Santurtzi - Eran las 14.00 horas de ayer cuando Isabel y Begoña del Blanco, las propietarias de una de las viviendas okupadas en el número 26 de la calle José Miguel de Barandiarán, subían las escaleras del portal. Al fin, dos meses y dos días después, llevaban las llaves de su hogar en sus manos y las portaban con la seguridad de que podrían entrar en esa casa en la que tienen una gran parte de los recuerdos de su vida. “Por fin podemos entrar en nuestra casa”, señalaron ambas en ese mágico momento que tantas veces habían imaginado en los dos últimos meses. Tornaron la puerta del 1ºD y volvieron a ver su hogar, la preocupación de cuánto tiempo pasaría hasta poder volver a su casa había mutado a otra preocupación distinta: cómo estaría el hogar que sus padres les dejaron en herencia y que está casi completamente reformado. “No sabemos qué nos encontraremos, nos han dicho que las cosas están bien y guardadas, pero quién sabe”, señaló Isabel.

Hicieron la primera inspección del hogar y, aunque aún les quedaba comprobarlo en profundidad en la habitación en la que, al parecer, los okupas habían guardado las pertenencias de esta familia, faltaba, al menos, dos cosas: una televisión y una cama. “No vamos a asegurar nada porque aún tenemos que mirar bien, pero es lo que, de entrada, echamos en falta”, señalaron las hermanas Del Blanco. Han pasado dos meses duros y el episodio final se fue cocinando a fuego lento. El lunes por la tarde, vecinos de la zona vieron cómo una furgoneta iba cargando pertenencias de los okupas y las sospechas se dispararon esa misma noche cuando se vieron movimientos en la vivienda propios de una mudanza. El enigma se resolvió a mediodía cuando los familiares de los okupas de este hogar entregaron las llaves de este piso y de otra vivienda, el 2º izquierda, inmueble que había sido usurpado y que su propietario había entregado al Gobierno vasco previamente en el marco del programa Alokabide. Para cuando Lakua quiso ponerla en alquiler ya había sido usurpado.

La entrega de las llaves al Ayuntamiento fueron fruto de una negociación en la que intercedieron personas ajenas al conflicto y que, finalmente, concluyó con un buen final para Isabel, Begoña y el propietario del 2º Izquierda de este edificio. “No nos vamos a parar aquí. Hay que resolver el problema de convivencia que existe desde que estas personas se han instalado en esta zona de Santurtzi. Este lugar era una maravilla y, ahora, desde hace unos años se ha perdido todo eso”, señalaron Isabel y Begoña. No en vano, existe otra vivienda okupada en el número 26 de José Miguel de Barandiarán y en el piso de al lado del hogar de Isabel y Begoña, un cartel muestra que han intentado en varias ocasiones entrar en esta vivienda. Ese caso está judicializado y la vista está prevista para el próximo 16 de diciembre. Hasta la fecha, se han contabilizado cuatro intentonas de okupación y han reventado la puerta de esta casa en dos ocasiones. Los propietarios de este piso, desesperados, han llegado a tapiar su casa tal y como señalaron a este periódico el pasado 24 de octubre. “Los de la vivienda que está okupada han de salir de ella”, aseguraron las hermanas Del Blanco quienes reiteraron su “agradecimiento a todo el pueblo de Santurtzi. Nos hemos sentido arropadísimas, apoyadísimas en todo momento. La respuesta de la ciudadanía ha sido impresionante”, recordaron.

Ayer, tanto Isabel y Begoña como su prima Ana, residente en el número 26 de la calle José Miguel de Barandiarán, volvieron a poner el origen del problema en un caso de mobbing inmobiliario. “Este terreno es muy goloso y nos han metido a esta gente para devaluar los pisos e intentar que nos marchemos”, aseguraron. Ahora, Isabel y Begoña pasarán unos días tratando de evaluar qué pertenencias les faltan y valorando los daños que pudiera tener su hogar. Además, tendrán que sopesar si siguen adelante con la denuncia interpuesta por okupación ilegal, pero lo harán con las llaves de su hogar entre sus manos.