La reforma de la Ley del Aborto que llevó a cabo el Ministerio de Igualdad permitió que desde junio de 2023 las mujeres puedan cogerse una baja por regla dolorosa siempre que tengan una patología diagnosticada como endometriosis, mioma o enfermedad inflamatoria pélvica. Hasta entonces también se daban este tipo de incapacidades, pero tras la reforma del Ministerio quedaron “más blindadas” ya que el subsidio se cobra desde el primer día y paga directamente la Seguridad Social. 

Fue una reforma que encontró mucha oposición por parte de la derecha a nivel estatal, que llegó a hablar de que esto produciría una “avalancha” de bajas entre las mujeres. Pero nada más lejos de la realidad. En el caso de Navarra, los datos que maneja el departamento de Salud evidencian un importante incremento de estas incapacidades a partir del mes de junio, pero no hay avalanchas, es más, las expertas señalan que se trata de una realidad “invisibilizada” y que quienes se acogen a este tipo de bajas son las que tienen un dolor más severo.

Así, de junio a diciembre solo 365 mujeres se cogieron una baja por dolor menstrual incapacitante, un 52% más que las 239 que la pidieron en el mismo periodo de 2022. En total, 563 mujeres solicitaron una incapacidad temporal de este tipo el año pasado, frente a las 358 de 2022, también un 53% más.

La reforma de estas incapacidades impulsada por el Ministerio de Igualdad –entonces encabezado por Irene Montero– sí que ha supuesto un impulso y ha animado a más mujeres a solicitarla, pero no ha habido ese boom que se llegó a vaticinar. Además, estas bajas llevaban una tendencia al alza en la última década ya que se han ido extendiendo año a año: hace una década tan solo entre 50 y 60 mujeres se acogían a estas incapacidades.

Pese a este aumento, se trata de una patología que está “infradiagnosticada”, tal y como indican Izaskun Pombo, ginecóloga y coordinadora de los CASSyR en Navarra, y Leyre Pegenaute, ginecóloga del CASSyR de Tafalla, que explican que el dolor menstrual –también conocido como dismenorrea– “siempre se ha considerado una dolencia que tiene que asumirse, pero hay muchos casos en los que puede llegar a ser muy incapacitante y no te permite llevar tu rutina habitual”.

Pombo sostiene que el dolor menstrual es un motivo “habitual” en las consultas de Ginecología. No hay muchos estudios al respecto, ni se ha investigado en profundidad, pero aporta dos ejemplos para dimensionar bien el tema: se estima que en torno al 10% de las mujeres sufre endometriosis y un estudio de prevalencia en adolescentes realizado en Francia concluía que el 93% de jóvenes padecía dolor menstrual, siendo de carácter severo para el 9%.

Uno de los problemas para que estas bajas no estén más generalizadas es que hay dos tipos de dismenorrea: primaria y secundaria. La primaria es la que no tiene –o no se le encuentra– un origen orgánico que justifique el dolor y la secundaria es aquella que sí está asociada a otras enfermedades como pueden ser la endometriosis, la enfermedad inflamatoria pélvica, miomas, etc. Y tan solo las mujeres con dismenorrea secundaria pueden acogerse a estas bajas por regla dolorosa, es decir, para pedirlas se requiere un diagnóstico previo, lo que deja fuera a aquellas con una dismenorrea a la que no se les encuentra una causa.

Una segunda causa de que se pidan pocas bajas de este tipo es el miedo o el estigma que las mujeres puedan tener por el hecho de que sea algo que les ocurre una vez al mes o porque la empresa conoce el motivo de estos permisos.

Lo corrobora Pombo, que indica que seguramente quienes se acojan a estas bajas serán las que tengan un dolor más agudo. “Muchas veces se cuestiona el dolor de la regla, pero es una dolencia que se asemeja al de un infarto o una apendicitis y esos nadie los pone en duda. Esto lleva a que muchas mujeres no lo cuenten y los sufran en silencio, es algo que también solemos ver en consulta”, relata Pombo.

Una patología “habitual”

“Estas bajas han sido un primer paso para visibilizar el problema y quizá en un futuro se amplía el margen del perfil del paciente y se incluye también la dismenorrea primaria, que no está asociada a algo orgánico pero que no implica que no lo pueda haber en un futuro. Porque muchas veces pasa que con el paso de los años se acaba diagnosticando algo a estas pacientes”, detalla Pegenaute, que señala que tener dolores con la regla “no es algo normal”.

Pese a ello, ambas ginecólogas reconocen que es un motivo habitual de consulta: “De 15 pacientes que vemos al día en un centro siempre hay una que viene por dolor menstrual y hay 13 centros en Navarra”. En cuanto al perfil, exponen que la dismenorrea primaria suele darse a los dos o tres años de la primera menstruación, por lo que afecta más a mujeres jóvenes, mientras que la secundaria es más habitual en mayores de 30 años y puede ir empeorando con el tiempo. “A muchas se les amplía y pasa a ser un dolor crónico y diario”, apuntan.