Mientras Europa endurece sus políticas migratorias, los barcos de rescate humanitario se reúnen en Palermo para analizar la criminalización que están sufriendo, el aumento de salidas de pateras desde Túnez, las consecuencias de las leyes anti-inmigración de la extrema derecha italiana o el Nuevo Pacto Migratorio de la Unión Europea.

DIARIO DE NOTICIAS viaja hasta Sicilia para hablar de todo ello con la ONG Salvamento Marítimo Humanitario (SMH), que fleta el barco de rescate Aita Mari, pero, además, recaba distintos testimonios de organizaciones y personas migrantes de Palermo para conocer mejor qué está sucediendo.

El capitán de Aita Mari, Simón Vidal, nos atiende en el paseo marítimo de Palermo, donde recuerda la complicada misión vivida en junio en la que salvaron la vida de unas 300 personas y por la que Italia le ha sancionado. “Recibimos una llamada de socorro y, como es habitual, informamos a Malta e Italia para que comenzaran el rescate. Malta nunca responde a las llamadas de socorro e Italia se negó a actuar por encontrarse las pateras en aguas maltesas, así que decidimos actuar, tal y como permite la ley en estos casos”. La sorpresa llegó cuando encontraron siete pateras con 294 personas en situación de riesgo. “Es la primera vez que nos encontramos con tantas embarcaciones precarias a la vez. Comenzamos a repartir chalecos e insistimos en pedir ayuda a Italia porque Aita Mari no tiene capacidad para albergar a tantas personas”. Italia se mantuvo en silencio mientras el capitán insistía en la incapacidad de rescatar a todas las personas y en la situación de riesgo existente en unas pateras de hierro frágiles y con alta probabilidad de naufragio. “Mientras rescatábamos a hombres, mujeres y niños, Italia activó una operación de rescate que tardó mucho más de lo habitual en llegar. Así que tuvimos que esperar al lado de varias pateras a que llegaran, con nuestro barco ya lleno y junto al barco de monitorización Nadir, de la ONG Resqship”.

Los problemas con el gobierno italiano no terminaron ahí. “Con las nuevas leyes de la extrema derecha de Giorgia Meloni, ahora nos asignan puertos a 3 o 4 días, algo que incumple las leyes marítimas internacionales que obligan a desembarcar en el puerto más cercano. El puerto que nos asignaron, el de Salerno, estaba a un par de días de nuestra posición, pero, además, nos obligaron a ralentizar el viaje ya que nos retrasaron la posibilidad de entrar en puerto. Todo esto provoca un sufrimiento extra en personas que llevan meses, incluso años de viaje en los que se encuentran con violencias de todo tipo y que tras ser rescatados ven como pasan días sin llegar a tierra, lo que les provoca angustia e incluso llegan a creer que pueden ser deportados a los países de los que han huido y donde han sufrido lo indecible”.

Ya en el puerto de Salerno, Simón recibió una llamada de la autoridad portuaria del lugar, quien le anunció la apertura de una sanción por incumplir la ley de seguridad marítima. “Sabemos lo que nos jugamos y realizamos nuestro trabajo de manera absolutamente escrupulosa conforme a la ley. Y tenemos claro que todo esto entra dentro de la persecución que se está realizando a los barcos de rescate, la criminalización a las embarcaciones de la flota civil con la única intención de alejarnos lo más posible de las rutas migratorias, pero ahí vamos a resistir, porque lo que está sucediendo tenemos que denunciarlo”.

Se une a la charla Iñigo Mijangos, presidente de SMH, quien acaba de participar en una reunión con el resto de ONGs sobre la situación en Túnez. “Las 7 pateras que rescatamos en la última misión eran de este país. Libia ha sido hasta ahora el lugar principal de huida de migrantes y personas refugiadas y a éste, se ha unido Túnez, con quien Europa acaba de firmar un acuerdo de ayuda millonaria para que retenga a estas personas”. Mijangos recuerda que en febrero el presidente tunecino, Kaïs Saied, inmerso en plena crisis social y económica señaló a las personas migrantes como culpables de la mayoría de los delitos del país, activando además la teoría del gran reemplazo, por la que denunció una supuesta conspiración por parte de los africanos para cambiar la composición demográfica de Túnez y destruir el Estado, mediante “la importación de hordas de migrantes africanos negros para colonizar el país y apartarlo de su carácter árabe e islámico”, señaló Saied. En este sentido, el presidente de SMH aclara que, según el Instituto Nacional de Estadística de Túnez, existen unas 22.000 personas migrantes frente a los 12 millones de tunecinos, lo cual rompe “de manera contundente” esta teoría. 

El presidente de SMH es muy crítico con el nuevo acuerdo firmado el mes de julio por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyer junto a los primeros ministros italiano y holandés, Giorgia Meloni y Mark Rutte con Túnez. 

“Vamos a pagar más de 100 millones de euros a un gobierno que ha señalado a las personas refugiadas, que ha provocado un clima de odio que ha llevado a que muchos hayan sido golpeados, expulsados de sus trabajos, de sus casas y finalmente abandonados en el desierto. De hecho, desde principios de julio, cientos de migrantes han sido deportados al desierto sin agua ni comida en las fronteras con Libia y Argelia por parte de las autoridades tunecinas. Unicef y la Media Luna Roja libia han proporcionado agua, alimentos y medicamentos a más de 400 migrantes y la ONG Refugees in Libya ha denunciado la muerte por sed de 7 personas en el desierto. Entre ellas se encontraban Fati de 30 años y su hija Marie, de 6. Fati, huyó de Costa de Marfil a Libia en busca de una vida mejor y tras numerosos intentos de cruzar el mediterráneo rumbo a Europa se dio por vencida y viajó a Túnez junto a su pareja, con la intención de criar allí a su hija. Los 3 estaban juntos cuando fueron expulsados al desierto. Ellas murieron de sed. Mbengue Nyimbilo Crepin, más conocido como Pato, apareció vivo a los pocos días. Según Refugees in Lybia, la familia fue abandonada en el desierto junto a una treintena de migrantes sin comida ni agua. En su intento por llegar a la frontera con Libia, Pato cayó exhausto al suelo. Pidió a su mujer y a su hija que siguieran con el grupo de personas y que lo abandonaran, de lo contrario morirían los 3. Fati se negó en un principio, pero ante la insistencia de Pato y la extrema situación, siguió el camino. Aquella noche, 3 sudaneses encontraron a Pato en el desierto. Le dieron agua y lo ayudaron a llegar a Libia. Allí se enteró por medio de redes sociales que su mujer y su hija habían sido encontradas en el desierto. Reconoció sus ropas y la postura en la que estaban, era como solían dormir juntas. Ahora Pato busca sus restos para honrarlas, pero es complicado que lo consiga porque los migrantes y refugiados no tienen derecho a una morgue.

La violencia que recorre Túnez también afecta a los opositores del gobierno de Saied, por todo ello, las salidas desde Túnez en pateras están aumentando de manera significativa en las últimas semanas. Solo el 29 de junio, 46 embarcaciones llegaron en un solo día a Lampedusa. La mayoría habían salido de Sfax (Túnez) marcando un récord de llegadas a la isla y obligando al gobierno italiano a acelerar el proceso de transferencia al continente.

Desde la organización cultural Maldusa, que opera en Palermo y Lampedusa, Jasmine Iozzelli alerta sobre la situación actual. “En Lampedusa se está viviendo una situación crítica debido al aumento de llegadas de personas que escapan de Túnez tras las políticas de exclusión de su gobierno”, nos cuenta en el patio de la Bibliofficina di Quartiere, el lugar donde se están produciendo los encuentros entre las organizaciones que fletan barcos de rescate humanitarios y distintas asociaciones de Palermo. “Uno de los mayores cambios que hemos visto es que ahora las personas son enviadas con mucha rapidez de Lampedusa al continente, algo que llevamos pidiendo hace tiempo por las difíciles condiciones que encuentran los recién llegados en centros abarrotados y que son auténticas cárceles” asegura Iozelli. 

Preocupación

Pero lo que podía parecer una buena noticia, les preocupa. “Creemos que estas rápidas transferencias al continente vulneran los derechos humanos de las personas, porque se están evaluando sus situaciones en muy poco tiempo y creemos que detrás puede haber una política directa de deportaciones”, comenta. “En Palermo la situación es diferente, aquí hay personas en movimiento, pero también muchas comunidades distintas de personas que han decidido quedarse a vivir aquí”. Desde Maldusa trabajan con ellas para unir uesa multitud de realidades en favor de la lucha antirracista, el activismo migrante y la solidaridad, así como la construcción de puentes entre las comunidades en movimiento y sus lugares de partida. Su lema, reclamar la libertad de circulación de todas las personas.

Precisamente de una de estas comunidades, la de Gambia, es Lamin Alhagie Badman, quien huyó con 15 años de su país. No deja de sonreír en ningún momento y cuenta con orgullo que acaba de aprobar un grado de interpretación artística, algo que le ha costado “muchísimo” reconoce, ya que tuvo dificultades para estudiar en Europa y ha tenido que ir aparcando los estudios de forma intermitente para trabajar y costeárselo. Lamin cree que mucha gente no entiende las migraciones. “Cada persona que migra tiene una historia personal, diferente al resto y ser migrante no es un crimen. Nadie puede decidir dónde nacer, pero hay personas a las que no se nos permite decidir dónde queremos vivir o morir”. El gambiano es crítico con el gobierno italiano y asegura que “está perdiendo muchísimo talento e inteligencia. Quienes llegamos necesitamos un poco de ayuda al principio, pero luego buscamos prosperar y ayudar a que el país que nos acoge prospere también. Conozco a muchos gambianos que estudian en la universidad en mi país y que aquí no pueden aspirar a nada más que a trabajar en una granja en malas condiciones. Y con ese dinero tienen que pagar un piso y pagarse los estudios. Es imposible”. “Además”, denuncia, “si no tenemos papeles no podemos trabajar (muchos trabajos que consiguen son en negro) y para trabajar es necesario tener papeles. Es un círculo del que es muy difícil salir y que acaba con muchas personas frustradas, en situación de calle y tomando drogas. Es inhumano”.

Es la primera vez que Aita Mari se ha encontrado con 7 embarcaciones precarias a la vez. David Melero

En este sentido, Lamin explica que “la gente tiene que entender que el objetivo de la mayoría de los migrantes no es permanecer en los países europeos. Ellos quieren estudiar y trabajar de manera temporal, pero en cuanto puedan quieren volver a sus países, con sus familias, recuperar sus vidas”, dice.

El joven también culpa a buena parte de los gobiernos africanos de las migraciones. “En Gambia no tienes opción de trabajar, los colegios son de pago y muchas familias no pueden costearlo mientras los políticos se compran grandes casas, coches lujosos y se olvidan de quienes los votaron. Y acabamos jugándonos la vida para tener una vida mejor. Están en contra de sus pueblos y nos fuerzan a migrar”, concluye. De enero a julio, Túnez ha recuperado 900 cuerpos de personas que intentaban llegar a Europa, una cifra sin precedentes, según el ministro de Interior. La mayoría no ha podido ser identificada. 

Violencia en la frontera 

Otra asociación que participa en este encuentro es Mem.Med (Memoria Mediterránea), un proyecto que “se creó con el objetivo de apoyar a las familias y comunidades migrantes del Mediterráneo en la búsqueda de sus familiares desaparecidos o fallecidos a lo largo de la ruta migratoria, proporcionando apoyo jurídico y psicosocial a las familias que buscan verdad y justicia” nos dice una de sus representantes, Silvia Di Meo. “También vigilamos y denunciamos la violencia en la frontera y pretendemos crear una memoria colectiva que se oponga al olvido, a la eliminación histórico-política del sistema de fronteras y sus políticas, contribuyendo a construir una alternativa a la fortaleza Europa”, señala.

El pasado mes de febrero se enfrentaron a uno de sus mayores retos con el naufragio de Cutro, en Calabria, donde murieron 94 personas y decenas siguen desaparecidas. “Casi todas procedían de Afganistán, Irán, Irak y Pakistán”, recuerda. “En aquella ocasión permanecimos en la zona de la masacre durante 15 días para apoyar a los familiares llegados de distintas partes del mundo. Los familiares tuvieron que luchar mucho para poder llevar los cuerpos de sus seres queridos a casa, conmemorarlos según su religión y ver respetado su dolor y sufrimiento ante un Estado indiferente y criminalizador” denuncia Di Meo y añade que “también es importante que recordemos los naufragios llamados menores o fantasmas, los que no salen en los periódicos, los que permanecen en el olvido más que los demás”. “No podemos olvidarlos y en estos casos, el apoyo a las familias en su lucha por la verdad y la justicia es aún más importante”, afirma.

Memoria Mediterránea ha podido comprobar que los familiares “se ven afectados por la violencia del dolor no reconocido y la negación del valor de esas vidas incluso en la muerte. A menudo no se encuentran los cadáveres o, cuando se recuperan del mar, no se identifican como debería ser. No existen procedimientos claros de intervención, las autoridades no suelen estar preparadas y falta un sistema internacional eficaz de búsqueda, una base de datos única donde guardar información útil para el reconocimiento, incluso en el futuro, de las víctimas fronterizas”, relata. “Las familias no encuentran ayuda de las autoridades ni apoyo social, jurídico o psicológico y estas carencias afectan profundamente a los derechos de innumerables personas, no sólo de quienes han muerto a manos de las fronteras, sino también de sus familias, abandonadas durante años a la espera de respuestas. Con respecto a esto, las familias reclaman el derecho a saber. Quieren verdad y justicia sobre la violencia de estas masacres que tienen responsabilidad política”, finaliza.

Pacto de migración 

Otro de los asuntos que han tratado durante estos dos días de reuniones ha sido el nuevo Pacto Europeo sobre Migración y Asilo. “Todavía se está negociando, pero con la información que se ha publicado podemos estar hablando de graves consecuencias en materia de derechos humanos”, dice Iñigo Mijangos, presidente de SMH. “Europa sigue con la idea de reforzar un sistema migratorio basado en la disuasión, el control y la devolución de las personas migrantes y refugiadas que consiguen llegar a las fronteras europeas, poniendo en grave riesgo su vida, seguridad y dignidad y apenas se centran en aumentar las vías legales y seguras para acceder a la protección internacional”. Mijangos teme que Europa imponga condiciones “imposibles de cumplir a los barcos de rescate y, por otro lado, se está hablando de poder deportar a las personas solicitantes de asilo a cualquier país por el que hayan pasado en sus largas rutas migratorias, algo que contraviene las leyes que protegen los fundamentos más básicos de los derechos humanos”.

Mientras tanto, y a pesar del endurecimiento progresivo de las políticas migratorias, las llegadas a Europa no cesan. Según ACNUR, más de 36.000 migrantes llegaron a España, Italia y Malta entre enero y marzo de este año frente a los 18.000 del mismo periodo de 2022, convirtiéndose en la mayor cifra de los últimos 5 años, aunque por otro lado supongan porcentajes muy pequeños comparados con la población de Europa, que supera los 440 millones de habitantes. Hombres, mujeres, niños y niñas, que huyen de guerras, de distintas violencias, del hambre, de las consecuencias del cambio climático o simplemente desean una vida mejor.