La ley contra el desperdicio alimentario, que pretende reducir el desecho a la basura de alimentos sin consumir, ha generado el enfado de los hosteleros navarros que sienten que se vuelve a poner el foco en su sector, después de que en la pandemia hayan sido "uno de los mayores perjudicados". "Estamos hartos de estar en el punto de mira. Además, esta ley nos parece que no soluciona nada, porque en nuestros negocios aprovechamos los alimentos", sostiene Nacho Calvo, secretario general de la Asociación de Hostelería y Turismo de Navarra (Aehn).

En lo que respecta a la hostelería, la norma que trabaja la cartera de Agricultura, Pesca y Alimentación, y que fue aprobada el martes por el Consejo de Ministros, contempla que los negocios tendrán la obligación de facilitar al consumidor que pueda llevarse, sin coste adicional alguno, los alimentos que no haya consumido. "Esto es algo que se viene haciendo desde hace mucho tiempo y surge a iniciativa del cliente. En prácticamente todos los establecimientos existe esta posibilidad. No obstante, que ahora sea obligatorio me parece algo excesivo", considera Beatriz Huarte, presidenta de Anapeh (Asociación Navarra de Pequeña Empresa de Hostelería). Huarte, apunta que, además, “en hostelería tenemos muy avanzada la cocina de aprovechamiento. Somos un negocio y tratamos de no desperdiciar nada. La cantidad de comida que puede tirarse en un establecimiento es muy poca”.

Por su parte, Calvo no ve sentido a que para no desperdiciar comida, sea obligatorio ponerla para llevar en un envase de plástico: “La ley dice que tienen que ser reutilizables o fácilmente reciclables. Por ejemplo el polipropileno, que no deja de ser plástico. Entonces, se pueden llevar la comida pero en un continente que a la larga va a ser perjudicial para el medio ambiente”. El secretario general de Aehn incide en que, además, esto es algo que se hace “desde hace años”.

Asimismo, la ley también estipula que las empresas de la cadena deberán contar con un plan de prevención para minimizar las pérdidas y destinar los alimentos a otros usos, con prioridad para el consumo humano. “Otra cosa a la que no le veo mucho sentido es a que se tengan que donar los alimentos que no vamos a comercializar. Si yo tengo unos pinchos que ya no los voy a vender por su estado, ¿cómo voy a donarlos, por ejemplo, a un banco de alimentos?”, se cuestiona Calvo.

Multas de hasta 500.000 euros

En cuanto al régimen sancionador de la norma, se establece como falta grave no contar con un plan de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario y la sanción puede oscilar entre 2.001 y 60.000 euros. Como infracciones muy graves, sancionables con entre 60.001 y 500.000 euros de multa, se considerará la segunda o ultrerior falta grave que se cometa en un plazo de dos años.