Si no te gusta lo que ves, dale la vuelta”. Con este eslogan interpelativo la Universidad de Navarra celebró este miércoles Solidariun, una jornada para unir a la comunidad universitaria con distintas entidades sociales navarras, que pudieron darse a conocer y ofrecer sus programas de voluntariado ante el medio millar de personas que se acercó a sus 47 stands.

Precisamente fue el voluntariado uno de los aspectos protagonistas del evento, aprovechando además la celebración del décimo aniversario el banco de tiempo solidario Tantaka, del propio centro, que desde su puesta en marcha ha visto cómo 8.000 estudiantes de los campus de Pamplona, San Sebastián y Madrid han puesto su tiempo y sus conocimientos al servicio de distintas instituciones sociales.

Esta labor, que “cambia la vida de a quien se ayuda y la suya propia”, fue también el principal tema de una mesa redonda titulada “Le hemos dado la vuelta”, en la que distintos protagonistas contaron su experiencia ayudando a quienes lo necesitan.

Beatriz Ventura, técnica de empleo de la federación de asociaciones de personas con discapacidad física y orgánica Cocemfe, contó la experiencia de su trabajo, en el que tratan de conocer al máximo a las personas solicitantes de vacantes para después, siendo un nexo con las empresas, apotarles lo que más necesitan. “Ajustando el perfil la persona continúa, y tener un trabajo es un factor de inclusión social”, destacó.

La importancia del empleo fue resaltada también por María Orbe, profesional del departamento de Microbiología y Parasitología y voluntaria de Tantaka, quien explicó que durante los veranos distintos usuarios de Cocemfe ayudan a limpiar los laboratorios de la universidad. “Nos ayudan muchísimo. Parece que solo ayudamos nosotros, pero no. Entran sin confianza y a los tres meses tienen mucha autoestima”, atestiguó.

Desde ese lado, el de recibir voluntarios, dio su visión Cristina Sola, profesora del departamento de Química y creadora de una iniciativa que imparte talleres científicos a pacientes de oncología infantil y psiquiatría pediátrica. “Llevamos desde 2019, y el año pasado llegaron voluntarios del grado. Es muy satisfactorio”, mostró orgullosa. Sin embargo, en otra vertiente de su vida ella también es voluntaria. “En 2020 recibimos una llamada de una antigua alumna que era la directora de un instituto. El centro no estaba homologado porque no contaba con instalaciones –necesitaban dos laboratorios–, y además Educación implementó otra metodología más experimental y los profesores no estaban preparados”, narró, señalando el germen del proyecto Objetivo Kashambya, de Uganda. Finalmente ambos problemas se solventaron gracias a una alumna de Bioquímica, Adriana Caballero, que en su Trabajo Fin de Grado (TFG) preparó dossieres y experimentos, además de viajar al lugar para construir el laboratorio.

Otro viaje solidario fue el de Carolina Moncada, alumna de Medicina, que voló hasta Guatemala para ayudar en un proyecto de la Fundación para el Desarrollo Integral (FUDI), en un centro médico de Tecpán.

“Tenía inquietud en ayudar a los demás, y quería aprovechar el quinto año, el último libre por así decirlo, porque este año tengo el MIR. Quería sentirme útil y ayudas, pero recibes más de lo que das. Ahora quiero volver al terminar el grado para ayudar con más conocimientos”, prometió.

Más cerca, en Pamplona, está Aspace, que trabaja en la Atención a la Parálisis Cerebral. “Nuestro trabajo es acompañar a las familias a lo largo del itinerario de vida, y darles herramientas para su inclusión social, porque la sociedad es donde se ejercen los derechos”, explicó Begoña Rubio, directora de la entidad. Esta asociación colabora desde hace algunos años con el Colegio Mayor Belagua, donde Diego García, estudiante de 3º curso de Ade y Derecho, forma parte de su comisión de solidaridad. “No solía funcionar bien por falta de implicación, pero vimos errores y puntos fuertes y hemos construido un equipo de 10-12 personas”, desarrolló. Ahora, el grupo se complementa para cubrir los diferentes turnos de dos horas de voluntariado y, entre otras cosas, acompañar a los usuarios de Cocemfe. “Lo importante es emplear tiempo en ellos. No pueden ir al cine o al bar solos, así que les acompañamos a que hagan lo que quieren. Salir y ver algo diferente, gastando nuestro tiempo como si fuese estar con tus amigos, que al final lo terminan siendo”, contó, resumiendo también así la esencia de lo que es el voluntariado.