La primera subida del precio de la luz Fidel Sarasola la notó hace tres años, cuando empezó a recibir diálisis domiciliaria. La segunda, a mediados del año pasado, cuando el megavatio hora (MWh) se puso por las nubes registrando máximos históricos en el mercado. “Cuando empecé con diálisis lo noté en la factura de la luz y después ha ido subiendo poco a poco hasta que el año pasado se disparó y llegué a pagar unos 12 euros más al mes. Al final la máquina de diálisis tiene que estar encendida las 24 horas del día y supone un gasto majo”, detalla este vecino de Mendillorri, que ahora le acaban de conceder un bono social que le cubre un porcentaje de su consumo de luz: “En lugar de tener una factura de 60 o 70 euros al mes de luz, pago 30. Pero este bono social no se lo conceden a cualquiera, solo a pensionistas, familias numerosas o rentas bajas”.

Fidel no tiene riñones. Primero le detectaron un tumor en el izquierdo y tiempo después en el derecho, por lo que lleva tres años en diálisis. “El médico me ha dicho que tengo que estar unos 5 años limpio para poder optar a un trasplante, así que todavía me queda”, relata Fidel que al no tener riñones le concedieron una invalidez del 65% y la incapacidad absoluta.

Cuando le ofrecieron la posibilidad de recibir diálisis domiciliaria no se lo pensó: “Es más cómodo, en el hospital pierdes o la mañana o la tarde entera. Yo ahora me levanto a las 6 de la mañana con mi mujer, ella se va a trabajar y yo me doy el tratamiento que entre preparar la máquina, limpiarla, etc. me cuesta unas cuatro horas. Pero para las 11 de la mañana ya estoy libre”. El problema, es que aunque el tratamiento sea de cuatro horas, tiene que estar encendida las 24 horas del día, lo que aumenta considerablemente el gasto porque “tiene una planta llena de agua y la máquina tiene que mover el agua constantemente por el circuito”.

A sus 48 años, Fidel todavía tendrá que estar tiempo recibiendo diálisis y aunque ya recibe el bono social, cree que las instituciones deberían apoyar algo más a las personas con discapacidad o con algún tipo de tratamiento. “Yo por ejemplo tomo 14 pastillas diarias y no todas están subvencionadas. Pienso que al menos los tratamientos deberían estar cubiertos, porque yo por suerte tengo una pensión y mi mujer trabaja, pero hay personas que lo tienen difícil para llegar a fin de mes”, sentencia.