“Hay mujeres que necesitan una ayuda pero no tiene que ser a través de una denuncia”. Así lo aseguró Óscar Espinosa, agente de la Brigada Asistencial de la Policía Foral durante la charla sobre esta violencia con motivo de la semana del patrón del cuerpo autonómico, el Santo Ángel de la Guarda. El agente explicó que hay que respetar los tiempos de la víctima y recordó que es posible apoyar a estas mujeres a través de otros medios al margen de la denuncia, como los equipos especializados, entre los que se encuentra la oficina de atención a la víctima o los EAIVs, el servicio de atención integral a víctimas de violencia contra las mujeres. Esta es una de las maneras de hacer frente a un tipo de violencia que se encuentra oculta en el 80% de los casos

Por eso, uno de los objetivos de la Brigada Asistencial es intentar disminuir el número de víctimas y, además, hacer visibles todos esos casos que aún no lo son. Para conseguirlo, Espinosa y otros agentes como Pablo Jiménez y Javier Teodoro buscan ofrecer una atención especializada y una protección efectiva a la víctima de un tipo de violencia que, como recordó Espinosa, se vive en la más absoluta intimidad y deja grandes huellas en las personas que la sufren. “La sociedad tenemos que hacer el esfuerzo de apoyar y ayudar a estas mujeres para que den el paso de denunciar o al menos comunicarlo”, añadió. En este sentido, Espinosa apuntó que para que un caso llegue a los juzgados no es necesaria la presentación de una denuncia.

Además, el agente añadió que siempre hay que aceptar la decisión de la víctima, aunque no quiera marcharse de su casa, acudir a un centro médico o denunciar. Eso sí, Espinosa remarcó que deben asegurarse de que a esa persona no le va a ocurrir nada e informarle de una manera tranquila, para que comprenda que la denuncia no es el único camino.

En caso de que la víctima se preste a denunciar, la Brigada Asistencial se encuentra en muchas situaciones con una víctima con muchos problemas para expresar lo ocurrido debido a la dificultad del momento de tener que relatar los episodios vividos. Este es un contexto en el que hay que tratar de no revictimizar a la mujer. “Que sienta que estamos allí para ayudarla y auxiliarle”. Y, por eso, es necesario conseguir “un relato lo suficientemente importante y completo para que esta mujer no tenga que repetir los sucesos de manera constante y sin que se vea obligada a contestar de manera forzada las preguntas”. 

Por su parte, Pablo Jiménez explicó la “tarea” que en ocasiones le piden a las víctimas antes de recoger la denuncia, que consiste en ordenar los principales hechos o agresiones que ha vivido a lo largo del tiempo. 

Qué siente la víctima

Espinosa pidió comprensión en aquellos momentos en los que la víctima no termina la relación afectiva que mantiene con el agresor. “La persona maltratada quiere a ese hombre y se preocupa por él”. Y recordó la existencia de inseguridades y dependencias que pueden ser económicas pero también del tipo emocional. En este sentido, hay ocasiones en las que esta dependencia provoca que la víctima retire la denuncia interpuesta. “Cuando uno inicia un procedimiento penal tiene consecuencias en la limitación de los derechos del agresor con respecto a los hijos”. Añadió la gran importancia que tienen estos hijos en los delitos de violencia de género y en la creación de dependencia. “Extirparlos de la presencia de su padre es muy duro también”. Es por eso que en muchas ocasiones estas mujeres se ven condicionadas por su propia dependencia, otras por los hijos o por el aislamiento social, hay muchos factores que entran en juego”. 

Si conocemos casos de violencia de género tenemos que informar. Eso no quiere decir que yo vaya a poner una denuncia por otra persona, pero sí hay servicios sociales a los que puedo informar

Óscar Espinosa - Agente de la Brigada Asistencial de la Policía Foral

También hay casos en los que la víctima decide volver con su agresor debido a las dificultades en las relaciones familiares que implica para ella denunciar o acceder a recursos asistenciales, ya que “todo se complica un poco”. Por eso, además de respetar los tiempos de la víctima hay que recordar que “cada persona sabe, o cree saber, cómo tiene que gestionar sus emociones porque es un paso muy importante en su vida, que se la rompe”. 

De esta forma, Espinosa profundizó que a nivel emocional la víctima, además de sentir mucho miedo a ser agredida, también puede sufrir de ansiedad, depresión o desconfianza en todo. “Si la persona que quieres y en la que confías te trata así lo que genera es inseguridad e indecisión, no sabes qué hacer ni cómo afrontarlo porque empieza a aislarte de todo el mundo”. También suele estar presente un sentimiento de culpa, “porque creen que no han sabido gestionar bien la relación con su pareja, lo que lleva a la vergüenza, la resignación y la incapacidad para tomar decisiones”.

Informar de las agresiones

Espinosa aseguró que “como sociedad todos tenemos que colaborar para sacar estos casos de agresiones, porque es una lacra social y la estamos viviendo con mucha gente joven”. Añadió que esta violencia en edades tempranas es “enormemente brutal” y suele ir acompañada de agresiones sexuales. “Parece que la forma de hacer daño es, además de lo emocional, en lo físico a través del sexo”. Es por eso que el agente Espinosa remarcó que en caso de que alguien conozca alguna situación de violencia de género hay que informar de ello. “Eso no quiere decir que yo vaya a poner una denuncia por otra persona, pero sí hay servicios sociales a los que puedo informar, aunque no haya un reconocimiento por parte de la víctima de la situación que está viviendo”. 

Pero si el objetivo se centra en la erradicación de la violencia contra las mujeres, Espinosa defiende la educación. “Es verdad que podemos actuar, pero es absolutamente imposible que lo hagamos en todo, y también es verdad que podemos sacar leyes todos los días, pero si no trabajamos en aspectos fundamentales como la educación es muy difícil trabajar”.

El ciclo de la violencia, cada vez más corto

Espinosa recordó cómo se desarrollan las relaciones en las que existe violencia de género. Comienza con una fase de acumulación de la tensión, con pequeñas cosas que día a día se acumulan hasta que estalla y se produce la agresión física o de otra forma. Después llega el periodo de la “luna de miel”, en el que el agresor comprende qué ha hecho y trata de bajar el nivel de tensión intentando ser amable. Sin embargo, la tensión vuelve a acumularse y con el paso del tiempo los ciclos son cada vez más cortos y las agresiones más continuas. 

El síndrome de la rana

El agente Espinosa también comparó las violencia de género con la historia de la rana y la olla. Si intentas colocar a este animal en una olla con agua hirviendo esta va a reaccionar y a saltar. Pero si por el contrario introduces a la rana con agua tibia y poco a poco aumentas la temperatura, el animal se adaptará hasta que llegue el momento en el que ya no pueda reaccionar.