla?
-Hay evidentemente un problema de base de educación, porque el Derecho Penal no es la solución. Este es el último instrumento al que se debe acudir como sociedad, se debe acudir aquí cuando no hay otro mecanismo para solventar un problema. Debe haber más información para educar en igualdad y respeto, en valores. Sí que llegan muchas chicas jóvenes, algunas que han sufrido los hechos siendo menores, y que han pasado por situaciones delicadas durante la juventud, por casos de acoso escolar, y que se convierten en víctimas especialmente vulnerables. Suelen ser más sensibles a estos delitos.
¿Es este el lugar adecuado para acabar con la violencia?
-Desde luego no puede ser el juzgado el único lugar. Pese a que todos los recursos que aquí se articulan van destinados al tipo de delito que se ha cometido, para que el penado asuma la responsabilidad y se pueda favorecer su reinserción. Hay trabajos en beneficio de la comunidad, programas de intervención con maltratadores? Si existe una suspensión de condena se tiene que buscar el tratamiento adecuado, porque en violencia hay mucha mezcla en el agresor con el consumo de tóxicos. El trabajo con los psicólogos es importante y, si no acuden a ese programa de intervención, se les va a revocar la suspensión. Los recursos que hay son muy importantes y también es importante la facilidad de trabajar en una comunidad pequeña donde podemos estar en comunicación.
Toda esa red de recursos va dirigida a esta especialidad, pero aun así por la intimidad y complejidad del problema, ¿es muy difícil de humanizar este proceso?
-Sí, porque el Derecho Penal se va a centrar en aplicar la ley, para ver si hay que castigar a una persona por un hecho delictivo. A la víctima se le han reconocido una serie de derechos, una serie de prestaciones para declarar y evitar cualquier tipo de revictimización que a veces no se puede evitar. El Derecho Penal no puede evitar que no declare, hay que saber de primera mano qué quiere comunicar ella, qué quiere denunciar. A su vez hay una serie de mecanismos, como la Oficina de Atención a víctimas del delito, los servicios sociales, el acompañamiento bien desde la Oficina o desde la Policía para cuando vienen a declarar y que eviten los pasillos comunes. Ahora se van a instalar unos mecanismos con televisión para que la víctima esté en una sala aparte y pueda declarar y ver el juicio por televisión. No podemos evitar que se la someta a preguntas por la otra parte y lo que hay que hacer es cuidar que esas preguntas sean sobre el objeto de discusión. Pero hablamos muchas veces de cuestiones íntimas, en las que hay que detallar sentimientos para demostrar, por ejemplo, si ha existido un daño moral. El Supremo ha marcado unas pautas en las que para acreditar ese daño hay que entrar hasta el fondo.
¿Qué demandas requiere para completar el juzgado?
-En este ámbito se demandan muchas periciales psicológicas, informes forenses de lesiones, y con todas las personas en tratamiento por ejecución de la condena les cargamos de mucho trabajo a los forenses. Ahora vamos a mejorar las instalaciones y la presencia en Sala con la instalación de un nuevo sistema por televisión para que las víctimas declaren. Antes podía encontrarse la víctima con el acusado en el pasillo. Recuerdo que hace un tiempo me encontré con una chica que estaba sentada en el suelo del pasillo y pedí que le trajeran una silla porque no podemos dar ese trato. Ahora todas las personas en sala y que formen parte del proceso van a poder ver cómo declara, sin necesidad de andar por los pasillos ni de que nadie tenga que moverse de su sitio porque no se ve a la mujer según cómo esté colocado el biombo que la protege. El sistema nuevo me parece positivo y ofrece una imagen muy nítida para poder tener una percepción directa. Lo que hay que evitar es esa confrontación visual, porque aquí hay mucho enganche emocional, una gran dependencia.
¿Percibe diferencias entre la violencia adolescente y adulta?
-El delito de acoso/stalking, que se introdujo en 2015, está pensado precisamente para atajar esas conductas que se hacen a través de whatsapps, redes sociales, esas actitudes de control a través de los canales de comunicación. De delitos como ese hemos tenido cantidad de gente joven, una increíble cantidad de casos en los que se da este control.
¿Supongo que para este delito, en el que no hay un daño físico directo, las excusas y la normalización que a su conducta tratan de dar los encausados es habitual?
-Banalizan casi todo, no le dan la importancia que tiene a la acción que realizan. E incluso a la víctima le cuesta ver que eso que ha asumido, de que le manden cientos de whatsapps o de mensajes en redes para saber cómo está, no es normal, que ese control no es sano. Cuando sale un poco de la relación que está viviendo, se da cuenta del control que ejercen sobre ella. La violencia de género no llega de golpe. No le metes de cabeza a la mujer al agua caliente. La violencia va poco a poco. Empieza suavemente, les dicen ven, acompáñame, no te vayas con tus amigas, no te pongas eso que no te queda bien. Empieza con cosas así de suaves. Cuesta muchísimo que la víctima se dé cuenta de estas situaciones. Parece mentira que a la gente joven le parezca normal esa conducta y siga pasando por eso. Ellos manipulan, no lo hacen de golpe y la víctima va asumiendo más y más, hasta que pierde relaciones, no hace ciertas cosas, se pone la ropa que él dice? Te repito que es muy difícil gestionar ese enganche emocional. Es necesario un trabajo psicológico y de asistencia, y hay casos en los que la víctima no quiere ir. Y si no hay ningún tipo de prueba, es difícil acreditar. El Supremo dictó una sentencia en enero con la que hizo bastante daño, porque hasta entonces si habían mantenido la acusación y la retiraban, se les obligaba a declarar. Ahora, si mantienen la relación de pareja con el acusado, pueden no declarar. Creo que ese fallo ha hecho flaco favor.
¿Su trabajo se viene abajo cuando hay una muerte por violencia?
-No es el remedio este trabajo, pero sí es el alivio de muchas personas. Siempre que existe una muerte de una persona, frustra cuando ves que no puedes protegerla. O cuando ves una relación tóxica, en la que él ha sido condenado y ves que aparece aquí de nuevo con ella. Ahí hace falta un trabajo de terapia, porque ella quiere seguir hablando con él, pero la relación no es de respeto mutuo. Cuando hay consumo de tóxicos, hasta los familiares te dan las gracias de que decretes su internamiento, porque el origen de su violencia está en el consumo. Hemos tenido una víctima que, por ejemplo, ha denunciado a tres parejas distintas en diez meses. Cumple un poco ese perfil de moverse en un ambiente de consumo de tóxicos, al que hay que añadir el enganche emocional, y de ese círculo es mucho más complicado salir. Pero los mecanismos que hay para tratar estos problemas son muy importantes. Existen programas de intervención con maltratadores que no son baladís. Si el varón es irreverente, no asume los conceptos, o no colabora, de todo eso se informa al juzgado y eso se valora. La víctima tiene el derecho a ser informada del seguimiento de ese programa o de si su agresor tiene permisos penitenciarios. Hemos tenido casos en los que el sujeto se ha fugado del centro terapéutico y la víctima es la primera persona a la que se informa.
Por desgracia, en Navarra se han producido tres muertes recientes de parejas a manos de sus maridos. ¿En qué beneficia a esas mujeres denunciar? ¿Se podrían evitar esos desenlaces trágicos ?
-Evitar al 100% es muy difícil, salvo que la víctima esté absolutamente aislada y la protejas 24 horas. La denuncia no te puede asegurar al 100% que evites, pero dificulta mucho. Porque existen mecanismos, se comunica la orden de alejamiento e incomunicación a las policías, tenemos el sistema telemático y también dispositivos de la Cruz Roja. Para que todo esto se active se necesita la declaración y la denuncia de la víctima. Aquí hemos tenido casos muy difíciles. La mayoría de las víctimas no tienen medidas porque precisamente no denunciaron antes. Son pocas las que han denunciado y han fallecido desgraciadamente.
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