Juan Antonio Armendáriz, vecino de la Rochapea de 73 años, fue diagnosticado con párkinson hace cerca de un año. “El primer síntoma que recuerdo fue no me salía la regularidad con la que hay que batir un huevo”. Luego apareció el miedo a andar en bicicleta a causa del empeoramiento del equilibrio, además de la inseguridad al conducir. “Tuve que dejarlo hace medio año y me he sentido liberado”, aseguró. 

Junto al equilibrio, lo que “peor” lleva Juan Antonio es el despiste. “Siempre he sido despistado, pero ahora me pasa casi siempre. Me he llegado a confundir de mes en la cita médica”. Un hecho agravado por sus problemas de audición, que le dificultan enterase bien de las cosas. Asimismo, aunque reconoció que físicamente no se encuentra “todo lo fuerte que debería”, practica yoga con otros miembros de Anapar y forma parte de su grupo de coro, unas actividades que le han permitido conocer a “gente nueva y muy acogedora”.    

Sin embargo, Juan Antonio destacó que no quiere “llenar la jornada con actividades. Me gusta disfrutar de mi soledad porque vivo solo y siempre lo he hecho”, añadió el pamplonés. Pero se mostró “muy contento” con su familia, con cinco hermanas, un hermano y dos hijas viviendo en Huesca y Alemania. “No tenemos costumbre de hablar con frecuencia, pero cuando hace falta responden”. En este sentido, recordó un episodio que sufrió hace un par de meses cuando, a causa de una medicación “mal puesta”, comenzó a ver “alucinaciones terribles” en forma de fantasmas en su casa. “Mi familia se alarmó mucho y vinieron todos enseguida. Estoy muy contento porque cuando hace falta, vienen”.