Con 44 años y dos hijos, uno de 6 años y otro de 9, a Amaia San José Esarte le diagnosticaron un cáncer de mama con metástasis. Tras una semana de "llorar, llorar y llorar, mi marido me dijo que esto era como un luto y que tenía que acabar, porque yo al final acababa muy cansada psicológicamente, más que físicamente". A partir de ahí, esta vecina de Pamplona dijo "como no sé lo que voy a vivir, he decidido que lo voy a vivir con toda la alegría, energía y todo lo activa que pueda ser; o sea, que no me voy a preocupar, no voy a perder el tiempo llorando".

Cuénteme su experiencia. Cuándo le detectaron el cáncer de mama.

-Un 25 de octubre me desperté con la sorpresa de que mi marido me vio el bulto y fue todo muy rápido. Aquel 16 de noviembre ya tenía un diagnóstico y el 20 empecé la quimio. Ese mismo día ya me dijeron que tenía metástasis y empecé con quimio. Llevo dos años y medio con quimio, llevaré ya casi unas 60 sesiones. En el confinamiento lo pasé muy mal. Me fallaron los tratamientos y entonces es una época muy dura, que ves que el final está cerca y que esto se acaba, pero bueno, gracias a Dios tenemos alternativas, que es por lo que luchamos, para tener esas alternativas, y ahora llevo con este tratamiento 16 meses, me funciona muy bien, me deja hacer una vida activa dentro de nuestra inactividad, porque ya estoy con una incapacidad absoluta.

¿Qué sintió al recibir la noticia del diagnóstico?

-Yo no pude salir de la consulta, fui incapaz de salir de Príncipe de Viana, me caí redonda. Mi marido y yo estuvimos casi dos horas en una sala, porque era incapaz de dar un paso. Se me cayó el mundo porque nunca piensas que vas a ser tú. Yo sabía que tenía cáncer por las pruebas que me estaban haciendo, pero creía que era el típico cáncer del que todos hablamos. Yo decía: bueno, lo peor que me puede pasar es que me quiten el pecho. Luego quimio, radio, la pastilla de mantenimiento 5 ó 10 años y esto se acaba, pero cuando te dicen que no es así, que esto es para toda la vida, que ya lo tienes incurable, que no se van a acabar los tratamientos..., a mí eso me hundió. Más que el propio diagnóstico del cáncer de mama, que vas un poco preparada, me hundió que era incurable.

¿Qué mensaje le gustaría lanzar un día de concienciación como hoy?

-Que con más investigación tenemos más vida y que gracias a los tratamientos, aunque no podamos trabajar y realizar muchas cosas, al final llevamos una vida que a los de nuestro alrededor y en mi caso, sobre todo a mis hijos, no les afecta. Aunque ya no es la vida de antes, pero podemos vivir y al final queremos vivir. Al final, nosotras queremos vivir y para poder vivir necesitamos los tratamientos y, si no hay tratamientos, no hay vida.

¿Qué ha supuesto para usted el encontrar este grupo de apoyo?

-Para mi todo, porque yo tenía una referente y se murió. Entonces, me quedé muy vacía porque con ella sí que hablaba de tú a tú. Mi madre me decía que era horrible oírnos hablar. Al morirse, que no llegó ni a los 4 años, eso me hundió. Luego, volverme a juntar con gente que hablamos el mismo idioma, que nos entendemos, que no hay tantos tabús... Nos tenéis que ver un café nuestro; un café de los martes es vida dentro de todo lo que podamos contar (sonríe).