"Esto es un sinvivir; el viento cambia el panorama cada minuto"

Hasta pasadas las siete y media de la tarde, cuando incluso las autoridades recomendaron evacuar el pueblo por la cercanía de las llamas, aunque la situación ya parece más estabilizada.

Son un centenar de vecinos, aproximádamente, que durante todo el domingo tratan de controlar el fuego que viene por el sur de la localidad y que les ha tenido todo el día de aquí para allá, en un ir y venir muy angustioso.

La lengua de fuego con dirección noreste que salió del incendio de Legarda tuvo al pueblo pendiente de si se reavivaban las llamas que ya el sábado por la tarde les obligó a desalojar, con la suerte de que no hubo demasiados daños en el pueblo.

Juan Carlos Alfaro, vecino de la localidad, resume en sus palabras la sensación de todo el valle: “Esto es un sinvivir. Las rachas de viento cambian de orientación y en dos minutos el panorama puede ser totalmente diferente”.

“Aquí estamos muy agobiadicos”, informaba a este periódico pasada la media tarde. “En estos momentos, unas 80 o 90 personas están pendientes de que las llamas no vuelvan, pero es que se ven unas chimeneas que parecen de altos hornos”.

Se refería así a los esfuerzos comunales por parar el incendio, que acechaba a esa hora justo al otro lado del río Arga, y que acosaba la granja de cerdos del pueblo, que tiene 4.000 animales y que las pasó canutas.

"Se están jugando el tipo"

Eran las llamas que venían de un fuego que por la mañana se cebó con Arguiñáriz. Desde Belascoáin, Juan Carlos veía “las picotas en llamas” de los bosques.

“Los campos han ardido como si les dieran con un lanzallamas”, recordaba.

Allí, en Arguiñáriz, hubo medios: helicópteros, el hidroavión y por tierra varios camiones de bomberos y de la UME.

Pero durante muchos ratos los recursos no daban abasto y tuvieron que ser los vecinos los que velaran por las llamas al otro lado del monte. “La verdad que es de agradecer la labor de los agricultores, que se están jugando la vida y de qué manera”