Xan Mihura vivió, trabajó y murió en la muga. Nació en Itsasu, y en la Primera Guerra Mundial desertó y se afincó en Jauregiko Borda, en Baztan, a pocos metros de Iparralde. Fue pastor y contrabandista, lo que le empujó a trabajar en la Red Comète, ayudando a los aviadores aliados. La muerte le sobrevino en 1969 cuando pastoreaba un rebaño en Iparralde. Su hijo mayor se desplazó allí rápidamente, y aconsejado por el jefe de la aduana de Dantxarinea, trajo a su padre muerto en el coche hasta su caserío, evitando así los costosos trámites. Terminaba de ese modo una vida ligada de principio a fin a una muga artificial, una muga que fue su vida. 

Uno de los aviadores que pudo salvar su vida gracias a la red fue Ian Covington. Pasó por Jauregiko Borda el 4 de enero de 1944. Tenía 21 años. 78 años después, su hijo Tom, hizo el camino a la inversa, para conocer la historia de su padre in situ. Ayer, participó en el acto de homenaje, y pudo conocer a la familia que dio cobijo a su padre. Entre los asistentes al acto se encontraban varios nietos y nietas de Xan Mihura, y una de sus hijas, Josefa, de 91 años de edad. Ella tenía 12 años cuando su padre y sus hermanos se encargaban de guiar a los aviadores, y ella misma los atendía en su casa. Juanbi Mihura, nieto de Xan, contó que su padre Inaxio, acompañó a Xan la noche que guiaron a Ian Covington. Tras cubrir su camino, regresaron a casa, dejando al piloto con el siguiente pasador. Esa misma noche, Covington y sus acompañantes fueron tiroteados por la Guardia Civil, por suerte, salieron ilesos.

Tom no quiso perder la ocasión de fotografiarse junto a la familia que ayudó a su padre, en especial con Josefa, que se mostraba muy emocionada con el homenaje a su padre, “nunca pensé que podría vivir un día como éste”, reconocía.

Josefa Mihura junto a Tom Covington, hijo de un aviador. Ondikol

JAUREGIKO BORDA Xan recogía a los aviadores británicos cerca de su caserío, provenientes de Ezpeleta. Los cobijaba en su casa, para luego, de noche, guiarlos, con ayuda de sus hijos, principalmente a Erratzu o Amaiur, a Kantteronea o Mortaleneko Borda, donde un coche de la embajada británica los recogía para continuar con su traslado hacia Gibraltar, desde volaban al Reino Unido.

Jauregiko Borda, caserío de Xan Mihura y familia, en la actualidad. Ondikol

Justo Mihura, que ayer fue hasta Mugako lepo, cerca del lugar en el que se inauguró la placa conmemorativa de su padre, tenía 10 años en 1943. Cuenta que 80 aviadores británicos se alojaron en su caserío. Recuerda a jóvenes “de 19 o 20 años, con la cara muy blanca, el mayor no tendría ni 22 años”, señala.

Su hermana Josefa, por su parte, recuerda que los soldados alemanes se alojaban en el caserío Eztebenborda, a poca distancia de su casa. A menudo acudían a Jauregiko Borda a beber vino, “bebían un litro de vino y no comían nada”, por lo visto, tenía miedo a posibles envenenamientos. En más de una ocasión, mientras los soldados bebían en el interior del caserío, varios aviadores se escondían en el piso superior, en el desván.