El Capricho de Gaudí, en la localidad cántabra de Comillas, se ha alzado como vencedor a nivel mundial del premio Mejor Referencia Turística (Best Landmark) de los premios Remarkable Venue Awards 2023.

Tras llegar a la final como líder estatal en su categoría, la icónica casa-museo consigue este importante premio internacional, que otorga anualmente la plataforma de venta de entradas y experiencias Tiqets.

El Capricho ha cosechado más de 2.000 votos, en una competición que ha superado las 50.000 votaciones, entre sus 56 nominados en todas las categorías.

El que es uno de los monumentos más visitados de Cantabria ha conseguido llegar hasta el pódium en una reñida final en la que participaban grandes referentes turísticos de otros siete países, como son el Castillo de Windsor en Reino Unido y las Torres Willis de Chicago en Estados Unidos.

El premio se ha otorgado en el marco de la cuarta edición del gran evento profesional Tourism Innovation Summit (Cumbre de Innovación Turística 2023), que esta teniendo lugar esta semana en Sevilla.

En la ceremonia, Carlos Mirapeix, director de El Capricho de Gaudí, ha recogido el galardón remarcando la responsabilidad que supone trabajar con el legado de una figura de renombre internacional como es Gaudí.

"La simbiosis entre la cultura y el turismo es fundamental en un lugar como Comillas (Cantabria), cuyo patrimonio modernista es un tesoro que hay que valorar, cuidar y dar a conocer como se merece, desarrollando un modelo turístico cualitativo y sostenible", aseguró.

El Capricho de Gaudí llegó a la final nacional gracias a la cantidad y calidad de valoraciones de sus visitantes a lo largo del último año. La plataforma Tiqets la convirtió en la candidata para representar a España tras analizar las más de 1,6 millones de reseñas que se han acumulado en su portal, a nivel mundial y durante los últimos doce meses. Con este premio, se pone a la altura de la Casa Battló, que se alzó con el mismo galardón, a nivel global, en 2021.

EL CAPRICHO DE GAUDÍ

El Capricho de Gaudí es, junto con la Casa Botines de León y el Palacio Episcopal de Astorga, una de las pocas obras del genial arquitecto fuera de Catalunya. Esta obra pertenece a la etapa orientalista de Gaudí (1883-1888), periodo en que el arquitecto realizó una serie de obras de marcado gusto oriental, inspiradas en el arte del Próximo y Lejano Oriente (India, Persia, Japón), así como en el arte islámico hispánico, principalmente el mudéjar y nazarí.

El edificio ha sufrido importantes reformas, sobre todo por el interior. Tiene un cuerpo principal al que se adosa una airosa y peculiar torre cilíndrica. Está profusamente decorado, destacando las bandas de cerámica con flores de girasol.

Tiene balcones y barandillas de hierro, alternando en los muros los aparejos de sillería en los bajos y los ladrillos en la parte alta, todo ello de gran originalidad.

Está concebido como un palacete oriental, si bien con un planteamiento orgánico, es decir, el edificio se articula bajo la idea de que es algo vivo en la que cada una de sus partes debe orientarse hacia un lugar concreto, en función de su uso.

Además, este edifico se planteó estéticamente para ser mimetizado por la vegetación circundante, lo cual es apreciable por la elección de los verdes como colores predominantes entre la rica ornamentación del edificio. Cada fachada es diferente a las demás, contribuyendo a dar una heterogeneidad formal que sorprende y, en ocasiones, descoloca al observador.