Como viene siendo habitual desde hace muchos años, la Federación Navarra de Caza (FNC) emprendió también en este 2023 una labor educativa, dirigida hacia dos ámbitos concretos. Por un lado, el de los propios cazadores, para contribuir a la mejora de su formación como agentes de la naturaleza en aspectos de máxima relevancia como, por ejemplo, la sanidad animal. Pero la entidad que agrupa a los actores cinegéticos de la Comunidad foral desarrolla asimismo desde hace tiempo otra línea de comunicación que, por medio de estudios científicos, análisis rigurosos y mensajes constantes, intenta hacer ver a la sociedad urbana que el papel de los cazadores resulta fundamental en la correcta evolución del medio ambiente, además de proporcionar muchos otros beneficios a la sociedad en cuestiones tan dispares como los accidentes de tráfico o el sostén económico de las regiones rurales.

Dentro de ese primer objetivo, el organismo llevó a cabo este año unas ponencias cuyo objetivo era incrementar la seguridad en la caza, de manera general, y en las batidas de jabalí, con un enfoque más particular. Albert Ituren, profesor de Derecho Administrativo de la Universidad de Valencia y experto en el citado ámbito, ofreció una formación en la que destacó una decena de aspectos en los que se debería tener especial atención. A su vez, resaltó que la actividad cinegética es una tradición que, no por contar con ese carácter histórico, debiera eludir adaptarse a los nuevos tiempos y asegurarse de que se realice de la manera más segura y responsable posible. En las ponencias quedó claro, de hecho, el compromiso de la comunidad cinegética con la seguridad y el bienestar de todos sus miembros.

En cuanto a sus aportaciones, Ituren desgranó la importancia del reconocimiento del terreno (con visitas previas para identificar posibles obstáculos, zonas de escape y puntos de reunión) para establecer correctamente las zonas más seguras para los puestos de tiro. También se detuvo en el equipamiento, subrayando que el empleo de chalecos reflectantes es vital y recomendando el uso de walkie-talkies para estar en contacto directo con todos los participantes. Las normas de tiro (nunca disparar a ras de suelo, ni en direcciones sin una visibilidad clara) salieron igualmente a relucir, así como los consejos en el adiestramiento de los perros, que se erigen como piezas esenciales en las batidas.

No faltaron en esas ponencias las sugerencias en cuanto a los planes de emergencia (con protocolos en caso de accidente), la responsabilidad individual (cada cazador debe actuar con máxima prudencia y ser consciente de su responsabilidad), o la concienciación y la formación (no solo destinada a cazadores principiantes, sino también a los más experimentados). Por último, se resaltó la importancia de llevar a cabo una caza ética, respetando en todo momento a los animales y evitando sufrimientos innecesarios.

Otra de las paradas de este año de la FNC se llevó a cabo en materia de los daños provocados por los animales salvajes y cinegéticos. En esas ponencias, Aitor Merino, ingeniero forestal y especialista en gestión y ordenación cinegética, y Nicolás Urbani, veterinario y asesor técnico de la FNC, pusieron de relieve la preocupación reciente y cada vez mayor sobre la interacción entre los animales y las actividades humanas. En este caso, se abrieron dos vías, la de la seguridad (con la mira puesta en los accidentes de tráfico) y la de las repercusiones económicas (centrada en los cultivos agrícolas).

Con el ánimo de generar una concienciación sobre esta problemática y propiciar un diálogo constructivo entre los diferentes actores involucrados, ambos expertos expusieron que los daños provocados por animales (tanto salvajes como cinegéticos) tienen unas consecuencias muy significativas en la sociedad, por lo que se hace necesario estudiarlos de manera integral. Lograr una colaboración conjunta de todos es fundamental, según concluyeron, para garantizar la seguridad y la sostenibilidad de las actividades humanas.

En este sentido, ahondaron en la frecuencia y la gravedad de los siniestros en las carreteras (detallando las zonas de Navarra con mayor riesgo, así como los períodos con más incidencias, asociados a las épocas de migración o apareamiento), y presentaron estudios detallados sobre los daños que los animales causan en la agricultura (revelando cuáles son las especies más problemáticas y qué cultivos son los más afectados). Además de debatir acerca de la evaluación económica de estos daños, tanto en términos de costes directos como indirectos, expusieron diferentes estrategias y tecnologías para tratar de prevenirlos y minimizarlos.

El rol de los cazadores, con la importancia de la gestión cinegética como herramienta de control población, se erigió como uno de los puntos fundamentales de estas ponencias, que también se detuvieron en detallar las leyes y regulaciones vigentes relacionadas con los daños y en la necesidad de educar a la población sobre los riesgos y las medidas de prevención, fomentando, asimismo, la colaboración ciudadana en el reporte de incidencias.

Por último, fue muy relevante el informe sobre superpoblaciones de especies y gestión cinegética que hizo publicó Urbani, con el que puso negro sobre blanco los fenómenos asociados a animales como los estorninos, los jabalíes o los conejos. Después de estudiar aspectos como la densidad de las poblaciones, las causas de esta problemática y la idoneidad o no de permitir la intervención del ser humano, la principal conclusión a la que se llegó es que, aunque la naturaleza tiene su propia manera de equilibrar las poblaciones, la intervención humana ha alterado significativamente muchos ecosistemas. Ante esta tesitura, no se contempla una única solución, sino que hay que tener en cuenta factores locales, éticos y prácticos. No obstante, quedó claro que una gestión informada y respetuosa resulta esencial para garantizar un equilibrio ecológico sostenible.